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Los jugadores hacen el pasillo a un colegiado en Extremadura. :: fexf
Una escarapela arbitral antivándalos

Una escarapela arbitral antivándalos

Los árbitros extremeños de menos de 18 años portarán, como elemento para su defensa, una identificación de que se trata de menores de edad

Martes, 14 de enero 2020, 07:54

Todos los árbitros merecen respeto, y los que no han alcanzado la mayoría de edad, incluso más. Pero la comunidad del fútbol sigue sin entenderlo, ya sean los propios jugadores, técnicos, directivos, etc., o bien agentes exógenos, como el público, especialmente los padres, excepciones incapaces de aceptar que si su hijo no es Messi el chico que dicta sentencia en el encuentro tampoco será Jesús Gil Manzano. La sensibilización respecto a esta plaga es cada día mayor y la Federación Extremeña de Fútbol se va a sumar a otras como la madrileña o la andaluza para dotar a los trencillas de un distintivo, una escarapela que se adjuntará a la indumentaria y que resaltará que quien la vista tiene menos de 18 años.

«El Comité Extremeño de Árbitros pretende sensibilizar a jugadores, cuerpos técnicos y espectadores sobre la labor, muchas veces incomprendida, de los jóvenes colegiados de la región», informa la FExF en un comunicado donde se defiende que estos chavales están aún en fase de formación y no deberían aguantar algunos comportamientos lamentables. Todos los árbitros de las nueve delegaciones del comité llevarán esta insignia en las próximas semanas para que sean visibles, tanto dentro como fuera del terreno de juego. El ente federativo cifra en alrededor de unos 125 los menores de edad en categorías inferiores de nuestro fútbol o en el fútbol aficionado, por ejemplo la Segunda División Extremeña.

Fernando, árbitro novato

El anuncio ha sido muy bien acogido por nuestros colegiados más jóvenes, que consideran que esta campaña puede ayudar a que sean más respetados. Así lo cree Fernando José González, de la delegación de Castuera, que es un 'rookie' en estas lides pero con experiencia suficiente como para conocer uno de los lados más amargos del balompié. Apenas tiene 16 años y debutó -«muy nervioso» según rememora- con 15, participando en partidos de infantiles, alevines, cadetes y como linier en la Segunda Extremeña. «Me gustó mucho cuando me enteré. Creo que puede ayudar a que nos respeten más, o mejor dicho, a que tengan más cuidado con nosotros, que somos menores y la gente no se da cuenta a veces. Esto va en favor de nosotros y es un gran detalle», opina.

«Pasas miedo porque es una situación complicada y nunca sabes cómo van a reaccionar las personas»

Cristian Enrique Castro, Árbitro de 17 años

«Me gustó mucho cuando me enteré. Creo que puede ayudar a que tengan más cuidado con nosotros»

Fernando José González, Árbitro de 16 años

Su currículo arbitral no ha tenido que padecer algún altercado o situación incómoda grave, pero sí ha sufrido insultos y menosprecios, especialmente, según asegura, desde los padres de los futbolistas. Eso fuera del campo, porque dentro también existen, sobre todo cuando interviene en la antigua Regional señalando fueras de juego a jugadores que superan la treintena y que le miran con enojo. «Ahora hay más mentalización, pero siguen pasando cosas. Yo por suerte no he tenido ninguna, algún insulto como mucho, pero es verdad que la diferencia de edad se nota mucho en que te tengan menos respeto».

Fernando José colgó las botas para convertirse en árbitro junto con algunos amigos que le animaron a hacerlo y al final el único que resiste es él. «Me gusta mucho esto y claro que querría dedicarme profesionalmente. Hasta ahora no he tenido que pensar en dejarlo por algo que haya ocurrido. Yo quiero seguir», concluye.

Cristian no abandona

No todos sus homólogos han escapado de las fauces de la mala educación deportiva. Cristian Enrique Castro sí ha vivido en primera persona un incidente con un entrenador alejado de aquello que se conoce como 'fairplay'. En Montijo, hace poco, expulsó al técnico del Peña El Valle por gritarle «singuervenza». Tras el pitido final, de nuevo le increpó con ánimo de agredirle, impidiéndolo los padres; un hecho que se repitió a la salida, según relata. «No se acercó a mi gracias a los padres, porque quería agredirme».

Colegiado de Segunda Extremeña de 17 años y de la delegación de Badajoz, su devoción es tal que no se plantea abandonar. «Nunca he llegado a pensar en dejarlo. Me gusta muchísimo el arbitraje. Pasas miedo porque es una situación complicada y nunca sabes cómo van a reaccionar las personas. Yo miro para un futuro y creo que merece la pena hacer mi sueño realidad, que sería llegar a arbitrar en Primera División».

Cristian ve positiva la escarapela. No será un guardaespaldas, pero puede colaborar con la causa. «Me parece muy bien, así se dan cuenta de que somos niños y que deberían tenernos más respeto», valora sobre un asunto que no es cosa de niños.

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