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El Villanovense se acerca a la grada para saludar a la afición J. M. Romero
Jacobo asesta el golpe de gracia

Jacobo asesta el golpe de gracia

El Villanovense suma una victoria crucial que les instala en playoff y manda al Mérida a la lona

JAVI LAIRADO

Domingo, 29 de abril 2018

Una de las grandes mentiras universales del fútbol es esa que de vez en cuando sueltan los entrenadores y futbolistas al decir que no miran resultados ajenos y sólo se basan en su equipo. Como los aficionados directamente reconocen mirar esos resultados, el nervio de los seguidores romanos llegó alborotado al estadio. Se mantenía alborotado desde la tarde anterior, cuando, uno tras otro, los choques de los rivales fueron apretando la soga sobre el cuello de un equipo que debía dar el do de pecho. Por su parte, el Villanovense, desde la seguridad del trabajo bien hecho, de una temporada en la que ha sabido rehacerse y reconstruirse desde la paciencia y el silencio, se presentó en el Romano dispuesto a seguir soñando, metiendo presión a los rivales que le preceden en la tabla, con un plan semejante al que le dio la victoria la semana anterior: acertar en el lugar y el momento de la presión, y dejar que su excelsa competitividad hiciera el resto.

Salieron ambos equipos al césped tratando de imponerse en centro del campo para utilizar la pelota, una vez lograda, con el mismo fin pero con diferentes caminos. El Mérida, tratando de que Villa participara en la posesión para que esa superioridad numérica le permitiera adelantar metros y vivir en campo rival a la espera de acertar con el desmarque ganador. El Villanovense, explotando la velocidad de sus extremos, la verticalidad de ambos y colocarlos en situación de uno contra uno con sus defensores. Así, tardaron en llegar las ocasiones de peligro y, exceptuando una buena combinación local que Espín despejó a córner con dificultad, en el primer cuarto de partido siempre aparecieron a balón parado. Aguza fue el protagonista de casi todos los remates, pero, siempre muy forzado, no acertó nunca a rematar entre palos. Los serones la tuvieron en un lanzamiento desde la esquina al segundo palo. El remate de Javi Barrio, tras desviar Lázaro, se marchó al larguero, el rechace quedó muerto durante un largo segundo antes de ser despejado.

Tras ello, carrusel de empujones, faltas tácticas, tensión, ida y vuelta continua, mucho juego por fuera y centro al área, pero sin resultado. Espín estuvo rápido para adelantarse a Gómez en dos ocasiones, la primera, cuando parecía que el nueve podría rematar al borde del área pequeña; la segunda, en un fantástico pase largo de Villa que parecía ideal para inaugurar el marcador. A continuación, Andújar exigió a Iván Pérez una rápida rectificación cuando ya le había dejado atrás. Y, como no, en un lanzamiento desde la esquina llegó la mejor ocasión del Mérida. Villa la coloca en el área pequeña muy cerrada, Golobart consigue impactar con el cuero y, cuando este se colaba en la portería, aparece Allyson para despejar la pelota. Combate nulo al descanso. Ninguno de los dos equipos contentos con el resultado, pero ambos satisfechos con lo mostrado sobre el césped. Eso sí, se palmaba cansancio. Se respiraba tensión. Se sentía, arriba y abajo, en definitiva, que mayo está muy cerca.

Mérida

Lázaro; Pérez, Aguza, Golobart, Pina; De Dios, Checa; Kiu (Esparza, 67´), Germán (Iván Aguilar, 65´), Villa; Javi Gómez (Nana, 81´)

0

-

1

Villanovense

Leandro; Barrio, Javi Sánchez, Espín, Arroyo; Andújar (Trápaga, 79´), Pajuelo, Curro (Borja, 86´), Jacobo; Allyson, Diego Sánchez (Dani Muñoz, 64´).

  • Goles 0-1 Jacobo (Min 93)

  • Árbitro González Hernández (Colegio Castellano- Leonés). Mostró cartulinas amarillas a Javi Gómez, Kike Pina, Santi Villa y Aguza por el Mérida y a Javi Barrios, Javi Sánchez y Jacobo por el Villanovense

  • Incidencias Estadio Romano, ante cerca de 6000 espectadores

La segunda mitad prometía emociones fuertes. Al arrancar, las imprecisiones se multiplicaron. Se jugaba en campo de los verdes, pero la posesión era banal, siempre intensa, pero sin luz, sin faro visible. De nuevo fue el balón parado, con un remate deficiente de Javi Gómez en el primer palo, lo que acercó el uy a la grada. Nafti y Fabián Fernández (con Iván Ania, sancionado en la grada) realizaron sus primeras modificaciones. Muñoz sustituyó a Diego Sánchez para revolotear cerca de Aguza, y Aguilar reemplazaba a Germán, restando juego interior al Mérida pero dotándolo de cierta verticalidad. Así, Dani Muñoz la tuvo nada más salir tras un centro de Andújar. Su remate despistó a Álex Lázaro, pero se marchó alto.

El partido llegó a su fase final, el último cuarto, con toda la tensión del momento, y con bastante cansancio en las piernas de los futbolistas. Además, para los locales, los transistores persistían con sus malas noticias del fin de semana. La tensión aspiraba a convertirse en ansiedad. Con el apagón definitivo de la creatividad romana, el Mérida no encontraba manera de dejar en ventaja a sus delanteros ante Leandro, y el Villanovense, con sus puntas jugando siempre al límite del fuera de juego, salían como flechas a la espalda de los centrales y asustaban a un Mérida que no sabía si ir del todo o guardar la ropa, sobre todo, porque físicamente no parecía preparado para aguantar el toma y daca que los serones, basados en una pareja de centrales imperial, proponían. Pasaron los minutos sin que llegaran más ocasiones para ninguno de los dos equipos… salvo un disparo franco de Dios que se va fuera. Y así, hasta el minuto 92.

En él, Kike Pîna no pudo evitar trabar a un Dani Muñoz hiperactivo cuando ya había entrado en el área. González Hernández señaló el punto de penalti. Manos a la cabeza en campo y grada. El fondo norte enfervorecido. Tribuna y preferencia, tocándose el pecho. Jacobo, tras ver amarilla por retrasarse en el lanzamiento, logró el gol con un disparo por el centro de la portería. Apenas dio tiempo a sacar de centro. El Villanovense pasará la semana en puestos de playoff. El Mérida lo hará en puestos de playout. Cada uno afrontará la semana de manera muy distinta. A los serones les quedan quince días para abrazar la gloria que ya tocan con la punta de los dedos. Los romanos, quince días para huir de una quema que antes les miraba de reojo y ahora de frente.

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