No le queda otra que agarrarse a su afición. Es la que nunca falla. La única en la que confiar. Sentir su latido entre tanto ruido para recordar su razón de ser. La afición es su aliento y en la fría noche del miércoles la partida se jugaba en el campo y en la grada. El partido comenzó con la emoción a flor de piel. Ese primer minuto de juego en el que los jugadores se plantaron junto al banquillo y todos en pie aplaudiendo al público encogió el corazón a más de uno en sus asientos. Todavía no habían entrado los de la Grada 1905, que esperaron al minuto 10 para acceder al campo como protesta contra la venta exprés del club a un grupo de dudosa credibilidad para la afición. También parece que para la plantilla blanquinegra, hastiada de tantas promesas que nunca llegan a convertirse realidades. Y así en esa perfecta comunión entre afición y jugadores comenzó el Badajoz con el pulso acelerado. A pesar de tener la mente en otros asuntos prioritarios del día a días sus piernas pisaban el maltrecho césped del Nuevo Vivero y sabían que había que correr mucho. Tenían ganas de darse una alegría. Lo necesitaban. No es fácil mantener la serenidad y la perspectiva en medio de un temporal que amenaza con arrasar todo. Isi Gómez daba temple al juego y Miguel Núñez liderazgo como pivote y falso tercer central para estar presente en todas las refriegas. Un contramuro para frenar cualquier hostilidad enemiga.
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Decía Óscar Cano el día anterior que Dupi, Reynolds y Guzmán son la «santísima trinidad» del Badajoz, pues en el campo está el 'mesías' Gorka Santamaría para obrar algún milagro. Siempre cree. Va a por todas. Y contagia a sus compañeros. Se parte la cara con los centrales y no se arruga. Encomiable su entrega. Representa los valores blanquinegros. El Badajoz se había despojado de la presión del Sanse y David Concha conectó con el delantero vasco pasado un minuto de la media hora para arrancar un instante de felicidad absoluta a la grada del Nuevo Vivero. Gorka Santamaría la empujó hasta el fondo de la red con todo su corazón blanquinegro. Cinco minutos antes había avisado con un remate de espuela a centro de Josema Gallego que se marchó fuera por poco.
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La sorpresa de Óscar Cano fue Adilson en el once. Y en el 30 resolvió alto una contra iniciada por un Otegui con mando en plaza en el centro del campo. El Badajoz respiraba algo aliviado porque el Sanse había apretado lo suyo a los blanquinegros y puesto a prueba a Gonzalo Crettaz. El más peligroso Jauregui, todo un incordio en el arranque para el trivote de centrales del cuadro local y que ya había probado fortuna con un disparo que se marchó rozando el poste.
Podrá tener días mejores y días peores, pero el Badajoz siempre se mantiene en pie. Nunca se rinde. Es increíble la fuerza de voluntad de este grupo. Infinita. Con toda la angustia y problemas con los que tienen que convivir y compiten como fieras salvajes. El hambre les hace devorar. Y corren como jabatos. Tampoco la incertidumbre por su futuro y los cuatro días que quedan para el cierre de mercado les impide sacar su coraje. Es su seña de identidad. Puro orgullo. Su compromiso con el escudo está fuera de cualquier duda. A prueba de bombas. Como la que soltó el club el viernes pasado.
CD BADAJOZ
Gonzalo Crettaz; Dani Fernández, Gorka Pérez, Pardo, Josema Gallego; Miguel Núñez; David Concha (Dani Aquino, min. 90), Otegui (Adri Cuevas, min. 82), Isi Gómez, Adilson (Jesús Clemente, min. 66); y Gorka Santamaría (Tahiru, min. 82).
2
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1
SANSE
Miguel Bañuz; Carlos Barreda, Frank Ferry, Álvaro Moreno, Borja Martínez; Molina, Fer Llorente (Iván Pérez, min. 59), Borja Sánchez, Fernando Ruiz (Raúl Hernández, min. 59); Jorge Jiménez (Crlos Portero, min. 72) y Jauregui (Arturo Rodríguez, min. 72).
Goles: 1-0: Gorka Santamaría, min. 31. 2-0: Dani Fernández, min. 53. 2-1: Carlos Barreda, min. 96.
Árbitro: Vicente Moral (castellano-leonés). Expulsó por doble amarilla a Miguel Núñez (49 y 87) del Badajoz. Amonestó en el Sanse a Jauregui (33), Fer Llorente (47), Frank Ferry (67).
Incidencias: Unos 4.000 espectadores. La afición se concentró media hora antes del partido y la Grada 1905 entró al campo en el minuto 10 como protesta contra la venta. Los jugadores salieron al exterior del estadio un cuarto de hora antes del partido para aplaudir a los aficionados y durante el primer minuto de juego se dirigieron al banquillo con toda la plantilla unida en pie para sumarse a la protesta.
El Badajoz siguió a lo mismo tras la reanudación. Buscó al Sanse arriba. Y de esa presión llegaría el gol de la liberación. Adilson abrió para Josema Gallego y el canterano colgaba al área, Gorka Santamaría no llegó, pero por detrás apareció como siempre la locomotora Dani Fernández al segundo palo para lanzarse con todo y poner el 2-0 en plancha. El Nuevo Vivero era una auténtica fiesta. ¡Qué ganas había! Y qué falta hacía.
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Gorka Pérez y Pardo seguían sin tener excesivo trabajo y lo poco que les llegaba lo resolvían con contundencia. Sin fisuras. El equipo era todo a una. Como una familia. Solidario en el esfuerzo y las ayudas. Adilson cumplió su misión y dejó su sitio a Jesús Clemente. Concha recuperó su salida natural por la izquierda. Gorka Santamaría seguía a lo suyo para desesperación de Frank Ferry. El central se sintió aliviado cuando Óscar Cano le sustituyó por Tahiru para que se llevase una merecida ovación de la grada.
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Adri Cuevas tuvo el tercero con un misil desde la frontal que hizo volar por los aires a Bañuz para despejar a córner. El partido se calentó y fruto de la alta tensión Miguel Núñez acabaría expulsado en el 87.
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En una situación así todos los que se vistieron de corto son héroes. Y Gonzalo Crettaz no podía ser menos para tener también su cuota de protagonismo con un paradón a bocajarro de Raúl Hernández en la misma área pequeña. Después se vio sorprendido por la anticipación de Barreda en una falta colgada que suspuso el tanto del Sanse ya pasado el 96. Y no hubo tiempo para más porque el árbitro automáticamente tras tocar el balón en la red pitó el final ante la incredulidad de propios y extraños.
No fue el partido más vistoso del Badajoz, pero sí el más emocional. Había que sacar el corazón y el alma y los blanquinegros tiraron además de orgullo para recibier el oxígeno que tanto necesitaban.
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