El Mérida se gana la sonrisa copera

Tres semanas habían pasado desde que el viento moviera la torreta de luz del estadio como si fuera un bailarín y obligara a dejar la eliminatoria copera. Un mini partido de 53 minutos por delante, con la obligación de remontar. Ese era el reto al que se enfrentaba el Mérida parra poder volver a ver a un equipo de primera en el Romano y, sobre todo, para insuflar un poco de ánimo a su equipo y maltrecha afición.

Esos ocho minutos hasta el pitido del árbitro que indicaría el descanso debían pasar cosas. Villa remató flojo de cabeza desde dentro del área, Jiménez se encontró en área pequeña una pelota suelta, aunque demasiado esquinado, y su disparo con la zurda se marchó alto. Mario Gómez tuvo el empate en un cabezazo, pero Fornés despejó a córner. Y en la última jugada de este breve primer tiempo, el Mérida sintió que llevaba ocho minutos seguidos compitiendo demasiado bien y dejó de hacerlo. Resultado, La Nucia doblaba la ventaja en una jugada de patio de colegio. Centro desde la izquierda de Fofo, Juanjo Gracla la baja con parsimonia, y Titi remata a gol. Y todo eso, como si nada. Sin que ningún defensa le molestara lo suficiente como para que errara el remate. Y sin sacar de centro, de nuevo al vestuario.

El bajón parecía considerable. Afortunadamente, y ante el presagio de una segunda parte de bostezos, una combinación entre Pino y Mena dejó a este bien posicionado para buscar un remate que sirvió para acortar distancias, dejar el empate a un gol y levantar de los asientos a sus necesitados aficionados. Era cuestión de fe. Trató La Nucía de sedar el juego moviendo bien la pelota de banda a banda, ganando metros poco a poco, mientras Merino introducía a Obama para salir con velocidad tras robo y a Miguel Ángel Espinar para tratar de acercar a su equipo al área. El resultado fue inmediato. Mena filtró un pase por arriba para Antonio Pino y este enganchó una volea que reventó la red. Estábamos con empate y veinte minutos por delante. Y el Romano empujando, satisfecho de lo que veía.

Porque el Mérida seguía soñando con la machada. No se volvía loco, pero estuvo cerca del tercero en un rechace que cazó Gaspar. Su remate, tras tocar el césped apuntaba a la escuadra cuando apareció la mano de Fortés para sacar la pelota. Las buenas sensaciones eran romanas esta vez. No se logró evitar la prórroga.

El tiempo extra calmó el ímpetu de unos y otros. Con media hora por delante, las prisas desaparecieron. Ninguno quería arriesgar, y buscaban llegar al área sin riesgos o en alguna jugada a balón parado. Así, Jiménez tuvo la ocasión más clara de esta primera parte del extra en un balón suelto en el área, pero sin resultado. Tras el cambio de campo, con ambos equipos dudando si firmaban los penaltis, fue Sánchez el que apareció en dos ocasiones, ante Morgado y Fofo.

No hubo forma de eludir la tanda final. Allí los romanos cuentan siempre con el comodín Javi Sánchez. Tras rozar la clasificación desde casi el tercer lanzamiento, apareció el meta en el último disparo para detener el chut de Fofo y mandar al Mérida a la siguiente ronda. Y al ánimo, al cielo.

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Merino: «Merecíamos esta alegría»

Diego Merino comenzó acordándose de «Santi Amaro, Germán y toda la gente del año pasado, que si competimos la Copa del Rey este curso es gracias a ellos». Muy contento «buscábamos un cambio anímico, una alegría que merecíamos ya, y hay que felicitar al presidente, a Rubén, a la plantilla y a esa afición que lo merecía». Valoró el choque: «creo que hemos hecho un gran partido. En ese primer tramo hemos tenido ocasiones y, a pesar de eso, nos hemos ido con un gol más de desventaja. El gol de Mena ha sido clave porque nos ha dado fe. Esta victoria nos libera, y con esa liberación afrontaremos el partido del domingo con la ilusión de ese premio ante el Celta. Lo hemos pasado mal, mucho trabajo en la sombra sin recoger premio y por todo ese trabajo estoy francamente satisfecho». Sobre la afición «ya tocaba darle una alegría, han estado increíbles y esperamos seguir dando alegrías».