El Cacereño iguala a un Mérida en cuadro

Es decir, que Rai empezó el test sin el ausente Akito, los lesionados Palomares, Elejalde y Acosta y sin Sandoval, Ismael, Diego Parras y Álvaro Juan por precaución. Ocho. Y terminó sin Bonaque y Busi. Diez. Y con uno menos durante los últimos 20 minutos de una pretemporada muy cargada. El 0-0 fue lo de menos.

Aunque no le perdió la cara jamás al partido, al Mérida se le notó demasiado que le estaba sobrando el tramo final del amistoso. Y más ante un Cacereño que, aunque salió probablemente con su equipo más titular, acabó con una segunda unidad de una calidad muy parecida a la primera. Muy típico de los equipos de Julio Cobos. Tan típico que, aunque es un plantel casi nuevo, se exhibió muy parecido al equipo que terminó como un tiro el curso pasado. Con las mismas ideas, exigencias y competitividad. Ya tiene el ADN de equipo grande.

Con una alineación de Primera Federación, pero poco titular, el Mérida sufrió en la primera media hora de partido. Aunque las ocasiones y las llegadas peligrosas se las repartieron a partes iguales, la presión del Cacereño ayudó a que el equipo de Julio Cobos jugara muchos minutos en campo contrario. El Mérida tocaba bien en salida de balón, pero le costaba traspasar la divisoria con el juego controlado. Todas las llegadas emeritenses fueron al espacio y en velocidad. Ahí se concentró su único y gran peligro.

A falta de ocasiones claras, el Cacereño se inventó mayor peligro alrededor del área visitante. Elo, todavía nervioso a la hora de sacar el balón, desbarató un pase filtrado a Lolo Pla que lo quedaba mano a mano en el 13' y luego otro parecido a Viñuela en el 20'. Lo más peligroso del Cacereño, que se juntaba muy bien por dentro con Barba, Karim y Telles, fue una internada de Barba por línea de fondo, después de que el Mérida se despistara a la salida de un córner, que acabó con un pase de la muerte interceptado de milagro.

Pero tras la pausa de hidratación, aunque el Cacereño logró su primer disparo a puerta con un cabezazo de Lolo Pla a las manos de José Andrés en el 31', el Mérida aumentó prestaciones. Mejoró y gustó: tuvo más balón, más llegadas y las ocasiones más claras. La mejor, la de Chuma, que disparó cruzado en un mano a mano escorado en el 36' cuando Jorge Padilla se la pedía en el segundo palo. Las veces que entró en juego, sobre todo en una cabalgada por banda izquierda, Jorge Padilla evidenció que viene a este equipo para ser titular.

Tras el descanso, sólo cambió Diego Díaz por Karim en la banda izquierda del Cacereño porque pretendía Julio Cobos más profundidad. Y le funcionó en los primeros compases de la segunda mitad. Un centro chut del propio Diego Díaz acabó con José Andrés sacándola en el segundo palo y rematando al muñeco Jorge Barba en el rechace. Pero a partir de ahí, se evidenció el pique de Chuma con los centrales verdiblancos, entre faltas de unos y otro, y el partido se desinfló por completo, no con los cambios, sino con la lesión de Bonaque.

En una entrada abajo con un rival, cayó desplomado, levantó la mano, el guardameta José Andrés se echó las manos a la cabeza y cundió el pánico. Justo en ese mismo momento, Busi cojeaba y también fue sustituido. Y poquísimo después llegaría la expulsión de Chuma y, posiblemente, la bandera blanca por parte de los dos equipos, que terminaron el partido a un ritmo más lento, en mitad de un correcalle y pensando más en terminar sano que ganando.