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La calle Suárez Bárcenas es una peatonal de Almendralejo que desemboca en la plaza de la Libertad. Enfrente, el hotel Acosta donde está previsto que llegue la plantilla del CD Badajoz, detrás, el estadio de fútbol. Por esa calle solo hace falta una chispa para que cientos de personas se unan en un cántico. Lo mismo da ¡Badajoz te quiero ver ascender!, que ¡Fuerza Bada, oé!, para que la calle y la plaza juntas multipliquen por cien sus decibelios durante minuto y pico. Después, vuelta la atención a la mesa hasta el siguiente arranque. Es la sobremesa, hora del cubata y de algún café. Cada vez hay menos intervalos en murmullo y más en modo jaleo.
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Javi Pérez
Chaplin, Horno San Marcos, Teresita,... Todos nombres de bares y cafeterías. Como era de esperar, están a tope. «Esto de hoy me está recordando a las tardes en que el Extremadura estaba en Segunda», dice Juanma, del Cachanga. Fuera del epicentro del ambiente previo al partido en el que los blanquinegros se juegan esta tarde su pase a Segunda (de superar hoy al Zamora aún les quedaría ganar el siguiente partido en una semana) está el Bar Estadio, más cerca del Francisco de la Hera incluso que todos los anteriores. Hasta seis mesas tenían reservadas hoy una tropa de aficionados pacenses en la que se encuentran los hermanos Joaquín y Carlos García, o Ramón Prieto, por citar miembros de una expedición que para algunos comenzó hoy bien temprano y acabará mañana lunes. No son de ninguna peña concreta, pero son parroquianos del Bar Guiñol y desde ahí organizaron el viaje. «Algunos nos quedamos en el hotel por si tiene que haber fiesta luego -comenta Prieto mientras va metiendo la cuchara a su postre- y eso que hemos llegado bien temprano, yo he desayunado aquí a las once parea coger todas estas mesas», dice señalando treintaytantas camisetas blanquinegras a sus espaldas.
Hace calor y una silla y un sombra se cotizan a las cuatro de la tarde. Los de Zamora, que viven en otra latitud, lo sufren más, pero están disfrutando. Una joven representación de las Brigadas Rojiblancas afirma al menos que lo están gozando. No se quedan atrás con sus proclamas. Hay buen rollo, esa es la verdad.
Todos irán abandonado sus sillas en cuanto se acerquen la seis de la tarde, que será cuando lleguen los jugadores. Entonces como un enjambre rodearán al autobús para recordarles que, tras un año con las gradas vacías, el equipo hoy no está solo y la plantilla comprobará que en Almendralejo pueden sentirse como en casa.
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