Pim, pam, pum y resuelve Copito

El Badajoz solventó con más apuros de los esperados un derbi que se le puso de cara a los seis minutos y ante un rival que jugó más de una hora con un jugador menos. El equipo blanquinegro dio un paso importante de cara a sus aspiraciones con tres nuevos puntos, que al fin y al cabo es lo que cuenta, pero deja sensaciones de quedarse a medias. De faltarle algo. Se impuso al Deportivo Pacense a medio gas, casi con el piloto automático y también sufriendo ante un equipo con diez desde el minuto 23. Hasta en dos ocasiones le respondió su vecino, que se resiste a dar por perdida la permanencia. Pero en ese intercambio de golpes, el equipo de Pastelero se llevó el premio, en parte gracias al oportuno reencuentro de Copito con el gol y la estrategia. Sigue encajando demasiados goles y eso que por su buena puesta en escena en el planteamiento y presión logra que no le creen oportunidades.

Los blanquinegros parecen necesitar un hervor más, no terminan de cuajar. El producto final está conseguido, con algunas dosis de buen juego, pero deja indiferente. Con el 3-2 en el electrónico el partido se fue consumiendo poco a poco, se jugó por inercia, quizás pensando en el trascendental desplazamiento a Navalmoral de la Mata del domingo. Antes, este miércoles, el Badajoz repite en el Nuevo Vivero frente al San José, de ahí que el técnico santanero pudiera dosificar a su equipo y dejara en la grada a efectivos como Rodolfo, Carmona o Sandro y reservara a Copito en el tramo final del derbi.

La primera parte fue un intercambio de tizas para subrayar lo previamente escrito en ambas pizarras. Si el Badajoz se adelantó con un cabezazo de Mikel Uriarte a la salida de un córner, el Deportivo Pacense respondió con idéntico argumento tres minutos más tarde para hacer la igualada con un testarazo de Santi. Pero los blanquinegros lo buscaron más, sobre todo con las claras ocasiones de Abraham Pozo y Copito, aunque tuvo que ser de nuevo a balón parado el camino para desnivelar el derbi. Esta vez de una falta botada por Edu Torres que la puso sobre la cabeza de Suso en el palo largo para colocarla inalcanzable para Josemi. Doble castigo para los deportivistas, pues en esa falta se habían quedado sin Emilio, expulsado por doble amarilla en apenas siete minutos. Pastelero rentabilizó al máximo la estrategia en el primer tiempo. Pero también se volvió a evidenciar que sigue sufriendo a balón parado.

La expulsión de Emilio cambió los planes del Deportivo. Macarro se vio obligado a tener que retrasar a Javi Casero, caer Parri a la banda izquierda y dejar al equipo sin una referencia clara arriba. El Badajoz no supo aprovechar esta circunstancia. Pastelero también tuvo que rehacer sobre la marcha su esquema a los 10 minutos de juego por la lesión de Dávalos, que se tuvo que retirar renqueante y dar entrada a Carlos Arias. Un cambio que provocaba uno doble sobre el césped al tener que ceder Suso el lateral y pasar al eje de la zaga junto a Chamorro.

Los blanquinegros seguían teniendo el control y las ocasiones, pero no terminaban de sentenciar el derbi. Ya antes de tener superioridad habían tenido ocasiones para deshacer la igualada, pero ni Abraham Pozo estuvo acertado ante la salida de Josemi tras ganarle la espalda a Pérez ni Copito que se encontró con la buena intervención del portero deportivista para desviar su disparo desde la frontal. El gol de Suso dio algo de tranquilidad al equipo blanquinegro, aunque no acababa de encontrar por dónde meterle mano a la defensa visitante. Copito dio con la manera. Pocos como él saben estar en el sitio preciso, pero su gol fue anulado por un fuera de juego muy discutido por el propio protagonista tras remachar un rechace en un poste de Abraham.

Pero el Deportivo Pacense no se arrugaba. Ya no es ese equipo imberbe y timorato de la primera vuelta. Sale al campo de batalla a pecho descubierto, con valentía, buscando el cuerpo a cuerpo, sin importarle la diferencia de plantilla ni de clasificación. Tampoco que jugara con uno menos. Sabe lo que se hace y en su estilo combinativo se nota el sello de Juan Antonio Macarro, exquisito y creativo en su etapa de jugador como leyenda blanquinegra que es. Así, arrancó la segunda parte y sacó los colores al Badajoz. Se le subió a las barbas con el empate a dos que puso de los nervios al Nuevo Vivero. Parri resolvió con maestría una gran jugada de Juanito por la derecha. Lo celebró con liberación y angustia de lo mucho que se están jugando y también por lo cuesta arriba que se les había puesto el partido, pero la grada se lo reprochó por su pasado como perla blanquinegra. Pero rápidamente apareció Copito para volver a poner las cosas en su sitio. Regresó puntual a su cita con el gol. Se había quedado con cierta rabia contenida con ese tanto anulado. El pichichi blanquinegro no dio tiempo a sus vecinos de saborear esa pequeña alegría y de nuevo ponía al Badajoz por delante de tiro cruzado. Otra vez intercambio de golpes y de nuevo respuesta contundente del equipo herido.

Sin verticalidad

El juego se desarrollaba en campo deportivista, por lo que apenas se notaba que estuviera con diez. El Badajoz imponía su dominio, pero su falta de verticalidad le impedía atravesar las líneas enemigas y le hacía previsible en las transiciones. Era un domino estéril, sin peligro.

Los blanquinegros hicieron valer su mayor calidad y oficio, pero el Deportivo ha conseguido armar un equipo peleón y que se asocia bien. Una apuesta de mucho mérito en un equipo que lucha por la permanencia, aunque de seguir esta dinámica puede pensar en la salvación.

El Badajoz, aunque en una tarde gris y reservándose, da un paso importante en una semana que puede ser determinante de cara a definir la fase de ascenso.