Javi perdió una final pero encontró una esposa

Como todo el SP Villafranca, Javi Pérez tenía depositadas serias esperanzas en la final de la Copa Federación que su equipo disputó contra el Moralo a finales de verano. Se cumplió el pronóstico y el título lo levantó el favorito, el cuadro de Navalmoral que además era el vigente campeón. Al centrocampista villafranqués le dolió la derrota porque aquella final era un oasis de optimismo para alguien que sufría los daños colaterales de la crisis del Extremadura, club con el que estuvo vinculado siete años. Perdió una final, pero ganó una esposa ya que justo tras el pitido final, para sorpresa de él y algunos miembros del vestuario –otros sí lo conocían–, su novia María Antonia le pidió matrimonio. La contestación, merecida, fue un 'sí'.

Aquella noche, tras el partido y la entrega del trofeo al campeón, María irrumpió en el terreno de juego de la mano de la hija de la pareja, Aitana. Se encaminó hacia el lugar donde los futbolistas del conjunto amarillo se despedían antes de poner rumbo a la ducha mientras algunos –cómplices de ella– los colocaban en una especie de círculo, como si el técnico fuera a dar una charla. La novia, valiente al tiempo que nerviosa, se puso de rodillas, extendió los brazos y le mostró un anillo a la espera de respuesta. «¡Es que imagínate que me hubiera dicho que no!, con todo lo que había movido. Estuve allí desde antes del inicio del partido y creo que han sido los 90 minutos más largos de mi vida. Estaba de los nervios y no veas cómo lo pasé», recuerda María.

Javi Pérez asegura que no sabía nada. De hecho, en el vídeo que circuló por las redes se le notan los gestos de sorpresa. Ella lo preparó todo minuciosamente. Sabía que con las medidas sanitarias por el covid era más complicado de lo habitual pero se puso en contacto con la Federación Extremeña de Fútbol para que la dejaran acceder al césped una vez que el Moralo se hubiera retirado tras la ceremonia. También lo ideó con varios de los jugadores del plantel, excompañeros e incluso con el entrenador, José Manuel Cisneros 'Pana', que se quedó bastante asombrado.

«Yo es que soy una caja de sorpresas. Y él lo sabe. Es que estoy muy loca y ya llevaba tiempo rondando que por qué tiene que ser siempre él el que decida dar el paso para formalizar una relación y más en nuestro caso, que ya teníamos una niña, así que estuve una semana muy nerviosa, me ayudaron mucho algunos contactos que conocemos del fútbol. Me presenté en la tienda de Pana para contárselo y él se lo dijo a otros del equipo y al final salió todo bien. El entrenador se quedó algo perplejo porque no es normal que esto lo haga una chica. Mucha gente se reía de mí y yo pensaba que..., como me diga que no, lo mando para Córdoba», contesta María al ser cuestionada sobre lo singular de su actuación.

Javi no sabía absolutamente nada pese a que gente del entorno era consciente del insólito plan. De hecho, no la vio hasta que prácticamente la tuvo delante. «Ni se lo imaginaba. Menos mal que la reacción fue buena. Con la vergüenza que pasé y la gente que arrastré conmigo, imagina que a este se le funde el cable y me dice que se lo va a pensar. Era el momento adecuado, tenía que ser ese día y lo había meditado mucho porque son decisiones importantes en la vida. Será difícil que Javi vaya a jugar otra final. Ahora estoy muy liada porque estoy preparando la fiesta», continúa ella.

«Yo no sabía nada. Fue una sorpresa muy bonita. Hubiese sido más bonito si hubiéramos ganado, sabíamos que era una final complicada ante un equipo hecho para ascender, pero la derrota se llevó de mejor manera con la sorpresa que me dio mi mujer», subraya Javi Pérez, futbolista con amplia experiencia en Segunda B y Tercera, cordobés de nacimiento (27/01/1986) y que lleva muchos años en Extremadura.

Ex del Córdoba, Puertollano, Alcalá, Badajoz... jugó en el Extremadura desde la 2015 y echó raíces en Almendralejo, donde conoció a María Antonia, también futbolista aunque dice que ya solo puede con el fútbol sala. Él entrenaba a un equipo de las categorías inferiores del club azulgrana y ella a otro. Así se conocieron, según comentan, hace poco más de un lustro.

Los dos son víctimas de la delicada situación que atraviesa el Extremadura, en cuyo equipo B jugó la pasada campaña. Él tenía además un contrato de cinco años como director de la cantera y, para más inri, ella trabajaba en la tienda del club. Se quedaron sin ingresos y con una niña a la que sacar adelante. «Esperemos que se solucione, por el bien del club, del pueblo, de los futbolistas y de muchas familias que hay detrás y que están pendientes del tema del dinero para que les llegue», confiesa Javi.

El futbolista avanza hacia el ocaso de su carrera y ya medita un futuro vinculado al balompié. Tiene el carnet de entrenador nivel II, desea obtener el III y está interesado en la dirección deportiva. «Sacamos la cabeza como podemos. Tuvimos un problema serio al depender los dos empleos del mismo club. Fue una situación difícil para nuestra casa y para muchas familias y se debería ser consciente de que hay familias detrás de los clubes. Ojalá se arregle, porque son siete años en el Extremadura y le tengo mucho cariño», lamenta Javi.

El exazulgrana está muy satisfecho del comienzo de su periplo en el Villafranca, que retorna nueve años después a Tercera y se está ganando a pulso la condición de revelación de la liga desde su cuarta posición en la tabla. Asegura que el grupo es muy bueno, una familia. «Muchas veces los grandes equipos también se hacen dentro de un vestuario, creo que es nuestra arma más fuerte», describe el jugador que perdió una final pero ganó una esposa.

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