En medio de una temporada convulsa, Roberto Blanco (Plasencia, 27 de febrero de 1976) se hizo con las riendas del Cáceres Patrimonio de la Humanidad ... como primer entrenador en enero de 2019 tras la destitución de Ñete Bohigas. Lo que un principio podría parecer una solución de urgencia para enderezar el rumbo de un equipo que acabó salvando la categoría en la última jornada frente al Canoe, se ha convertido en la actualidad en toda una seña de identidad, hasta el punto de que no son pocos los que comulgan con el término 'Robertismo', muy utilizado en las noches de victorias épicas. El técnico, que este viernes en Valladolid cumplirá su partido número 100 como primer espada, dice sentirse «ilusionado».
–Llegó como apagafuegos y este viernes en Valladolid ya serán 100 partidos como entrenador del Cáceres.
–Aunque tengo las espaldas anchas, 100 partidos pesan. Es una ilusión enorme y por mi forma de ser es algo en lo que he pensado durante las últimas semanas, pero no me quita ni un ápice de concentración en lo que tengo que hacer.
–El Roberto Blanco de hoy, ¿qué balance puede hacer en cuanto al aprendizaje en comparación con el de entonces?
–Entré como un elefante en una cacharrería, intentando hacer todo lo que yo creía y lo que había hecho en la cantera, pero aquello me duró dos semanas porque era imposible mantener ese tipo de juego. Cada año es un máster de aprendizaje y tienes que evolucionar, no ya solo en lo táctico, sino también en la gestión de grupo. El hecho de crecer como gestor de grupo está ayudando a que estemos en una buena disposición.
–De estar en un segundo plano como entrenador ayudante, pasó a ser el centro de todas las miradas. ¿Cómo gestionó esa presión?
–Yo tengo un punto de ingenuo en todo esto. Creo tanto en el trabajo del día a día que pienso que cuando pones todo vas a tener tu recompensa, pero todo el mundo sabe que en el deporte no solo vale trabajar bien. Sí que ha habido veces en las que he sentido esa presión por llevar un club con tanto peso en la región. En esos momentos hay que apretar los dientes y tirar para adelante.
–Precisamente, en momentos de cierto vértigo el Cáceres ha sabido crecerse.
–Sí. Al final confeccionamos equipos que fuesen un poco parecidos a mi identidad como entrenador y en momentos muy complicados el equipo ha vuelto a sacar la cabeza. Es una identidad bonita porque va con la idiosincrasia del cacereño y del extremeño. Trabajadores, currantes y con muchas ganas de abrirse al mundo.
–Habitualmente sale a relucir entre los aficionados el término 'Robertismo'. ¿Cómo lo definiría su protagonista?
–(Risas). Es algo que acojo con mucho cariño, pero me da mucha vergüenza porque yo soy una pequeña parte de un grupo de jugadores, directivos y cuerpo técnico. Es cierto que puedo ser la cabeza visible, pero el mérito es de todos. Es bonito generar una cierta corriente y que la gente pueda seguirla, pero el mérito no es solo mío.
–De esta etapa como primer entrenador, ¿con qué momento se queda?
–Con la salvación frente al Canoe. Hemos tenido victorias muy importantes y de prestigio, como las dos de Lugo hace dos temporadas, otra en Lleida, en Granada… Pero en ese partido del Canoe, con nuestros aficionados allí y con la salvación conseguida, nos quitamos un peso muy grande. Aún hoy me emociona aquel momento.
–¿Su peor recuerdo hasta la fecha está relacionado con la temporada inacabada de la pandemia?
–Sí. El día que nos dijeron que se paraba la liga todavía no era consciente de lo que nos habían quitado. Estaba siendo un año muy bonito y no sabemos hasta dónde podíamos haber llegado. También está el día de Prat, pero esa espinita ya nos la hemos quitado.
–Desde entonces, al Multiusos le cuesta recuperar el pulso en cuanto a asistencia de público. ¿Tiene esa misma percepción?
–Sí. A nivel social está costando mucho. Tengo ese puntito de pena porque este equipo merece mucho la pena. El club está trabajando para que la gente se enganche, pero todavía tenemos esos coletazos de covid que impiden que más gente disfrute de un equipo que no deja indiferente a nadie. Los que vienen están demostrando una empatía total con el equipo y aprietan en los momentos más importantes y en situaciones difíciles.
–¿El buen rendimiento del equipo, dice mucho de la labor que se realizó en las oficinas el pasado verano?
–El verano fue muy complicado. Cambiamos de director deportivo y hubo algunas semanas en las que el presidente y yo estábamos desbordados. Luego, cuando llegó Eduardo (Pascual) tuvimos que ir con pies de plomo para ver a quiénes íbamos a traer. Creo que ahora están viéndose los frutos de todo ese esfuerzo.
–En la situación actual, ¿sería un fiasco no lograr la clasificación para disputar los playoffs de ascenso?
–Creo que no. Cuando hablo de ese segundo objetivo, lo hago con la misma ilusión de cuando conseguimos salvarnos. El equipo ha competido y hemos estado prácticamente todas las jornadas en esos puestos, pero hay que entender que en esta liga hay potencias muy importantes que te pueden ganar. A falta de dos jornadas, son 18 victorias en una de las temporadas más difíciles de LEB Oro por su igualdad y competitividad. Estamos ahí con plantillas de grandes presupuestos.
–El no haber dado más protagonismo a la cantera, ¿es un debe?
–Tengo esa espinita clavada porque, viniendo de donde vengo, creo que no les he dado las oportunidades que se merecen. Hay veces que no sé cómo conseguirlo, pero ellos saben que los tengo en mi cabeza. El esfuerzo que hacen para estar con nosotros es vital. Para que estas semanas podamos seguir trabajando tácticamente tienen que estar ellos.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.