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Si alguien le hubiera dicho a José Manuel Calderón, cuando con trece años salió de su Doncel de Villanueva de la Serena rumbo al TAU Vitoria, que iba a protagonizar imágenes como las que acompañan este reportaje junto a iconos como Kobe, Lebron o Pau Gasol, seguro que su respuesta no sería muy distinta a esta: «¡Estás loco o qué!». Una locura convertida en realidad a base de esfuerzo, humildad y sacrificio para consolidar una carrera como baloncestista digna de envidia. Pero todo tiene un final y el pasado 4 de noviembre de 2019, con 38 años cumplidos en septiembre, Calderón anunciaba su retirada definitiva de un deporte al que siempre dignificó. En ese momento se hacía oficial también su incorporación al sindicato de jugadores de la mejor liga del mundo, el NBPA, en un nuevo puesto como asistente especial de Michel Roberts, su directora ejecutiva.
Tras un verano de profunda meditación, el base extremeño sopesó y decidió colgar las botas. Ya no quería jugar el papel de veterano con más presencia o valor fuera del parqué que dentro. Si no iba a competir era mejor dejarlo porque para su entorno era demasiado castigo tanto vaivén de destinos. Toronto, Detroit, Dallas, Nueva York, Los Ángeles, Atlanta, Cleveland y de nuevo Detroit. Tuvo alguna oferta que no le convenció y siguió preparándose físicamente hasta el último instante, pero finalmente las cuestiones familiares esta vez sí se antepusieron a cualquier otro interés deportivo o profesional. Su idea era continuar en Estados Unidos para que sus tres hijos siguieran estudiando allí, así que la propuesta del poderoso sindicato le permitía tener mejores horarios, pocos viajes y una vida más pausada en Nueva York en una oficina cercana a su residencia.
Una nueva vida laboral, aunque colateral al baloncesto desde otro punto de vista alejado a las canchas, que le proporcionaba la posibilidad de compatibilizar otros retos. Por ejemplo, su incorporación en febrero de 2020 a la firma Sngular, una multinacional consultora tecnológica –fundada y presidida por su paisano José Luis Vallejo– de más de 700 empleados con sede en España y delegaciones en USA, Asia, Chile y México, donde su principal aportación será la gestión de equipos.
Porque lo de Calderón está siendo una 'jubilación' muy activa. Nada de tirarse al barro o vivir de la renta. Tanto, que ni siquiera echa de menos el baloncesto, según comenta a este diario. «La verdad es que no lo echo mucho de menos porque he tenido la suerte de involucrarme en cosas muy interesantes y otros retos diferentes que han hecho que tenga mi cabeza muy ocupada», argumenta un Calderón que dice estar muy tranquilo en Nueva York, viendo la evolución de la pandemia y «esperando al recuento de las elecciones presidenciales para ver quién gana al final, porque, aunque parezca increíble, siguen contando».
Desde luego, ha escogido una época más que interesante para trabajar con el sindicato de jugadores, muy activo y en permanente contacto con la patronal en la recta final de una temporada golpeada por el virus que obligó a crear una burbuja para la consecución del campeonato que fue todo un ejemplo de actuación. «La posibilidad de trabajar en la vuelta del baloncesto, el éxito de la burbuja, colaborar a ese nivel ahora con el tema del calendario para la próxima temporada y ver cuando empieza está siendo alucinante y estoy aprendiendo y disfrutando muchísimo, que eso era clave. Me estoy formando en muchas más cosas y está siendo una experiencia increíble».
Hace justo un año, el serón ponía punto y final a una extensa trayectoria de 14 temporadas en la NBA, con presencia en una final con Cleveland en el ocaso de su carrera, además de sus ocho medallas con la selección española, con la que lo ganó todo (Mundial 2006 y Europeo 2011) y fue plata en dos Juegos (2008 y 2012). Fue el cuarto español en jugar en la NBA –tras Fernando Martín, Pau Gasol y Raúl López–, el primero en ganar un partido de playoffs –incluso antes que el propio Pau Gasol– y ha dejado para el recuerdo algún récord personal como el 98,1% en tiros libres con Toronto en la temporada 2008/09.
Con el paso del tiempo, pone más en valor el camino recorrido. «Sí, con el tiempo lo valoras con más perspectiva. Ves las cosas mejor y las respuestas y el cariño de la gente, que al final valen más que las medallas. El recuerdo que has dejado como persona. Hay que valorarlo. Me costó mucho y estoy muy orgulloso de la carrera que he tenido».
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Iker Cortés | Madrid
Sara I. Belled y Leticia Aróstegui
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