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¿Qué ha pasado hoy, 17 de marzo, en Extremadura?
Rober Correa, con la camiseta del Espanyol. Abajo, en la firma de su contrato de Primera con el presidente Joan Collet. ::
El día más feliz en la vida de Rober

El día más feliz en la vida de Rober

Desde Ciudad Jardín, la misma barriada de Julián López de Lerma, sigue los pasos de su paisano, otro producto de la factoría del Flecha

Marco A. Rodríguez

Lunes, 29 de junio 2015, 07:37

El viernes 12 de junio fue uno de esos días que quedarán grabados a fuego en la memoria de Rober Correa. Con pocas horas de sueño, cansado, algo nervioso y como siempre acompañado por su padre, se presentó en Barcelona vía Cádiz tras breve escala en Sevilla para subirse a un avión que le condujera a firmar el documento deseado por todo futbolista. Junto a un abogado y su representante, allí le esperaban el Espanyol y su presidente Joan Collet, con quienes se vincula tres temporadas con contrato profesional de jugador de Primera División. Un sueño difícil de alcanzar pero que esta vez sí se ha hecho realidad para este pacense de 22 años, producto de la inagotable factoría del Flecha Negra, que ocupa la demarcación de lateral derecho. Como el propio Rober rememora, el día más feliz de su vida.

SUS DATOS

  • uNombre completo. Roberto Antonio Correa Silva.

  • uLugar y fecha de nacimiento. Badajoz, 20 de septiembre de 1992.

  • uPosición. Lateral derecho.

  • uPeso y altura. 76, kilogramos, 1.80 metros.

  • uTrayectoria. Después de su paso por el Flecha Negra y el Atlético San José Promesas, Rober se fue en la 2010-11 al Rayo B, en la 2012 estuvo en el primer equipo del Rayo y jugó con Paco Jémez en dos partidos, debutando en Primera contra el Sporting de Gijón. De la 2013 a la 2014 ha estado en el filial del Espanyol, saltando en alguna ocasión a la primera plantilla para disputar la Copa del Rey. Ahora, acaba de llamarle el primer equipo, la Primera División nada menos, donde ha firmado su primer contrato como futbolista profesional.

«Recuerdo que estaba bastante nervioso, pero sobre todo feliz y deseando firmar cuanto antes. Mi padre estaba allí conmigo y muy emocionado, más emocionado que yo. En realidad, yo creo que él está más feliz, porque seguro que ha sufrido tanto como yo. Fue una firma muy amigable. Nos trataron muy bien y estoy muy contento», recuerda Rober sobre aquel día. La familia es el primer pensamiento que ocupa su mente en ese preciso instante. «Pensé en mi familia porque sufrí hace dos años una lesión importante de pubis por la que me tuve que operar. Lo pasé muy mal y ellos conmigo. Por eso mi padre estaba tan emocionado en la mesa. También pensé en los momentos de dificultad, cuando no juegas y eso, y te das cuenta de que, si trabajas, todo llega. Fue el día más feliz de mi vida. Cualquier niño sueña desde pequeño con ser jugador de Primera. Justo después de firmar me dije: 'Lo he conseguido'. Puedo decir que soy jugador de Primera División».

Batallador infatigable

Dicen de él que es un batallador infatigable desde su flanco diestro. Su seriedad fue de la mano de un club 'perico' que apuesta por los jóvenes al entender que ese camino es la inversión más rentable. No es el único al que han subido desde la cantera. Su próximo entrenador, Sergio González, ya le tuvo en el filial blanquiazul y sabe como se desenvuelve, el valioso trabajo que aporta. Lardín, su director deportivo, le ha seguido muy estrechamente desde que aterrizara en la Ciudad Condal hace dos años. Se la jugaron con él porque llegó lesionado. Les salió bien y ahora tienen un proyecto que afianzar como integrante del primer equipo. Otro factor más, de índole sentimental, pudo ser la similitud con el caso de Julián López de Lerma, otro pacense con trayectoria y procedencia casi calcada. «Hablan muy bien de Julián en el club. Siempre que he oído hablar de él lo hacen muy bien, que era un chaval muy currante. Dejó un gran recuerdo por aquí y es una pena que las lesiones pusieran fin a su carrera muy pronto. Ahora entrena al Alevín B».

Algo tiene la barriada de Ciudad Jardín, en Badajoz, que algunos de los chicos que jugaban en sus calles hace años acabaron en Primera División, en concreto en el Espanyol, después de pertenecer a la fábrica del Flecha. Rober le agradece a López de Lerma su apoyo y la labor de 'cicerone' cuando fue incorporado al B. «Me dijo que cualquier cosa que necesitara se lo pidiera y que en este club los extremeños estábamos muy bien considerados, que intentase aprovechar esta oportunidad y que estaba seguro de que me iría bien».

Rober le está muy agradecido al Espanyol porque sus inicios no fueron fáciles. La pubalgia puede acabar con la carrera de cualquiera y sin embargo confiaron en él pese a las serias dudas. «Pero yo también me lo he currado. Me considero muy trabajador. Sergio ya me conocía del filial. Él me exigió mucho y yo creo que también le dí mucho. Tenemos una relación bastante buena. Cuando el equipo pasó una crisis nos dijo que éramos buenos jugadores a los que nos faltaba confianza y que él nos la daría. Al final acabamos octavos».

Pelea con Arbilla

En principio, Correa parte como suplente de Arbilla, con quien coincidió en el Rayo Vallecano cuando el extremeño jugaba en el filial rayista y el lateral vasco en el cuadro de Jémez. No jugaron juntos pese a que Correa finalmente debutara en Primera, pero sí entrenaron con Jémez en numerosas ocasiones. Así que su principal competidor es un amigo. «Tenemos mucho trato y lo conozco muy bien. Es un futbolista muy competitivo, típico jugador vasco que va a muerte, con muy buen golpeo. Tendré que intentar quitarle el puesto y los dos lucharemos porque todos queremos jugar, pero siempre dentro de la amistad», añade.

Por su posición en el terreno de juego, las circunstancias podrían ponerle una noche frente a inolvidables retos como Cristiano Ronaldo -si Benítez mantiene al luso en su ubicación- o el brasileño Neymar, por poner apenas dos ejemplos. Él espera, llegado el caso, que no le coja casi a traición. «Si tiene que pasar, que pase, pero me gustaría que antes tuviera al menos un par de partidos para aclimatarme al equipo, coger el ritmo, no vaya a ser que esos jugadores tan buenos me dejen en ridículo. Nunca sabes por dónde te van a salir. Sería bonito y merecería la pena enfrentarme a ellos, pero hay que tener cuidado porque son como toros».

La historia de Rober -aunque puede que sólo acabe de comenzar- es una de esas con final feliz. Cuando era niño, según relata, alucinaba con los cromos de los futbolistas de la hoy consideraba mejor liga del mundo. Ahora, en el verano de 2015, su rostro sobre una camiseta azul y blanca -a la que le debe mucho- aparece en ellos.

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