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Alona, antes de uno de los entrenamientos esta semana. C. P. M.
Ucranianos en Extremadura: El mensaje de Alona a Putin
Baloncesto

El mensaje de Alona a Putin

Miedo a la guerra ·

Le preguntaría «si se considera una buena persona o no. Y por qué cree que puede quitar vidas que no le pertenecen», cuestiona la cadete ucraniana del Miralvalle, que teme por sus padres

Marco A. Rodríguez

Badajoz

Sábado, 12 de marzo 2022

Alona es una más de los millones de ucranianos a los que el alma se les ha encogido desde que Rusia invadió su país en un acto imperialista sin sentido. La canterana del CP Miralvalle, de 15 años, sigue junto a su hermana mayor desde Plasencia las evoluciones de una familia rota que superó una separación matrimonial pero que se rinde ante el miedo a unos bombardeos que apagan de un plumazo cualquier existencia digna. Con una mezcla de rabia, impotencia y angustia, narra que tiene allí a sus padres, quienes intentan desde la lejanía esconder ese miedo vital para que ella no lo palpe y sufra.

Sus padres están separados. La madre vive con su pareja en una ciudad atacada del sureste de Ucrania, Zaporozhye, pero de momento no ha tenido que escapar del horror porque su barrio ha tenido suerte. Eso sí, como relata, la ley marcial le impide trabajar y la comida escasea en casa y en las tiendas. Casi peor lo tuvieron su tía y su primo, que residían en Kiev y tuvieron que huir a Polonia como miles de refugiados. Alona vive desde hace ocho meses en Plasencia junto a su padre y su hermana de 18 años, pero el progenitor tuvo que volver a Ucrania antes de la invasión para arreglar papeles y seguir trabajando como soldador y ahora está atrapado e intenta escapar hacia el reencuentro con sus hijas.

«Es muy duro darse cuenta de que todos los días muere gente y que no puedes hacer nada al respecto. Mis padres tienen miedo pero intentan no demostrarlo. Todos los días pienso en ello y me cuesta respirar; no puedo dormir bien porque me despierto en medio de la noche», repasa la joven ucraniana sobre estas dos últimas semanas. Dice que puede hablar a diario con su madre y que le cuenta «cosas horribles, como que Rusia ataca a la gente corriente, que los soldados rusos no dejan entrar la ayuda y paquetes de comida o que Putin mata a los niños. Yo intento informarme en las redes sociales y hablar con ella de otras cosas para que se sienta mejor. Ella no puede venir aquí porque mis padres están separados. Lo mejor es que hay gente que salió a la carretera y no dejó entrar a los rusos», añade antes de advertir que su ciudad está próxima a una central nuclear seis veces más potente que Chernóbil y que los rusos han lanzado bombas, con el peligro que conlleva.

Al cuestionarle este diario qué le diría a Putin si lo tuviera delante casi no pestañea: «Le preguntaría si se considera una buena persona o no. Y por qué cree que puede quitar vidas que no le pertenecen. En cualquier caso, le mandaría a la mierda». No le alivia estar a salvo en España sino que le perturba, ni siquiera lo considera una «suerte», mejor un «destino. Me siento culpable de que ahora esté a salvo aquí y mi gente se esté muriendo ahí fuera. Siento sobre todo desesperanza, estoy a salvo aquí y mis padres la gente de Ucrania puede morir en cualquier momento. No puedo hacer nada, absolutamente nada. No siento miedo de Putin o de Rusia, siento miedo de perder a mis seres queridos y a mi país, es mi hogar».

«Estoy a salvo aquí y mis padres y toda la gente de Ucrania pueden morir en cualquier momento. Y yo no puedo hacer nada»

Alona

Cadete del Miralvalle

Agradece los esfuerzos pacificadores de la comunidad internacional, pero los ve insuficientes. «Creo que le tienen miedo a Putin y realmente no lo entiendo, porque es un enfermo. No me gusta que digan que apoyan a Ucrania pero que realmente no hagan nada. La ayuda humanitaria es importante, pero en la guerra no es suficiente. Prefiero que se actúe a que se hable», recalca una Alona cuyo sueño es convertirse en una persona «que contribuya al mundo, que sea recordada por la gente».

«Cuando viene aquí con nosotros se olvida de todo, se centra en jugar, entrenar y disfruta, el deporte es su vía de escape»

Álvaro Estévez

Su entrenador en el cadete B

Afirma sentirse cómoda en España y que en Plasencia se trata mejor a la gente. «La gente aquí es genial, me ayuda y me apoya», valora. También en el Miralvalle, porque necesita al baloncesto para no volver al recurrente tema bélico y dispersarse a ratos.

Apoyo de las compañeras

Álvaro Estévez es su entrenador en el cadete 'B' del Miralvalle, donde entrena y respira su pasión baloncestística aunque no tenga ficha federativa ya que se incorporó a finales de 2021, con la temporada empezada y el plantel completo. Aunque no puede jugar los partidos, es una más del equipo, al que acompaña en los viajes. Para el próximo curso sí saltará al parqué y se le tramitarán los documentos, según menciona el técnico, una de las personas que mejor la conoce.

«Para la situación que está viviendo, la verdad es que la veo bastante bien. El deporte le sirve de vía de escape de lo que está viviendo su familia, porque su historia es complicada. Cuando viene aquí con nosotros se olvida de todo, se centra en jugar y disfruta entrenando. El deporte le gusta mucho y ya lo practicaba en Ucrania», describe un Álvaro Estévez que no encuentra una explicación al conflicto. «Parece mentira que suceda en pleno año 2022. Esperemos que se solucione cuanto antes». Estévez confirma que el resto de compañeras la están arropando mucho estos días e incluso la animan más a salir e ir con ellas para despejarse, como también lo hacen en su colegio.

El equipo cadete B del Miralvalle, con Alona en el centro. C. P. Miralvalle

En este caso, la labor del entrenador va más allá de lo táctico, técnico o físico para adentrarse en lo psicológico en favor de su pupila. «Totalmente, tengo que hacer de psicólogo. Cuando explico los ejercicios vamos muy rápido con las chicas, pero luego con ella se lo explico en inglés con tranquilidad, sus dudas, etc. Le hemos dicho que desde el club le ayudaremos y lo agradece mucho, pero nos dice que está bien». Por ejemplo con la barrera idiomática, un problema minimizado porque su nivel de inglés es elevado y el instituto donde está escolarizada, el Pérez Comendador de Plasencia, es bilingüe. Cursa tercero de la ESO y le gustaría estudiar en el Reino Unido Empresariales, Derecho y tal vez Diseño para en un futuro trabajar en Estados Unidos.

El cadete B no va demasiado bien en su grupo regional, confiesa su entrenador. Ha sufrido mucho, especialmente en la fase de grupos y ahora está en los cruces contra el San José de Villanueva. «Seguro que el próximo año irán mejor con más experiencia». Un próximo año en el que ojalá Alona recuerde esta pesadilla como algo pasajero.

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