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Rodra P Y álex Corral (relevo)
Domingo, 24 de marzo 2024, 10:06
La gente apenas conocía la cantera del Real Madrid pero todos se sabían un nombre: De la Víbora (2003). En Valdebebas había una estrella que sólo tenía 12 años. El nuevo Marcelo. Un lateral zurdo con mucho carácter y el pelo más reconocible de La Fábrica. Una melena rubia que atraía todos los focos. Marcas, contratos, dinero, representantes. David de la Víbora sigue pareciendo una estrella. Y continúa perteneciendo al Real Madrid, ahora cedido en el filial del Castellón tras su paso por el Mérida. Pero detrás de De la Víbora está David. Y tenía ganas de abrirse, de mostrar quién es realmente, y de lo que ha vivido. «Me estoy sincerando a full con vosotros eh», decía con una sonrisa de liberación y orgullo al terminar la entrevista con Relevo.
Un chaval de 21 años con una historia que contar, que de pequeño no quería jugar al fútbol y se hizo jugador profesional por la insistencia de sus padres. «Iba llorando casi todos los días a entrenar. Mi madre me llevaba a jugar para que no me quedara en casa todo el rato. Y al final me acabé enganchando. Lo que menos me gusta de mí es mi apellido. No me gusta nada. Existía De la Víbora pero David no existía. El apellido es carismático pero me ha jugado malas pasadas. Soy un chaval normal. Un chico que está persiguiendo su sueño, que creo que tiene una historia bonita para lo joven que es. Y he venido aquí también para que me conozcan un poco cómo soy. Porque detrás del apellido y del nombre hay mucho más», confiesa.
Su sueño, jugar en un gran estadio y sentir ese cosquilleo que te hace ser futbolista. «Vivir del fútbol, que es lo que más me gusta, y por lo que he luchado tanto tiempo. Tantas horas, tantas horas que no se ven. Confío en mí y creo que mi sueño se va a cumplir». Aunque también tiene un plan B: estudia Marketing y Publicidad. «A los 7-8 años, cuando llevaba tres jugando en el Móstoles, me llamó el Madrid. Nos habían seleccionado a 60 chavales y de ahí iban a coger a catorce. En los primeros partidos no jugué ni un minuto. Vomitaba de los nervios. Pero al final me cogieron. Y desde 2011 a 2024 sigo perteneciendo al Real Madrid. Me lo han dado todo y se lo debo todo».
De la generación del 2003, la de Bellingham, era el más conocido de la cantera merengue. Con su look tan particular y su personalidad sobre el campo, capitaneaba al Real Madrid desde el lateral izquierdo. Coincidió en la selección española con Balde y conectó mucho con Xavi Simons, de todas las veces que se enfrentó a él en las categorías inferiores del Barça. Compartían estilo de pelo y se hicieron amigos. Aún lo siguen siendo. «Se me ha conocido mucho por el pelo. Porque al final mi pelo era muy característico. Y por el carácter, tenía mucho carácter dentro del campo, mucha personalidad. Lo intentaba una y otra vez, con ímpetu. Siempre quería más», recuerda de sus años en La Fábrica.
«Me acuerdo de un día contra el Atleti. Marqué un gol y al llegar a casa vi todos los comentarios en redes sociales. Tenía 13-14 años y ya llegaba a los diez mil seguidores. Dije que esto va en serio. Aún no era consciente porque era un niño, pero con el paso del tiempo más. Se esperaba muchísimo de mí. Aún soy joven y el objetivo está claro: llegar a Primera División y dedicarme a esto toda mi vida. Aunque no se hayan cumplido las expectativas».
«No ha sido fácil lidiar con las expectativas. El público, los ojeadores… iban a un partido porque jugaba De la Víbora. Sentía la carga de tener que llegar rápido, muy alto. Eso me ha jugado una mala pasada. Lidiar con las expectativas desde muy pronto. Marcas, representantes, equipos de fuera, ganar dinero desde tan joven, contratos desde muy pequeño. No ha sido fácil llevarlo. Por suerte mi familia me ha puesto los pies en el suelo».
Iba quemando etapas en la cantera del Real Madrid, pero su proyección no era la esperada. Cuando llegó al Juvenil A, se decidió que saliera cedido al Levante. «Cuando me lo dicen no podía parar de llorar, y mira que era una simple cesión. Pasé días muy duros. No sabía qué había fuera de ahí, el vivir solo… en Valdebebas se vive en una burbuja. En el Madrid tenías una piscina de frío y de calor. Y en el Levante era un barreño que tenías que llenar tú con una manguera. Pero en el Levante me trataron muy bien. Un club muy familiar, muy distinto al Madrid». Después, un camino difícil hasta acabar cedido en el segundo equipo del Castellón.
Tras su experiencia en el Juvenil A del Levante, salió cedido al Mérida en Primera Federación. «Fue el momento más complicado de mi carrera. Llegué a un vestuario de verdad, gente que te saca 15 años, padres de familia, que se juegan el pan de sus hijos… se me hizo muy duro. Me costó mucho adaptarme. Además me lesiono, me rompo el isquio. Un infierno. Volví y me acabé rompiendo el otro isquio. En mi cabeza era que si corría me iba a lesionar. Me temblaban las piernas».
Después de un año tan duro, otra cesión más: al Castellón. «Lo que me hizo venir aquí fue el proyecto. Es brutal. Proyecto Primera División. Hay hambre, ganas de crecer, y eso me transmitieron. Firmé con ficha B, pero en dinámica de primer equipo. Pero quizás me precipité, aún estaba sufriendo mi etapa en el Mérida. Te mentiría si te dijera que nunca he pensado en dejar el fútbol. Llega un punto en el que las expectativas eran tan altas, que al no haber cumplido te sientes un poco como un fracasado. Te invaden esos sentimientos de «no lo he hecho, no lo he conseguido, no lo voy a conseguir, por qué no estoy ya, por qué otros chicos con los que he compartido están ya y yo no, me he quedado».
De la Víbora tuvo que dejar el fútbol unos meses en 2023 porque no se sentía bien. «Ese niño que disfrutaba jugando al fútbol lo había perdido. Decidí parar y me tomé un tiempo para aclararme, y me planteé dejar el fútbol. El entorno hace mucho y a lo mejor estaba en un entorno que no me ayudaba nada. Tuve que pedir ayuda. Al final parece que es un poco tabú el pedir ayuda, pero cada vez se está normalizando más. Pedí ayuda al Castellón, y me apoyaron a muerte, y el Madrid también. Me ayudaron muchísimo. Desde aquí quiero darles gracias. Muchas veces crees que puedes solo, pero nadie puede solo. Jugar tantos años en el Madrid no es fácil. Me ha costado mucho dar el paso. La mejor decisión que he tomado en mi vida ha sido pedir ayuda. Que no soy ningún rarito por tener problemas psicológicos o por estar mal un día, dos días, un tiempo».
Y tras ese tiempo, volvió. «Al final volví, con más ganas que nunca, sabiendo que realmente mi vida es esto, me quiero dedicar a esto. Necesitaba ese tiempo. Uno nace para esto. Lo que te hace volver es levantarte y sentir que te falta algo. Pensaba: qué hago en la cama. Me quiero ir a entrenar ahora. Es como una droga. Al final no puedes dejarlo, tras tantos años. Me faltaba el balón».
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