R. P.
Mérida
Sábado, 17 de febrero 2024
Fue un señor partidazo. El mejor que se ha visto, de largo, esta temporada en el Romano. Porque lo tuvo absolutamente todo: goles, idas y vueltas, ocasiones, emoción, sufrimiento, polémica y mucha felicidad… porque ganó el Mérida. Le ganó al gran líder Castellón, que se ... marcó una segunda parte soberbia, después de un ejercicio de competitividad y derroche jamás disfrutado este año. Podrá descender, aunque se vaya a dormir a dos puntos de la salvación, pero así se puede descender.
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Porque enlazar dos triunfos consecutivos por primera vez este curso y sumar ocho de los últimos doce puntos es un huracán de alivio para un equipo que lidia con esta situación, pero conseguirlo ante el mejor equipo del grupo te confiere un plus de fe. Hace menos de un mes escribíamos que, así, al Mérida no le daba para salvarse; ahora, en cambio, el equipo le ha dado la vuelta a la impresión: jugando como en los últimos tres partidos, es muy difícil que no se salve.
La grada del Romano no sólo se marchó a casa feliz y jubilosa, sino también excitada e infartada, porque desde que Chuma hizo el 1-0 de penalti en el 38, se metió en el partido como nunca esta temporada. Lo jugó, lo vivió. Y cuando al equipo no le llegaba el aire, después de la exhibición física que se marcó, se lo concedió la grada, que hacía mucho no disfrutaba del algo así.
El partido fue 'in crescendo'. Comenzó muy parado, con el Mérida y su afición rezando para que pasara entre nada y poco, y los dos se creían que ahí estaba la perfección, lo máximo a lo que se podía aspirar en una cita como esa. Sin saber, ilusos todos, lo que el partido nos iba a deparar. En la primera media hora, lo que mejor hablaba del Mérida es que estaba anulando por completo el líder: el Castellón parecía otro, nunca ese equipo dinámico y valiente que atacaba, atacaba y te sometía. En el Romano se celebraba cada saque de banda, cada córner, cada metro ganado como las yardas en fútbol americano.
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Y sin ocasiones claras ni de uno ni de otro, en el 36 pasó algo; tras una buena combinación en campo ajeno, Busi se plantó ante Gonzalo Crettaz en un mano a mano escorado que casi acaba en gol. Y precisamente ahí, el cuadro de David Rocha se lo empezó a creer: lo siguiente fue una jugada de Chuma que acabó en manos y, por tanto, en penalti; lo siguiente el gol del mismo Chuma desde los once metros; y lo siguiente, los mejores minutos del Mérida en el partido, llegando al descanso presionando, robando, pidiendo otro penalti claro y generando peligro.
MÉRIDA AD
Palomares; Raúl Beneit, Eliseo Falcón, Tomás Bourdal, Damián Canedo; Luis Acosta, Juanjo Sánchez (Ismael Gutiérrez, min. 83), Busi, Javi Martín (Raúl Prada, min. 72); Mizzian (Elejalde, min. 65) y Chuma (Álvaro Juan, min. 72).
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CD CASTELLÓN
Gonzalo Crettaz; Chirino (Iosifov, min. 60), Jozhua, Óscar Gil (Traoré, min. 60); Iago Indias, Raúl Sánchez (Alberto, min. 60), Calavera (Moyita, min. 46), Douglas (Veldwijk, min. 74), Medunjanin, Villahermosa; De Miguel.
GOLES 1-0: Chuma, de penalti, min. 38. 2-0: Juanjo Sánchez, min. 51. 2-1: Medunjanin, min. 54.
ÁRBITRO Francisco Javier Expósito Jaramillo, del comité andaluz. Amonestó a los emeritenses Acosta y Palomares y a los visitantes Chirino, Óscar Gil, Iago Indias, Veldwijk y Traoré.
INCIDENCIAS 2.862 espectadores en el estadio Romano José Fouto.
Ahí el equipo ya se había guardado al Romano en el bolsillo, y el inicio de la segunda parte fue apoteósico. El Castellón, con la derrota en el marcador, viró en el conjunto ultraofensivo al que nos tiene acostumbrados y el Mérida se encontró todos los huecos y los riesgos que no olió en la primera parte. Después de varias buenas presiones que rondaron de cerca el robo y el mano a mano, Juanjo Sánchez consiguió aprovechar un error de Gonzalo Crettaz en el 51 para robar, regatearle y marcar a puerta vacía. Sí, parecía todo un espejismo: por el juego, por el resultado, por quién estaba enfrente.
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Por eso la alegría no duró mucho. Tres minutos después, mientras el Mérida reclamaba una falta en la medular sobre Mizzian por claro agarrón, el Castellón montó un ataque casi perfecto: abrió a banda, los delanteros arrastraron al primer palo, y el centro fue a parar medidamente al segundo, donde apareció Medunjanin para enviarla casi sin ángulo al fondo de la red para abrir la caja de los sufrimientos. Y aún quedaba más de media hora de partido.
Pero lo que pasó a partir de ahí fue un señor gozo, porque si el fútbol es, al fin y al cabo, sufrimiento puro y duro, y nada más que eso, el Romano y su equipo se metieron una sobredosis de fútbol. El Castellón atacaba en tromba y bien y el Mérida se defendía como podía y salía a la contra. Las pulsaciones de la grada no bajaron de las 90 por minuto.
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Mizzian erró un mano a mano escorado y forzado en el 64, Traoré tiró desde el balcón del área directo a la cruceta en el 81; Álvaro Juan falló un mano a mano que le paró Gonzalo Crettaz en el 87 y el rechace lo envió Elejalde al larguero; De Miguel, en el segundo palo, sin portero y a medio metro de la línea de gol, tiró fuera en el 92 lo que debería haber ido dentro… Y entre medias, Dick Schreuder metía más y más artillería y David Rocha, otra vez en la grada, más y más aire (regresó Álvaro Juan con veinte buenos y esperanzadores minutos).
Lo que se vivió en el tramo final y tras el pitido del colegiado puede suponer un punto de inflexión en la trayectoria del equipo y en la fe de la afición. Porque el equipo sabe que si tiene esto, menos de esto es innegociable; y la afición porque ha visto que si su equipo es regular en el rendimiento, no es un utopía ni un milagro salvarse. Ahora está a dos de la salvación y ya le da igual que el próximo domingo tenga que visitar a otro líder. El fútbol es un estado de ánimo y este Mérida no es, ni por asomo, el de la primera vuelta.
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Lo que funciona no se toca. Y David Rocha, entrenador del Mérida, salvo la entrada de Damián Canedo por la izquierda en detrimento del sancionado Lluís Llácer, repitió el mismo once que en Valdebebas… y él, por supuesto, nuevamente en la grada delegando en Carlos García, Davo y Juancho Pozo. «He pensado autoexpulsarme otra vez al final del partido para seguir en la grada», bromeaba el técnico del Mérida. «A mí lo que me ha impactado ha sido en el minuto 95, cuando he salido de la cabina, y me he topado con el ruido del Romano. Ese ruido es lo que tienen que generar y ganarse ellos. Este es el camino», repitió en varias ocasiones. «La primera parte ha ido por donde esperábamos. No hemos recibido ninguna ocasión de ellos. Y al final sabíamos que nos iba a tocar sufrir. Con el 2-0 estaban en la lona, pero el gol precedido por una falta les mete de lleno en el partido. Pero en líneas generales, el resultado se me ha quedado corto por las transiciones que hemos tenido en la segunda parte. Se han vaciado en el campo», comentaba el técnico extremeño.
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