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Desde el próximo 2 de mayo el Gobierno permitirá hacer deporte en la calle, con condiciones. Los futbolistas llevan tiempo ejercitándose en casa, pero no es lo mismo.
Cuarenta y cinco días de cuarentena y los futbolistas extremeños empiezan a sentirse como leones enjaulados. Activan cuerpo y mente para no perder el tono físico con sus sesiones videocontroladas por los especialistas de sus clubes, pero esa preparación se queda coja. Falta el aroma que desprende la hierba, la broma del compañero en el vestuario y, sobre todo, el golpeo del balón. Son jugadores de fútbol, no atletas. Desde el próximo 2 de mayo tendrán como aliado al menos salir a la calle a sentir el aire y abandonar un poco la cinta de correr, pero, por lo que comentan pesos pesados de Extremadura, CD Badajoz, Cacereño y Villanovense, eso no será suficiente. Además, temen que, en caso de retorno del deporte rey en España, el riesgo de lesiones sea muy superior al temor por el contagio.
El parón deportivo no ha alejado a los jugadores del Extremadura de los entrenamientos. El cuerpo técnico, con su preparador físico Dani Chamorro a la cabeza, ha tenido que reinventarse para que los futbolistas mantengan la forma física para cuando la competición vuelva. Hacen entrenamientos supervisados por videoconferencia entre tres y cuatro veces por semana, además del trabajo individualizado controlado por Chamorro.
Uno de los capitanes, Kike Márquez, entrena mañana y tarde para mantenerse lo mejor posible en forma en casa, aunque es complicado ya que dispone de poco espacio y un material reducido. «Prácticamente entreno diariamente por la mañana y por la tarde, porque hay bastantes horas libres al día y hay que matar el tiempo de una forma o de otra. No es lo mismo, porque si lo miras como unas vacaciones al final te mueves de un sitio a otro, haces más ejercicio y en casa estás todo el tiempo parado y con pocas herramientas de trabajo».
El de Sanlúcar de Barrameda cree que la preparación no es completa y que cuando la liga vuelva puede haber algún problema en forma de lesión para los futbolistas, que no están acostumbrados al entrenamiento en un campo de fútbol. «Llevamos dos meses parados y el tono físico el jugador lo pierde por completo y es complicado que en diez o quince días esté físicamente en pleno estado de forma, y todo lo que estamos viviendo y el estrés de las últimas jornadas puede hacer que haya lesiones y muchísimas cosas más. Es muy complicado», sentencia Kike Márquez como informa Raúl Peña.
Guzmán Casaseca apenas tiene tiempo de aburrirse en este confinamiento. El motivo, una niña de un año y otra de tres que le tienen muy atareado. El capitán del Badajoz desea que esta situación se arregle cuanto antes y, por lo que relata, sus entrenamientos son dignos de elogio. «No es lo mismo entrenar con el equipo que aquí en casa. Con las dos niñas y la casa llena de trastos te puedes imaginar. Tengo que ir mirando al suelo para no pisar nada, pero nuestra obligación es estar preparados por si nos llaman para volver a jugar».
Guzmán subraya que los deportistas están pasando por un mal momento, y en el caso de los jugadores de fútbol más si cabe. «Nosotros podemos correr y estar en forma. Yo tengo una cinta y una bicicleta en casa, pero no es lo mismo. Necesitamos tener contacto con el balón, la intensidad, movimientos del juego y los entrenamientos con el equipo, y eso va a tardar. Esperemos que cuando sea posible la vuelta lo hagamos en condiciones de seguridad, porque no queremos poner en riesgo a nuestras familias», continúa el blanquinegro, quien tiene dudas sobre si sacar a la calle a sus pequeñas ya que en esta pandemia todo es incertidumbre.
Ángel Bernabé, guardameta y segundo capitán del Cacereño, también cuenta los días para que tanto él como sus compañeros puedan regresar a las rutinas habituales de trabajo en grupo y al aire libre. Eso sí, siempre y cuando se puedan cumplir a rajatabla las medidas de seguridad pertinentes para evitar contagios: «En Primera y Segunda será fácil tener a la gente con los mejores cuidados, pero en otras categorías será algo muy complicado».
El cancerbero, que pasa este confinamiento domiciliario en Cáceres junto a su pareja, reconoce que tanto tiempo de inactividad sobre el césped ya está pasando factura, aunque lo lleva de la mejor manera posible: «Para los que estamos acostumbrados a hacer deporte y a correr esto se hace muy cansado porque al final lo que no tienes es movilidad y se echa en falta algo más de cardio. Llevamos mes y medio y se nota. Al final se coge un poco más de volumen y de grasa y el físico se va yendo». No obstante, en el Cacereño nadie hace la guerra por su cuenta: «Estamos conectándonos para entrenar todo el equipo un día sí y otro no. Los días que libramos también vamos haciendo algo porque parar no se puede parar», informa José Cepeda.
Para José María Tapia, uno de los capitanes del Villanovense, lo más difícil está siendo no pasar tiempo con sus seres queridos, «pero es la época que nos ha tocado vivir y creo que debemos seguir así hasta que nos digan otra cosa». Confía en los expertos y procura no dejarse influenciar por otros comentarios. «Es una situación nueva para todos, pero aun así la gente opina. Me parece respetable, pero creo que lo mejor es estar tranquilo, ver qué pasa y estar preparado por si volvemos».
Según informa Estrella Domeque, cumple con las pautas que cada mañana envía el preparador físico con una carga de trabajo similar a una semana normal de competición. También cuidan la alimentación, por si llega el retorno a la competición. «Como cualquier trabajador tienes tus miedos y mi trabajo es el fútbol, vivo de ello y lo que quiero es que se juegue, pero porque no quiero perder mi ámbito de trabajo o que esto conlleve problemas económicos», dice el lateral zurdo, «no es por subir de categoría o no, para mí está en un segundo plano, pero sí miro al futuro».
Aceptaría volver a competir. «Hay muchos trabajadores que se están jugando la salud, no me refiero solo a la magnífica labor de enfermeros, policías, camioneros..., sino gente que va a empezar a trabajar ahora y los veo como yo, porque nuestros sueldos son parecidos, nosotros no somos jugadores de Primera o Segunda». Hasta que eso ocurra, Tapia sigue en casa casi todo el tiempo, excepto por los paseos de su perro. «Es un bicho y diría que él necesita salir de casa más que yo», bromea antes de despedirse con el deseo de estar cuanto antes donde más le gusta, en un campo de fútbol.
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