Directo Guardiola responde en la Asamblea sobre su hoja de ruta sin presupuestos
El dirigente oliventino Fernando Olivera y el pacense Pablo Blázquez, en el palco del Nuevo Vivero acompañados por el presidente de la FExF Pedro Rocha y Antonio 'Cachola'.

El relevo generacional también llega al palco

Los presidentes de Olivenza, Jerez, Badajoz, Iberitos Santa Amalia, Castuera y Plasencia son los más jóvenes de Tercera sin haber cumplido los 40 años

Javi Pérez

Domingo, 15 de marzo 2015, 10:52

El fútbol no es ajeno a los cambios que se producen en la sociedad. Cada vez con más intensidad, el perfil de joven parece introducirse en los distintos órganos de poder en cualquier ámbito como síntoma de evolución. Un tiempo nuevo. Por ejemplo, la regeneración política es una tendencia muy recurrente en un intento de limpiar la imagen y dar un aire fresco a una clase desprestigiada y de credibilidad cuestionada. También en sectores como la banca o grandes multinacionales que ceden el paso a los nuevos valores. Incluso llega hasta la monarquía con la abdicación del rey Juan Carlos I en favor de su hijo coronado ya como Felipe VI. Savia nueva asociada a modernidad. Renovarse para romper con todo lo anterior.

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Ese relevo generacional también llega al palco de los estadios de fútbol. La gestión de varios clubes de la Tercera extremeña está en manos de dirigentes que no han cumplido los 40 años. Es el caso de Jerez, CD Badajoz, Iberitos Santa Amalia, Olivenza, Castuera y UP Plasencia. O lo que es lo mismo: Manuel Sánchez (33 años), Pablo Blázquez (35 años), Manuel Jesús Sánchez (39 años), Fernando Olivera (31 años), Pedro Tena (37 años) y Rubén Hernández (32 años). Los seis presidentes más jóvenes del grupo extremeño.

Muy lejos queda esa estampa de mandatarios veteranos, avalados por su experiencia y capacidad para manejar presupuestos, tener buena sintonía con las instituciones, llamar a las puertas de las empresas o negociar las fichas. Los treinteañeros piden paso y demuestran estar también preparados para asumir esas responsabilidades. «Ha cambiado el perfil que se tenía de presidente de antes, gente con dinero, que hacía y deshacía. Ahora el dirigente aporta su trabajo y conocimientos sin más intereses que echar una mano», expone desde Badajoz Pablo Blázquez. «Las personas jóvenes no se meten en estos sitios. Esperemos que con nuestra experiencia se anime más gente», añade el oliventino Fernando Olivera. «Es el momento de reinventarse», apunta el mandatario de la UPP Rubén Hernández.

Fernando Olivera es el benjamín de la Tercera extremeña con 31 años. Pero ya lleva cuatro en el cargo. Con 27 años se convirtió en el presidente más joven en ponerse al frente de un club. Una edad más idónea para calzarse las botas de tacos y saltar al césped que meterse en un despacho. «La verdad es que he sido poco futbolero. Eso se lo dejo a mi hermano, que se le da mejor». Se refiere a Chicote, santo y seña del Olivenza. Así se produce la paradoja que su hermano mayor, con 35 años, lleve los galones en el vestuario y él, con 31, sea el 'jefe' en la oficina. «Él es un veterano en el campo y yo siendo el presidente más joven intento llevar las riendas del club», señala Fernando Olivera.

Perfil que causa sorpresa

La edad no supone ninguna barrera para tratar con la plantilla, aunque sí le lleva a protagonizar alguna que otra anécdota cuando viaja con el equipo. «Hay muchos futbolistas en la plantilla mayores que yo, pero en el Olivenza somos un grupo de amigos que están jugando en el equipo. Lo que más choca es cuando voy a otros campos. Me preguntan si soy el presidente y les tengo que enseñar la acreditación federativa, incluso presentándoles el carnet de presidente me vuelven a preguntar si es verdad. No suelen verse presidentes tan jóvenes y sorprende». En ese sentido, Blázquez también subraya la bisoñez de los palcos extremeños. «Me ha sorprendido mucho. Me he encontrado con muchos presidentes jóvenes, personas humildes y que trabajan por el club poniendo su tiempo, sin dinero y sin recibir nada a cambio», cuenta el dirigente blanquinegro.

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Con 31 años también se embarcó en esta complicada tarea Pedro Tena al frente del Castuera. Entonces era jugador y asumió la presidencia para salvar al club. «Se celebraron varias asambleas y nadie se presentaba. Aquello significaba su desaparición. Ante esa situación decidimos cogerlo los jugadores más veteranos», recuerda. De esta forma, se daba la curiosa circunstancia que no podían cumplir con sus funciones de representación institucional en los partidos porque los propios directivos tenían que jugar. Ahora tiene 37 y hace dos colgó las botas coincidiendo con una grave lesión y la renovación de cargos en la directiva. «Los primeros cuatro años lo compatibilicé como jugador. Yo ejercía como presidente, aunque figuraba otra persona en el cargo porque no se podía tener ficha de jugador y carnet de directivo al mismo tiempo. Pero éramos los jugadores más veteranos quiénes llevábamos el club. Los días de partido nos ayudaban nuestras amistades en todo lo relativo a la organización porque nosotros teníamos que jugar y entre semana nos reuníamos en junta directiva después de los entrenamientos». Ese último año de mandato, Pedro Tena y su equipo de directivos-jugadores llevaron al Castuera a Tercera. «Conseguimos el ascenso y presentamos la dimisión con la idea de que se presentara alguien, pero al no salir ningún candidato tiramos hacia adelante por todo lo que se había movido en el pueblo. Acababan nuestros cuatro años de mandato. También me lesioné de gravedad, pero volví a jugar para el ascenso y no debí hacerlo. Se juntó todo. Así que decidí dejarlo y estos dos últimos años asumimos la gestión del club más en serio».

En estos seis años de trayectoria el dirigente turronero tiene claro que prefiere el vestuario al palco. «Se pasa mejor en el césped. El sufrimiento fuera del campo es lo que peor llevo de esta experiencia. En la grada se sufre mucho, en el campo nunca he tenido presión ni me ponía nervioso. Pero estar fuera sin poder ayudar de forma directa al equipo se lleva muy mal». En ese sentido, considera que una vez pasado estos ochos años da por concluido su ciclo. «Mi idea es cumplir mi compromiso de cuatro años, así que me quedan dos años y medio, más no».

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Las mismas circunstancias llevaron hace tres temporadas a Manuel Jesús Sánchez Nieto al sillón presidencial del Iberitos Santa Amalia con 36 años. «Lo había dejado José Mari y estuvimos hasta la última reunión. El fútbol peligraba en Santa Amalia, pero nadie daba el paso. La gente critica, pero no arrima el hombro. Están en su derecho, pero luego llega una asamblea y van sólo diez socios. Es una pena, pero esto es así. Estuve dos años de tesorero y uno de vicepresidente, pero ante esa situación alguien tenía que tirar del carro», expone.

Sánchez Nieto tampoco pudo llegar a jugar en el primer equipo por estudios, pero en parte cumple ese sueño prestando el mayor servicio que se le puede dar al Iberitos. «Soy socio desde pequeño y jugué hasta juvenil porque me tuve que marchar fuera por estudios. Me gustaba mucho el fútbol y entré en la directiva por un grupo de amigos. Son etapas de la vida». Ahora con 39 años afronta el último ejercicio de su mandato. En este tiempo agradece la colaboración y apoyo de su equipo directivo y a tres meses de una nueva convocatoria de elecciones lamenta el escaso interés por el club entre los propios socios. «Le dedicas mucho tiempo y se lo quitas a la familia. Si no tienes a tu alrededor a gente que te arrope es muy difícil. Esta directiva lleva siete años y está cansada. Cada vez se encuentra a menos gente que se implique. El fútbol no se va a acabar en Santa Amalia, ahora van bien las cosas y es una pena».

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De milagros son especialistas en Jerez de los Caballeros. Tampoco cuentan con un gran equipo humano con el que poder repartir la carga. Son poquitos, pero eficientes en su entrega y dedicación a la entidad templaria. Manuel Sánchez de San Vicente es desde la pasada temporada la cabeza visible de una junta formada por sólo seis directivos. «Todos estamos bastante implicados. Cada miembro del club hace su trabajo de forma independiente sin meterse en una parcela que no sea suya. Cada uno trata de hacer bien su labor. Si pasa algo en el club o surge algún problema me llaman a mí y se intenta buscar soluciones. Hay una relación directa entre directiva y jugador. En ese sentido, tenemos unos jugadores muy implicados y es de agradecer. Esa confianza y cercanía es la clave del club», apunta el dirigente del Jerez.

Asumió el cargo de forma accidental, pero desde esta temporada es presidente de pleno derecho. «Entré de rebote, dos años antes no había candidatos y se constituyó una gestora con el más joven y el más viejo entre los asistentes a la reunión. Así salió, ni lo busqué. Pero la junta gestora tiene vigencia un año y después de acabar la temporada 2013-14 presentamos candidatura. Ahora ya hay una directiva y tenemos por delante cuatro años de mandato».

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El máximo responsable templario trata de mantenerse fiel a la filosofía del Jerez. «No tengo miedo a nada de lo que supone esto. Mi mayor preocupación es no poder cumplir con los compromisos. La tesorería la llevo yo y no permito que se pierda ni un solo euro». Y en ese punto incide en garantizar la seriedad del Jerez. «Sobre todo el cumplimiento de las obligaciones salariales. Se paga poco, pero lo que se promete se paga». Manuel Sánchez se ha adaptado bien a su nueva posición. «Siempre me ha gustado el fútbol y he sido socio del Jerez. Cuando empecé no pensaba ir a los desplazamientos y ahora si no voy parece que me falta algo».

Antes de ser presidente, Rubén Hernández llevaba siete años dirigiendo la escuela de fútbol de la UP Plasencia junto al capitán del equipo de Tercera y entrenador del juvenil de División de Honor Luismi. «Seguimos trabajando la cantera, pero al cambiar la directiva decidimos dar el salto hacia arriba», cuenta. A sus 32 años toma las riendas del club de la capital del Jerte desde una junta gestora formalizada por 15 personas. «La anterior directiva no había hecho las cosas bien, estaban cansados y decidieron dejarlo. Nosotros vivimos del fútbol, se nos planteó la oportunidad y dimos el paso antes de que el club cayera en manos de gente supuestamente irresponsable». El verano pasado, tras la salida de los anteriores cargos no se convocaron elecciones, pero la gestión interina es por un año. «Ahora se va a celebrar una asamblea para presentar candidaturas para elegir presidente. Tenemos claro que nos presentaremos».

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Máxima implicación

En este medio año, Rubén Hernández reconoce la crisis que vive el fútbol placentino. «Es difícil porque la gente pasa. Nosotros somos de la escuela, venimos de abajo, queremos la cantera y que la UPP esté bien en Tercera. No tenemos ningún mecenas, somos gente trabajadora que quiere al club. El único problema económico es herencia de anteriores directivas, nosotros no debemos un duro a nadie». En ese sentido, tiene claro que su experiencia les avala. «Es más difícil gestionar la cantera con 400 niños que un club de Tercera. Son modelos diferentes porque en la escuela los niños pagan y en Tercera los jugadores cobran. Estamos de lunes a domingo, sin descanso, al pie del cañón».

Pablo Blázquez inició con 35 años el reto con más carga emocional de su vida. Emprendedor inquieto, se ha embarcado en varios proyectos y ahora triunfa con su empresa de cerveza artesana Ballut. Aunque precisamente su vocación académica iba orientada al deporte. «Soy un fiel seguidor del Badajoz desde pequeño. Para mí siempre ha sido una ilusión. Curiosamente mi formación es en Marketing Deportivo en gestión de empresas deportivas sin saber que iba a acabar ahí. Es un pequeño sueño en la vida». Su experiencia en la gestión empresarial le aporta un rico bagaje para llenar su mochila de madurez en la toma de decisiones y no asustarle ponerse al frente de un club de fútbol a una edad más temprana de lo habitual. «Nunca se sabe. Era el momento, estaba preparado y no podía dejar escapar esta oportunidad. Tengo los conocimientos y creí que podía hacer bien las cosas», sostiene el dirigente blanquinegro.

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Presidentes multiusos

Para Pablo Blázquez el modelo blanquinegro es especial. «El Badajoz es un club muy diferente porque está dirigido por aficionados. Nosotros somos los representantes de la afición. Nos involucramos por amor al Badajoz, a pesar de que supone echar horas, muchos sacrificios y renunciar a cosas. Estamos en contacto con la afición desde el principio para escuchar sus propuestas y estar cerca». El fútbol modesto está lleno de héroes anónimos. «Lo que más sorprende es ver a presidentes de otros clubes echando una mano en el bar, limpiando asientos o con las rifas. Es un concepto diferente. En el Badajoz todos arrimamos el hombro y lo damos todo por el club. Cuando tengamos el relevo seguiremos ahí apoyando al Badajoz, con la cabeza alta y como un aficionado más». En ese sentido, recuerda que su directiva asumió el control de forma interina. «Tenemos que convocar elecciones este año. Aunque todavía no nos hemos planteado si presentarnos o no. Nuestro primer objetivo es dar todo este año y dejar el sello con proyectos en marcha sigamos o no. Trataremos de dejar un legado para dar continuidad al proyecto que se inició hace dos años».

Un caso particular también se encuentra en Pueblonuevo. Su presidente, José Maya, tiene 66 años, pero es algo circunstancial por la política de la directiva de rotar cada año el puesto de máximo responsable entre sus miembros a efectos de representatividad. En realidad, las riendas del club las llevan entre José María García (34 años) y Pedro Pablo González (35 años), tesorero y vicepresidente, respectivamente. De hecho, García era el presidente la temporada pasada.

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En el caso opuesto, sus 66 años sitúan a José Maya como el dirigente más longevo de la Tercera extremeña. Le sigue Francisco Márquez, su homólogo en el Sanvicenteño con 61 años.

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