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badajoz. El idilio del CD Badajoz con su hinchada no se desvanece. Haga frío, calor, lluvia, viento, hasta ciclogénesis explosiva -que este invierno hemos tenido de todo-, la comunión entre el principal club de la localidad y su grada se mantiene intacta y esa relación de amor sin odio se traduce en un tesoro de incalculable valor. El equipo puede estar más o menos acertado, tener una tarde brillante o discreta, o acertar con la red a la primera o a la enésima, da igual porque las numerosas gargantas siempre están ahí, impactando en la moral del enemigo y animando a un plantel que se deja hasta la última gota de sudor cada domingo. De hecho, los últimos entrenadores que visitaban el Nuevo Vivero ya avisaban de que dicha escalada se antoja un peldaño más pronunciada por los albinegros juegan con uno más.
Fernando Estévez, técnico del líder Marbella, no escondía sus miedos cuando razonaba hace dos semanas que estaban ante «una de nuestras salidas más complicadas». O Rafa Morales, del Granada B: «Jugamos con la presión de estar en un campo al que suelen asistir unas 7.000 personas -son algunos menos-», decía antes de pisar un césped cada vez más respetado. Juan Marrero, como anfitrión de la parroquia, se muestra agradecido en cada comparecencia. «Jugamos contra un rival muy difícil pero delante de nuestra afición y eso es un factor que pocos equipos tienen. La gran afición que tiene el Badajoz te ayuda a sobreponerte a esas diferencias que puede haber, te empuja y da oxígeno», significaba en la previa ante el UCAM.
El pasado domingo, ante el Granada B, se pudo presenciar otro episodio del 'miedo escénico' que conlleva el coliseo pacense, con un Badajoz que protagonizó una primera mitad muy correcta pero que tras la reanudación pasó apuros ante el adversario nazarí. El gran inicio local y el gol de Guzmán Casaseca no tuvieron eco en un segundo acto de más precauciones defensivas y donde el filial granadino no fue capaz de empatar ante la mirada de 4.500 espectadores. No fue la cita más reluciente de hombres como Juanma García, Álex Rubio o Ruano, pero sí hubo varias buenas noticias solapadas a la victoria, como el ilusionante estreno del guardameta polaco Pawel Florek -que viene a tapar, de confirmarse, una de las principales carencias del plantel- o el positivo retorno de uno de los favoritos de la grada, el canterano Álex Herrera, al lateral zurdo.
Si las impresiones de esta esperanzadora atmósfera las traducimos en estadística, destaca que el Badajoz acumula doce partidos sin derrota en su feudo, con un balance de siete victorias y cinco empates. Sólo ha caído una vez en casa esta campaña, el 17 de septiembre ante el Melilla, con un marcador final de 0-2. El jugador número doce tiene mucho peso en esa racha, especialmente si se examina el rendimiento cada vez que hay que subirse al autobús.
La próxima vez que lo haga será en Las Palmas (fijado a las 12.00 horas de este domingo), donde tiene una magnífica ocasión de alargar su margen respecto a la zona de peligro. No logra los tres puntos desde el 16 de diciembre, con el 1-4 en Lorca. Si lo consigue y alcanza los 42 puntos, la salvación estaría a un paso. Un paso que aguarda el Nuevo Vivero.
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