«Es un partido que me regala el fútbol»

«Debuté en el Trofeo de la Cerámica contra el Espanyol», rememora sin olvidar que fue apenas unos meses después de aquella fatídica noche de semifinal de Champions en la que Riquelme falló un decisivo penalti. Aquel verano jugó tres o cuatro amistosos con el primer equipo con el que después pasó a entrenar de forma habitual mientras estaba en el filial. Un Villarreal que contaba entonces con nombres como Riquelme, Sony Anderson, Forlán, José Mari, Josico, Arruabarrena, Juan Pablo Sorín, Pires… «Había un equipazo».

Era la primera vez que se alejaba de la familia y no fue fácil, «pero al final estás con compañeros y vas a entrenar, al colegio y en su momento ya tenían de las mejores instalaciones, ahora las habrán incluso mejorado; entonces vivías por y para el fútbol». Sin embargo, han tenido que pasar 20 años para valorar esa etapa: «Es ahora cuando se valoran esas aventuras porque a esa edad no valoras dónde estabas, cómo entrenabas y con quién».

En esos años, y antes de su cesión al Talavera, logró el ascenso con el filial del submarino amarillo a Segunda B. «Fue mi primer equipo profesional y ahora será seguramente el último al que me enfrente en mi carrera», expresa el placentino que, a sus 35 años, apura los tacos de sus botas en el Santa Amalia.

«Creo que es un partido que me regala el fútbol», afirma el experimentado jugador que ha pasado por equipos como el Recreativo de Huelva, en Segunda, o Extremadura, UCAM, Nástic de Tarragona o Villanovense, en Segunda B. Este verano estaba decidido a colgar las botas cuando una llamada volvió a cambiarlo todo. Esta vez, sí que respondía él la llamada. Al otro lado, el director deportivo del Santa Amalia que, junto con el entrenador amaliense, le invitaban a un último baile. «La idea era dejar el fútbol y ahora te encuentras con estar haciendo una temporada bonita en Santa Amalia, que vamos primeros, y enfrentarte a un equipo referente en Europa», dice el autor de uno de los goles que dio el pase al equipo pacense contra el Universitario.

Pero ya no tiene 15 años y la experiencia le dice que debe valorar esta aventura que quizás puede ser la última que le brinde el fútbol. «El inicio fue con ellos y van a estar también en el final de mi carrera, es algo bonito», dice sobre el duelo de este sábado que será especial para él, pero también para sus compañeros a los que pide «disfrutar el momento y el partido porque nunca se sabe cuándo se va a poder vivir otro momento igual».

Del que fuera su equipo, Jesús Rubio espera que viajen con todo, «más después de la racha que llevan, no se pueden permitir tener un pequeño susto», advierte, «creo que vendrán con todo y sería lo más bonito para todo el mundo».

Ellos empezarán a preparar el partido esta noche en un primer entrenamiento en el que se esperan caras de felicidad e ilusión ante una semana de fútbol profesional para un equipo del fútbol más modesto. «Nos vamos a concentrar ya desde mediodía en un hotel y eso para un equipo de Preferente es la hostia», dice Jesús Rubio que, por qué no, sueña con dar la sorpresa: «El fútbol es fútbol y no sería la primera vez que la Copa del Rey deja algún batacazo».