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El Mideba Extremadura acumula años proporcinando historias duras y emotivas de superación, pero pocas tan crueles y sorprendentes como la de George Bates, uno de los integrantes de su tropa británica e internacional con Gran Bretaña. Un reciente cambio en la normativa del Comité Paralímpico Internacional (IPC) –que rige los baremos necesarios para convertir en elegibles a los deportistas– le podría dejar fuera de la carrera olímpica, un golpe tremendo a una existencia en la que el deporte de la canasta ha supuesto un verdadero salvavidas. Bates está meditando amputarse una pierna para que pueda cumplir su sueño de ser paralímpico con su selección, con la que ya ha sido campeón del mundo y de Europa. Así de fácil y así de cruel.
Bates tiene desde hace quince años nula movilidad en una pierda, la izquierda, la que está dispuesta a sacrificar para poder estar en Tokio. El Comité Paralímpico ha cambiado de criterio y ahora eso no le vale para defender a su país, ya que en la otra pierna sí tiene capacidad de movimiento. Con el Mideba podría jugar sin problemas, incluso en competiciones europeas, pero se tiene que olvidar, si nadie lo remedia, de ser parte de unos Juegos Olímpicos, ya que el IPC reina en sus competiciones y los organismos internacionales del baloncesto en silla de ruedas se tienen que adaptar para no ser expulsados de la cita olímpica.
La mala noticia se la dio su entrenador, Jorge Borba, hace unos días, y la respuesta del británico fue contundente. «No se lo pensó. Le dije que pasaba eso y me contestó que se amputaría la pierna porque no estaba dispuesto a quedarse sin el sueño de su vida», recuerda el técnico pacense de aquella conversación. «Él tiene una forma de pensar que es así. Es un ganador y uno de los mejores jugadores del mundo y no parece que vaya a cambiar de idea. Por supuesto, nosotros le hemos dicho que no lo haga, que es una locura», añade Jorge Borba, quien confiesa que se quedó perplejo con la reacción de su pupilo.
De momento, el jugador midebista ha presentado una apelación. No entiende esta alteración de una normativa que le ha permitido ser internacional en silla de ruedas media vida, diez de sus 26 años. «He apelado y habrá cosas que puedo intentar antes de tomar esta decisión, pero tengo que empezar a pensar en ello», explica Bates a The Telegraph. Él está ahora de vacaciones en su tierra y seguro que con la cabeza echa un lío. «Tuve la oportunidad de amputármela cuando tenía 14 o 15 años y no lo hice. Echando la vista atrás, ojalá me la hubiesen quitado. Hubiese hecho las cosas mucho más fáciles. Nunca pensé que estaría en esta situación en la que mi discapacidad no es suficiente para un deporte adaptado».
Con once años tuvo una grave lesión jugando al fútbol que derivó en un extraño síndrome de dolor regional que le imposibilita mover esa extremedidad y que, como asegura su preparador, le condena a horribles dolores. Debe ser consciente de que una decisión así es para la eternidad mientras la carrera deportiva siempre tiene fecha de caducidad. Sus allegados, compañeros, técnico, presidente, etc., quieren que no cometa esta atrocidad, pero, por lo que comenta Jorge Borba, parece decidido a seguir adelante.
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