Tercera

Golpe psicológico para los nazarenos

El gol, curiosamente, anuló las mentes del Fuente de Cantos, que pasó a ejercer de mero espectador ante un Atlético que tuvo opciones en las botas de Valle y Víctor

A. VILLALOBOS

Lunes, 3 de noviembre 2014, 08:19

En un duelo caliente entre dos onces sumidos en el infierno de la tabla, sacó cuello quien más lo buscó, que no fue otro que un Fuente de Cantos que aprovechó el estado de gracia y empuje de Félix para sumir aún más en el pozo a la pueril tropa almendralejense.

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Se sabía que iba a ser un choque de nervios. El farolillo rojo y su predecesor saltaban al tapete del Francisco de la Hera con el cuchillo entre los dientes, corriendo como almas poseídas y presas de un nerviosismo que redundó en dos goles cuando apenas había dado tiempo a valorar el estado de las cosas. En la primera que tuvo la tropa fuentecanteña, el primer mordisco en las tiernas carnes locales. Un centro de Sergio Paredes desde el costado derecho lo peinaba Félix a la red (min. 6).

Despertó alegre la nave morada que veía la feliz y visceral cabalgada de Víctor que desnudaba las vergüenzas forasteras para perforar el arco de Burgui en el fatídico minuto 13. Bajo idéntico denominador común transcurrieron los siguientes diez minutos. Nervios a flor de piel, juego obtuso por ambos escuadrones y todo era pura lotería. Roberto Martín, uno de los que mejor interpretó la sinfonía de juego visitante, deleitó a la parroquia con un centro precioso que servía en bandeja a Félix el 1-2 en el 26.

El gol, curiosamente, anuló las mentes del Fuente de Cantos, que pasó a ejercer de mero espectador ante un Atlético que tuvo opciones en las botas de Valle y Víctor (35) pero Burgui era un muro infranqueable. Imperaba la justicia en el luminoso y nada más arrancar la segunda manga llegaría un palo mortal del que jamás se repuso el Atlético ni tuvo aires de tenerlo. Félix firmaba un centro digno de hemeroteca desde el corazón del área para la llegada en tromba de Roberto Martínez, que hacía el 1-3. El tanto, si es que aún había resquicios de vida para los de Almendralejo, mandó definitivamente a los leones a los nazarenos. Restaba un mundo por jugar, todo un segundo acto, pero aunque lo intentaron por tierra, aire y mar, faltaba fútbol en las botas moradas y el premio fue para el once visitante.

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