
Neftalí, el abuelo del Azuaga, cuelga las botas
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A sus 42 años, el mediocentro cordobés con pasado en Segunda se retira del fútbol; ahora no serán sus hijos quienes vayan a verle, sino él quien les vea jugar a ellosSecciones
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A sus 42 años, el mediocentro cordobés con pasado en Segunda se retira del fútbol; ahora no serán sus hijos quienes vayan a verle, sino él quien les vea jugar a ellosEn la agenda diaria de Neftalí comienzan a aparecerle horas libres, algo impensable hasta hace casi un mes. Porque antes de colgar las botas compaginaba el fútbol con su trabajo en el matadero de Azuaga y en el centro de formación que junto a su mujer levantó en Peñarroya-Pueblonuevo, en su Córdoba natal. Apenas tenía tiempo para ir a ver jugar a sus dos hijos, eran ellos quienes iban a verle a él al Municipal de Azuaga, en cuyo inquilino ha permanecido los últimos ocho años de una extensísima trayectoria. Como todo tiene un final, ante el Aceuchal y con los deberes hechos la tropa de Jesús Cobos, disfrutó de un encuentro muy especial en el que se despidió de una afición que valoró su compromiso.
«Fue increíble. La verdad es que tuve la mejor despedida que cualquier deportista hubiera soñado y que por desgracia muchas veces no se tiene. Le estoy muy agradecido al club y a todo el pueblo de Azuaga por todo el cariño que he recibido, fue muy emocionante», recuerda el futbolista del día del adiós. Un partido especial, una fiesta rojiblanca con pancartas en la grada como señal de respeto hacia el eterno capitán, con manteo y con su hijo Iago acompañándole en el momento de su sustitución. Encuentro histórico, además, pues su trío arbitral al completo estuvo formado por mujeres.
Neftalí Suescum Luna es todo un ejemplo de implicación. La decisión de que esta temporada sería la última la tenía meditada hace tiempo, antes de que una hernia discal y una protusión diagnosticadas al final de la primera vuelta le dejaran en el dique seco tres meses. En un gesto que le honra, habló con el club para que no le pagara el tiempo que iba a estar de baja. Algo poco habitual en el deporte rey. «Todos los clubes lo están pasando muy mal con la pandemia y yo pensé que ese dinero que me iban a dar sería mejor que lo recibiera algún chaval que sí estaba trabajando. A mí me llenan la gente que me rodea, el cariño, los colores o el sentimiento más que un poco de dinero», explica.
Su regreso tras aquella lesión fue casi glorioso. Un último servicio a la entidad que quedará en la mente del colectivo azuagueño porque perdían ante el Llerenense y saltó al césped en los 15 minutos finales anotando el gol del empate que esquivaría la temida fase de descenso. Fue entonces cuando asumió que su carrera había terminado. Nadie en la historia del CD Azuaga ha vestido más veces su elástica, 230 ocasiones. «Allí me llaman el 'abuelo'», bromea. «Imagínate, con 42 años jugando con chavales de 18 o 19..., cuando ellos estaban naciendo yo estaba ya en Segunda División».
Como más de 25 años de carrera dan para mucho, en su historial aparecen multitud de destinos por los que ha pasado el mediocentro zurdo cordobés. Comenzando en el Toledo, donde llegó a debutar en Segunda División con 17 años y a jugar la Copa del Rey. Con cinco años emigró a Toledo porque su padre, policía de profesión, fue enviado allí. Después inició un recorrido por Segunda B con el Sanse, At. Levante, Sabadell, Alicante, Hospitalet, Conquense, Guijuelo, Peñarroya –su localidad natal de Córdoba– y la parada final, la más larga, en el Azuaga de la Tercera extremeña, donde ha permanecido ocho temporadas. En el total de su dilatada trayectoria, cerca de 400 partidos. Casi nada.
La lista de entrenadores con los que compratió vestuario es amplia. Gregorio Manzano –quien le hizo debutar en la categoría de plata–, Schuster, Preciado, Oltra, Cervera y un largo etcétera hasta llegar a Cobos. «He aprendido muchísimo de todos. Cada uno te aporta su visión, cada uno en su nivel, unos con más dedicación en lo personal, otros más en lo profesional», relata Neftalí, quien lamenta tener la «espinita» de no haber sumado minutos en Primera. «Subimos con el Levante pero Schuster no me dio la oportunidad, una pena».
Neftalí afirma que ahora se está acostumbrando a su nueva normalidad alejada del balompié y que es pronto pues tiene muy reciente su retirada. «Acostumbrándome a vivir más con la familia porque antes, entre el trabajo y los entrenos, no podía. Mi día era muy largo con el matadero desde temprano y el fútbol por la tarde además del centro de formación, a unos 50 kilómetros de Azuaga y donde ejerzo de profesor. Me he perdido muchos partidos de mis hijos, de 7 y 14 años. Los tenía un poco abandonados, juegan al fútbol y su padre no podía ir a verlos». Confiesa un exceso de miedo al coronavirus, hasta el punto que le tuvieron que convencer casi el mismo día que arrancaba la campaña. «No quería poner en riesgo a mi familia y me costó porque lo veía como un riesgo innecesario».
La pasada semana, en su carta de despedida, el ex del CD Badajoz Tete Sansinena se consideraba un afortunado al poder hacer feliz a la gente con su trabajo. Neftalí asiente al indicar que «lo más importante que debe tener en cuenta un jugador es que llevas mucha gente detrás. Futbolistas, entrenadores y presidentes se van, pero el escudo y la afición siempre se quedan». A juzgar por cómo Azuaga le dijo adiós, él sí lo hizo.
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