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Cogió un vestuario triste y abatido y lo reanimó con pasión y alma. Supo inculcar como nadie los valores por el escudo y los colores blanquinegros. Un sentimiento que contagió a la grada hasta el punto que pocos han conectado como él con un Nuevo Vivero devorador de banquillos y que ni en los momentos más dramáticos le cuestionó. Un mérito que puede llevarse en su maleta con orgullo. A Juan Marrero Roig (Valencia, 1968) le encargaron un imposible y lo logró devolviéndole a la afición algo más que un ascenso. Casi un año después hizo otro milagro con la permanencia en una temporada llena de espinas. Deja como legado haber despertado la ilusión en la ciudad y casi 11.000 personas en el Nuevo Vivero. Le toca despedirse con el deber cumplido. Tan identificado se siente que Badajoz ya es su hogar. «Quiero seguir aquí. Se vive fenomenal», apunta.
-Desde la perspectiva del tiempo ¿ha podido analizar lo vivido en estos catorce meses tan intensos?
-Primero descansas porque la merma física es importante, pero luego ya te da tiempo a todo. Es muy importante analizar los años anteriores, sobre todo para ver dónde has cometido errores. Eso lo hago todos los años, aunque se cumpla el objetivo.
-¿Que ha sido lo más complicado?
-Ha habido varias cosas, no solamente una. Primero por dónde entrenábamos. No se podía doblar en pretemporada. Creo que hicimos un 60 por ciento menos de sesiones que hago normalmente porque no teníamos campos. Teníamos que ir a Valverde de Leganés, Pueblonuevo, Campomaior, alternar con campos de césped artificial... Es difícil y eso mermó mucho a la plantilla. Todos los componentes han tenido una o más lesiones. Fue un hándicap que se logró superar. Luego en lo meramente deportivo, superar resultados muy negativos como los derbis en Mérida y Almendralejo y muchos partidos fuera pese a que merecimos más. Todo eso se compensó por el gran trabajo en casa y especialmente por el apoyo de la afición del Badajoz, que ha sido lo mejor de este año.
-¿Y con qué se queda?
-Me quedo con varias situaciones. A nivel colectivo, con la alegría de la afición con el ascenso en Calahorra y la celebración de después. Te das cuenta de la calidad humana de esta afición. Te agradecen todo entre lágrimas. Y también con el esfuerzo de la plantilla por superar todas las adversidades por conseguir el objetivo en el año de Segunda B. A nivel individual, me quedo con esos retos que te pones. El año de Tercera el ver a mi hija Rocío en el balcón del Ayuntamiento con toda la gente a favor de su padre. Y en mi último partido con mi otra hija Paloma viendo que su padre ha conseguido el objetivo y el reconocimiento de la afición del Badajoz.
-Le dedicó a su hija Rocío el ascenso y a Paloma la permanencia. Dos momentos muy especiales. ¿Con cuál disfrutó más?
-Por disfrutar se disfruta más con los éxitos como un ascenso. Pero creo que me quedé mucho más tranquilo y relajado después de lograr la permanencia. Ha sido el trabajo de un año con muchos altibajos, de mucha exigencia tanto física y mental y cuando lo logras siempre aparece la relajación. Sobre todo cuando ves el agradecimiento de toda una ciudad como Badajoz, te sientes más liberado.
-¿Valora más el haber dejado al Badajoz en Segunda B?
-Sí, pese a que llevo por suerte siete ascensos (cuatro a Segunda B con el Extremadura -2-, Arroyo y Badajoz, uno a Tercera con el Extremadura y como jugador dos a Segunda con el Mérida y Almería), este año por la carga física y mental que ha habido. Cuando los objetivos se logran desde el sufrimiento siempre se disfrutan más. Este año ha sido muy sufrido, con muchas trabas y cuando lo consigues le das mucho valor.
-¿Esperaba seguir?
-No esperaba nada. Yo solamente quería conseguir el objetivo. En esto del fútbol y ya con 50 años tienes la experiencia suficiente para saber cuándo cuentan contigo o no. Eso se hace dos meses antes, incluso en enero. Lo único que quería era conseguir el objetivo para dedicárselo a la afición y que al año siguiente estuviera el Badajoz en Segunda B.
-Pero una vez que en enero los socios confiaron el Badajoz al grupo inversor, ya se podía imaginar entonces que vendrían con su propio cuerpo técnico y que pasara lo que pasara con el equipo no seguiría.
-No puedo contestar a eso porque no conozco a nadie del grupo inversor. Nadie se ha presentado a mí ni en enero ni en marzo ni en ningún mes. Ha seguido todo igual, con las mismas dificultades de siempre. Pero cuando alguien entra en un sitio lo normal es que traigan a su gente.
-¿Ni siquiera una llamada?
-La única llamada fue la de Pablo Blázquez estando yo en Gijón para comunicarme que el grupo inversor venía con su cuerpo técnico y ya está. No hay más que decir. Cada uno sigue su camino y por mi parte le deseo que al Badajoz le sea lo más fructífero posible.
-Ascenso, permanencia y una afición ilusionada, ¿satisfecho?
-Va todo unido. Cuando llego en marzo digo una frase que ha sido muy reproducida de que el Badajoz es un gigante dormido. Lo sentía y estaba plenamente convencido. Una de las cosas que me llevo y que siempre valoraré es que esta afición ha despertado, empujado, llorado y apretado los dientes para levantar a su equipo para que esté como mínimo donde se merece que es la Segunda B. Mi contribución la tendrán que valorar los aficionados, yo solamente puedo decir que me he dejado la vida para que eso ocurriera.
-Ese gen competitivo del apellido Marrero lo ha heredado su hija Paloma, normal verla entre las grandes de la natación española.
-Estoy muy ilusionado. Hacía cuatro años que no la veía entrenar ni competir y estuve con ella en Gijón. Hizo un trofeo espectacular, me alegro por ella y espero que tenga muchos éxitos deportivos, pero sobre todo que esté a gusto. En sus cuatro años en Estados Unidos vino una vez y fue tres veces subcampeona absoluta. Tiene unos retos muy bonitos como el Campeonato de España de Mairena de julio donde iré a verla.
-¿Le habría gustado despedirse de los jugadores y de la afición?
-De la plantilla me despedí en la última cena. Y con respecto a la afición con los aplausos al término del partido ante el Lorca he tenido bastante para sentir su cariño.
-Es raro ver una afición tan conectada con un entrenador a pesar de haber coqueteado con el descenso casi toda la temporada.
-Te sorprende y eso hacía motivarme más aún. Veía el apoyo de la afición del Badajoz y no les podía defraudar y los jugadores tampoco. Hemos ido todos de la mano y al final hemos tenido un final feliz en una temporada muy complicada. Ese apoyo lo he notado y sentido siempre y lo agradeceré toda mi vida.
-El Badajoz comunicó hace unos días diez bajas, ¿alguna sorpresa?
-No voy a opinar porque ya no soy entrenador del Badajoz. Le deseo la mejor de las suertes a su entrenador, directiva y en especial a su afición.
-¿Conoce a Patxi Salinas?
-Le conozco como futbolista. Fue un gran futbolista y es un gran entrenador. Vendrá a Badajoz con toda la ilusión del mundo.
-¿Qué cree que debe cambiar en el Badajoz para crecer?
-Con respecto a mi año creo que en Segunda B tiene que haber una estructura más profesionalizada y sobre todo las condiciones de entrenamientos deben ser distintas. Es clave que un equipo de Segunda B entrene en condiciones dignas porque cuando no se entrena así aparecen las lesiones el precio que pagas en el balance económico es muy alto.
-¿Y ahora a qué equipo irá? ¿A cuál le tocará ascender?
-(Ríe). Ahora esperar como todos los entrenadores en esta situación. Esperar nuevos retos y cuando surjan intentar conseguir los objetivos.
-¿Quizás al Mérida?
-Ni ha habido contactos ni los hay.
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