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Marco A. Rodríguez
Badajoz
Lunes, 15 de febrero 2021, 21:08
Son parte activa de este entretenimiento y negocio llamado fútbol, pero se suele hablar poco de ellos. Salvo para criticarles, claro. En esta época contemporánea ... acaparada por el covid-19 sucede igual. Los protagonistas siempre son los futbolistas y no los jueces. En Extremadura se podría decir que nuestros árbitros le han mostrado tarjeta roja al coronavirus pues son innumerables los test efectuados por la FExF y casi anecdóticos los casos, normalmente falsos positivos que son enviados al limbo por la posterior PCR. Y mientras se suceden las pruebas, el colegiado de Tercera Manuel Olivera Vázquez sigue usando una mascarilla en los partidos por decisión individual, el único de los trencillas extremeños.
En nuestra comunidad, la Federación Extremeña de Fútbol efectúa a través de la Mutualidad test de antígenos antes de cada partido de Tercera. También para los colegiados autóctonos que tengan que arbitrar en Segunda B. La norma es que sean obligatorios en categoría nacional y, según comentan fuentes del ente federativo, lo que se hace es aprovechar el negativo de un colegiado que tiene que arbitrar en Tercera un domingo para que repita en División de Honor Juvenil o en el fútbol sala en los días posteriores al test para así optimizar recursos.
Cientos de test que proceden y son costeados por la Federación Española de Fútbol. La territorial los gestiona y distribuye a través de mensajería hacia las nueve delegaciones arbitrales. Una tarea ardua, según apuntan las mismas fuentes, y que requiere un alto esfuerzo de logística, ya que son muchos los envíos que llegan y que hay que repartir unos días antes de cada jornada. Lo normal es que sea personal de la Mutualidad la que se encargue de practicar los test, si bien en ocasiones se puede hacer en clínicas concertadas, dependiendo de cada delegación. Se trata de test de antígenos a los que se somete todo el equipo arbitral, y en caso de producirse algún positivo –se han detectado varios– debe confirmarse después en una PCR. Aquí todos fueron falsos positivos.
Al tiempo que se suceden estas pruebas médicas, hay un colegiado extremeño que sigue usando la mascarilla en cada encuentro, por incómodo que parezca. Es una decisión personal, netamente individual, tomada únicamente por motivos de seguridad sanitaria. Al comienzo del curso la federación regional comunicó a sus árbitros que si alguno quería portarla estaba en su derecho pese a que en categoría nacional cuentan con más protección al cohabitar con los test. Manuel Olivera Vázquez lo vio conveniente y afirma que, «salgo que cambien mucho las cosas», aguantará hasta el final de temporada.
OLivera Vázquez
No le importaba que el tapabocas pudiera molestarle a la hora de respirar o de tener que decidir en milésimas de segundo y tocar el silbato para captar la atención. «Al principio sí me costaba un poco, la verdad, pero luego ya me acostumbré y puedo pitar igual de rápido que antes. Con una mano me quito la mascarilla y con la otra cojo el silbato. La federación se ha preocupado mucho por esto. Nos dijeron cuando comenzamos que era opcional, y yo me siento más seguro con mi mascarilla. Lo decidí con los amistosos de antes de la temporada. Aunque conseguimos que nos hicieran los test de antígenos y eso nos ayude, yo prefería usarla», comenta Olivera Vázquez, que ya ha tenido siete negativos.
Natural de Olivenza hace casi 40 años –en junio los cumple–, a este trencilla la pandemia le ha salpicado en su trabajo. Como sepulturero en el cementerio de Badajoz conoce de primera mano el trágico desenlace y sus ojos ven muy cerca el inmenso dolor que esconden las frías cifras de decesos. «Se ha notado mucho esta última oleada. El mes pasado tuve mucho trabajo. Se ha notado mucho en Extremadura».
Tal vez esa experiencia haya influido en una decisión que prefiere mantener. «A veces tienes a los jugadores protestándote a pocos centímetros de la cara. Ya sé que se han hecho las pruebas, pero estoy más seguro así. Seguiré incluso aunque las cifras de contagios mejoren mucho. Hasta que no estemos todos vacunados este problema no acabará», continúa Olivera Vázquez, que esta temporada, tras 17 en Tercera y 27 en activo, cuelga las botas tras 217 partidos en la Tercera extremeña. «Es que empecé de muy pequeño, con doce años solo. Mi padre era árbitro y mi hermano también, así que vino de familia. Como no valía para futbolista...», recuerda entre risas Manuel, el árbitro enmascarado.
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