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juan carlos ramos | j.s.p. | ana b. hernández
Jueves, 8 de septiembre 2022, 14:18
El Día de Extremadura más deportivo. O el más ciclista, según se mire. La Vuelta a España vivió su jornada más colorida gracias a los miles y miles de aficionados extremeños que, aprovechando el festivo, se echaron a las cunetas -y también a la carretera-, para aupar al pelotón en la penúltima etapa de montaña de la gira nacional. Esa que se acababa en Piornal y que se preveía como el gran escenario de batalla para dilucidar el título de la 77ª edición.
El abandono de Roglic dos días antes tras caer en el sprint de la llegada de Tomares rebajó el drama en la lucha por el primer puesto, pero los aficionados extremeños no quisieron que la etapa perdiera ni un solo gramo del espectáculo que se le presumía. Se volcaron en la etapa desde el comienzo en Trujillo, donde un ambiente enfervorizado despidió a los ciclistas.
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Cientos de personas, muchas de ellas llegadas de distintos puntos de la región, arroparon esta mañana, en medio de un gran ambiente, a la gran caravana de La Vuelta en Trujillo. En primer lugar, se produjo una salida neutralizada para que el pelotón recorriera las calles principales de la ciudad y pasara por la plaza Mayor, con la estatua de Francisco Pizarro como testigo.
Con más de veinte minutos sobre el horario previsto llegaban los primeros ciclistas a Plasencia. Pero las calles de la ciudad en el recorrido marcado para el paso de la carrea por la ciudad ya estaban llenas de público.
De hecho, poco después de la una de la tarde eran muchos los que aguardaban en el lugar elegido para ver a los corredores. Jóvenes, mayores y pequeños, en grupos de amigos, parejas y familias al completo, con carros de bebés incluidos, han cubierto los cinco kilómetros que han recorrido los ciclistas a su paso por Plasencia para aplaudirles y vitorearles, y también fotografiar el momento. Hacía muchos años que la vuelta no llegaba a la ciudad y hoy era raro ver a alguien sin el móvil en la mano para inmortalizar la ocasión.
La salva de aplausos acompañó a los corredores en cualquiera de las localidades que atravesaba: Torrejón el Rubio en pleno corazón de Monfragüe; poblaciones veratas como Gargüera, Jaraíz, Yuste o Garganta la Olla; y otras jerteñas como Barrado, Valdastillas o Casas del Castañar. Los fuegos artificiales, como es lógico, llegaron en Piornal, con ese duelo en los últimos metros entre Remco Evenepoel y Enric Mas.
Miles de personas se acercaron hasta el techo de Extremadura para disfrutar de un evento único y de un día apacible, sin demasiado calor y con nubes que por momentos llegaron a amenazar con lluvia. Era la tercera vez que la Vuelta a España llegaba a Piornal y, de las tres, la que más gente rodeó las curvas de las escaladas a Piornal. De las escaladas, en plural, ya que se ascendió una vez por la cara verata y otra por la cara jerteña.
Sorprendió la gran cantidad de aficionados que optaron por acudir en Piornal en su propia bici. Además, desde todos los puntos de la región. Se sumaron a una serpiente multicolor que ya se empezó a dibujar en la salida de Plasencia en dirección al Valle del Jerte. También había cientos de caravanas provenientes de todos los puntos del país e incluso Portugal.
Además, desde primeras horas de la mañana. Había que coger el sitio idóneo para poder disfrutar del paso del pelotón con toda comodidad. Unos, como si fuera una pequeña romería, se animaron a subir tres o cuatro kilómetros más allá de Piornal para esperar al pelotón en el primer paso por lo más alto de la Sierra de Tormantos. Otros, prefirieron aguardar en la curva de la bajada donde el pelotón doblaba hacia Barrado. Todos, los unos y los otros, abandonaron ese primer paso para correr a recibir a los ciclistas en los últimos 1.000 metros.
En esa espera, el archiconocido Jarramplas trató de aliviar la incertidumbre haciendo uno de esos pasacalles que hace los 19 y 20 de enero. Inimaginable el calor que debió soportar bajo ese armatoste en pleno verano. Los aficionados agradecieron el esfuerzo y, por un momento, alejaron la vista de la calzada para aplaudir y hacerse unas fotos con el santo y seña de Piornal.
Eso fue hasta que por la curva de los últimos 500 metros aparecieron Enric Mas y Remco Evenepoel, mano a mano y con el propósito de llevarse una de las etapas más importantes de la Vuelta a España. Al final, por mucho que empujaran los extremeños, la victoria se la llevó el belga, sin duda, el corredor más en forma de esta edición.
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