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Pablo Martínez Zarracina
Viernes, 7 de marzo 2025, 23:06
La primera novela de la poeta y artista visual Rachel Eliza Griffiths nos lleva al año 1957 en un pueblo de Maine llamado Salt Point ... y comienza con tres adolescentes que se escabullen de sus casas para adentrarse en el bosque. Es el día antes del comienzo de las clases y las amigas se disponen a vivir una última aventura entre la travesura y el autodescubrimiento. Dos de ellas, Ezra y Cinthy Kindred, son hermanas y son negras; la tercera se llama Ruby y es blanca. Mientras que las hermanas Kindred viven en un hogar acogedor con unos padres volcados en su educación, Ruby malvive en un cobertizo con una familia marcada por el alcoholismo del padre. El comienzo de 'Promesa' plantea una premisa sugestiva cuando las hermanas Kindred, que saben que incluso en la escasamente sureña Maine son consideradas por sus vecinos como basura negra, entienden que va a ser imposible que sigan estando cerca de una niña que es objetivamente basura blanca.
La autora, sin embargo, cambia pronto esa propuesta narrativa por algo más directo que tiene que ver con la pura discriminación racial. La acción se centra en la familia Kindred y en los Junkett, la otra familia negra de la zona, trazando una especie de genealogía conjunta de la discriminación. Confluyen en la escritura de Rachel Eliza Griffiths un evidente afán de denuncia con una singular épica y poética de la negritud. Rebosantes de contención y ejemplaridad, los Kindred y los Junkett enseñan a sus hijos a no salirse de algo que llaman «El Camino» y que a los jóvenes les suena a «una especie de autopista interestelar ética para los negros de todo el mundo». Nada de eso impedirá que el odio destroce sus vidas. Es a partir de la mitad del texto cuando se desencadena el 'crescendo' de violencia que acerca el texto a una variante del folletín que borra todo matiz para reforzar el mensaje ideológico. Las fuerzas vivas de Salt Point –especialmente un policía violento y el dueño de la escuela en la que estudian las chicas negras y trabajan sus padres– se conjuran para expulsar a las dos familias del lugar, igualando así su destino al de sus antepasados mientras en el país resuenan los discursos de Martin Luther King. Para remarcar el carácter hereditario de su destino, la autora intercala las biografías de los padres y abuelos de los protagonistas.
El resultado es una novela descabalada que apuesta por la expresión con resultados desiguales. Mientras que los personajes hablan en todo momento con una sentenciosidad extrañísima, hay momentos de elevación poética que tienen que ver con la celebración del orgullo y el amor de los perseguidos –las últimas páginas de la novela son el mejor ejemplo– que sí funcionan de un modo intenso y original.
Rachel Eliza Griffiths. Traducción de Xavier Gaillard. Editorial Random House. 363 páginas. 23.90 euros.
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