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Antonio Fuentes, en las instalaciones del CA Montijo.
Antonio Fuentes, el fabricante de lanzadores de martillo

Antonio Fuentes, el fabricante de lanzadores de martillo

Puede presumir de haber conseguido como entrenador más de 60 medallas en campeonatos de España desde su humilde factoría de Montijo

Martes, 24 de noviembre 2020, 13:46

Cuando de un pequeño club de atletismo salen más de una de decena de campeones de una misma modalidad y en un periodo corto de tiempo, la casualidad empieza a convertirse en causalidad. Y en el caso concreto de Montijo y su prolífica cantera de lanzadores de martillo, esa causa tiene nombres y apellidos: Antonio Fuentes Gallego (Palma del Río, Córdoba, 1961). Allí le conocen como 'el maestro', y no es para menos: la lista de discípulos que han seguido sus enseñanzas y han destacado a nivel nacional cada año es más larga. A todos ellos Fuentes les ha ido depurando, a base de ingenio y voluntad, la técnica de lanzamiento. Y lo ha hecho a medida que él también se ha ido formando, de manera autodidacta, en una disciplina que hasta hace poco más de una década le era totalmente desconocida.

Tuvo su primer contacto con el deporte a los 16 años. Su madre le llevó al médico porque se asfixiaba por las noches, y vieron que tenía una mancha en el pulmón por culpa del tabaco. «Mi madre ni siquiera sabía que yo fumaba y el médico me dijo que lo dejara porque a mí me afectaba mucho. Me recomendó hacer deporte y me dio por correr», cuenta Fuentes. Descubrió así su pasión por el atletismo. Poco a poco, empezó a tomárselo más en serio, a entrenar más duro y a participar en más carreras, alcanzando muy buenas marcas en fondo.

En Calamonte, la localidad donde trabajaba como policía local, organizaba carreras populares y se fue haciendo un nombre entre los vecinos. Los niños del pueblo incluso se agolpaban en la puerta de su casa porque querían salir a correr con él. «Empecé a entrenarlos y me picó el gusanillo, me di cuenta de que aquello realmente me gustaba», señala.

Con el curso de monitor nacional de atletismo en su poder, se fue a vivir a Montijo por cuestiones laborales, y allí le pidieron ser entrenador en el club de atletismo del municipio, el Spar Montijo. «Por aquel entonces aquí todo era correr, correr y correr. Mi hija, Ana Fuentes, le gustaba mucho el atletismo pero no se le daba bien correr. Siempre llegaba de las últimas, y yo creía que cualquier día tiraría la toalla. Su físico era más robusto y fuerte, y le comenté que podíamos probar otras disciplinas, como el lanzamiento», rememora. Ella se mostró reticente en un principio, influida por los estigmas sociales que existen sobre este tipo de atletas. »No quería, decía que eso era 'de gordas', pero al final la convencí. Y, gracias a ella, hemos conseguido todo lo que tenemos hoy en el lanzamiento de martillo de la región«, asegura su padre, orgulloso.

Los inicios, eso sí, no fueron fáciles. Él no tenía ningún conocimiento previo sobre esta modalidad, ni siquiera sabía cómo eran los martillos que se utilizaban para lanzar. Su única fuente de información eran los libros. Se puso manos a la obra, y con la creatividad como gran aliada, consiguió fabricar uno artesanal: utilizó el asa de un cubo de pintura, le añadió una cuerda y lo unió a un balón medicinal metido dentro de una red de pescar cangrejos. Así era el primer martillo con el que entrenaban Ana Fuentes, Julio Coco y Javier Cienfuegos, los primeros pupilos de Antonio Fuentes.

Después le tocó lo más difícil: aprender la técnica de lanzamiento. Lo hizo viendo cintas VHS de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, y practicando los movimientos en el salón de su propia casa. Reproducía. Pausaba. Rebobinaba. Reproducía. Pausaba. Rebobinaba. Y así continuamente. «A mi mujer la tenía harta y llegó un momento en el que ya ni funcionaban los botones del mando», bromea. También leía y releía un libro por las noches, y hasta veía vídeos de rusos, bielorrusos y ucranianos en los que intentaba imaginarse lo que decían a través de sus gestos. Se acostumbró a ser autodidacta, ante la ausencia de alguien que le explicara este tipo cosas. Él, en cambio, asegura que comparte todo lo que sabe sobre el lanzamiento de martillo: «Yo no quiero ser el número uno en la tumba, quiero que esto siga tirando hacia delante».

Y los éxitos empezaron a llegar. Javier Cienfuegos ha sido el alumno más sobresaliente, pero hay muchos otros nombres que han triunfado bajo la tutela de Antonio Fuentes: Natalia González, María Barbaño, Javier Carretero, Juan Diego Domínguez, Jorge Gómez o José Manuel Sanguino son solo algunos de ellos. En total, puede presumir de haber conseguido como entrenador más de 60 medallas en campeonatos de España. La clave, dice, está en la técnica. Y en su imaginación para corregirla. «Cada vez que veía que alguno de mis lanzadores no hacía bien un movimiento, salía a correr y le iba dando vueltas a la cabeza para ver qué podía hacer para cambiarle eso que hacía mal. Y se me iban ocurriendo instrumentos y trucos que no hay en ningún otro sitio porque han salido de mi imaginación. Es el recurso del que no dispone de medios suficientes pero tiene inquietudes y quiere mejorar», manifiesta.

Este año, la RFEA (Real Federación Española de Atletismo) le ha otorgado el premio a mejor entrenador a nivel nacional. Es la primera vez que consigue este galardón, que supone un reconocimiento a la enorme contribución que está realizando para el desarrollo del lanzamiento de martillo extremeño. Hace varias semanas consiguió ampliar aún más su palmarés, con el décimo campeonato de España de Cienfuegos. Pero Antonio Fuentes ya está empezando a pulir sus nuevos diamantes: entrena también a cuatro niñas de entre 9 y 12 años que están iniciándose en esta disciplina. Una de ellas, Violeta López, se ha proclamado ya campeona de Extremadura Sub-14 y se ha colocado sexta en el ránking nacional. «Ella nos va a dar también muchas alegrías», se atreve a pronosticar el palmeño.

Cienfuegos y las cuatros niñas son los únicos alumnos que continúan a las órdenes del maestro. Su tiempo libre no le da para más. Trabaja por las mañanas de interventor accidental en el Ayuntamiento de Calamonte, y se pasa las tardes en las instalaciones del CA Montijo, sobre todo junto a Cienfuegos. «Javi me requiere mucho tiempo, lo suyo es ya entrenamiento de alto rendimiento y me tengo que centrar en él», comenta.

Aun así, asegura que quiere seguir formando a jóvenes y que está muy contento con las cuatro alumnas que ahora tiene. «Suelen venir más niñas que niños a lanzar. Ellos tienen un abanico muy amplio de deportes, como el fútbol o el baloncesto, y no les atrae tanto esto. Y los que tienen un cuerpo grande y fuerte, a esas edades prefieren jugar de portero o defensas antes que ser lanzadores. El problema es que cuando van siendo más mayores tienen que dejarlo porque no tienen físico para seguir jugando a esos deportes. Javier [Cienfuegos] también era portero, pero él sí supo ver que no tenía ningún futuro allí. Es una pena, porque esos chavales que aquí serían muy buenos acaban en la calle y con malas compañías», se lamenta.

Su labor de formación va mucho más allá de la mera técnica de lanzamiento. Él también les educa en otros aspectos más cotidianos. «Hablo mucho con ellos sobre la vida y su futuro, y les digo que tienen que esforzarse para devolver el apoyo que le están dando sus padres. Me preocupo por sus problemas y les intento ayudar en la medida que puedo», reconoce. «Creo que ellos aquí aprenden mucho. Tienen un ambiente de compañerismo, de ayudarse unos a otros, que no van a encontrar en otro sitio. Y este deporte les ayuda mucho. Algunos llegan muy cohibidos, vienen como 'el gordito' o 'la patosa' del colegio, y luego cuando van a campeonatos de España e incluso los ganan, vuelven con una fuerza mental increíble. Se sienten mucho más respetados y valiosos», añade.

A pesar de todo, su trabajo no tiene el reconocimiento social que merece. Hasta él mismo lo piensa. «Yo creo que los entrenadores no contamos demasiado. Estamos ahí un poco escondidos y a la gente le importamos poco», comenta resignado. Pero a él le da igual. Seguirá como hasta ahora sacando campeones en lanzamiento de martillo desde su particular factoría de Montijo.

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