Por fin, Mérida

Cuando ya se mascaba el empate, que no satisfacía a los emeritenses porque la clasificación apremia y porque habían tenido más ocasiones claras que el Intercity, Sandoval peleó en el balcón del área entre tres un balón caído del cielo y, con la chepa, se la dejó casi perfecto a Elejalde, que llegando desde atrás le pegó de primera para gritar el gol más importante de la temporada. El gol más importante de la temporada porque un triunfo, precisamente, es lo que reclamaba el vestuario para empezar a crecer en autoestima, una de las principales culpables de la plaga de derrotas en los últimos meses.

Hasta ese gol de Elejalde, el Mérida fue creciendo paulatinamente en el partido. En los dos primeros minutos firmaba de rodillas el empate, tras un remate solo en el segundo palo de Pol Roige que no encontró puerta y un disparo de Soldevilla desde el balcón del área que despejó Palomares. Pero a partir de ahí, el equipo se asentó y empezó a mandar, llegar y obligar a trabajar a Manu Herrera. De hecho, tras el arranque arrollador de los alicantinos, las mejores ocasiones de la primera parte fueron de Chuma, que disparó desde la frontal y obligó a meter la manopla al guardameta del Intercity en el 34, y de Jorge Padilla, que no acertó a empujar a centímetros de la línea de gol un centro de Sandoval en el 37.

Fue un partido de acercamientos y ocasiones, porque el terreno de juego no permitía más. Hay campos en Primera División Extremeña con el triple de estrellas Michelín que el Antonio Solana, un verdadero infierno para el que debe que jugar allí cada quince días. Al Mérida, sin embargo, le vino de maravilla: primero porque ganó y segundo porque le obligó a jugar como su situación lo requiere. Juntitos, serios, intensos, concentrados, solidos atrás y directos arriba.

La segunda parte fue por completo del equipo de Ruano. Ya con Beneit asentado muy bien el lateral derecho y con Ismael Gutiérrez haciendo de Acosta. De hecho, el buen partido del Mérida se sustentó en el trabajo táctico de Ismael en la medular y el derroche técnico y físico de Ben Hamed. La segunda mitad comenzó con un serio avisó a los pocos segundos de la reanudación de Sandoval, que en un mano a mano escorado le pegó mal al cuero debido a un mal bote. Luego llegaría una peinada de Chuma que casi se la mete el portero en el 72 o un disparo escorado del propio Chuma que despejó Manu Herrera en el 83.

Antes de esas ocasiones, el colegiado perdonó la segunda amarilla a Traoré por un plantillazo claro a Bonaque en el 48 y la expulsión por roja directa a Nsue por un pisotón intencionado al talón de Aquiles de Sandoval cuando se lanzaba a una contra. Acciones menores a esas le han costado muchas expulsiones al Mérida esta temporada en el Romano y lejos de él. Pero cualquier cabreo, fallo, error se perdieron como lágrimas en la lluvia con el tanto de Elejalde a cinco minutos del final. Esos cinco minutos más el añadido fueron, a pesar de que el Intercity no alteró el pulso de Palomares, tres vidas y una resurrección para cualquier aficionado del Mérida. Pero bien sufridos, sobre todo cuando su equipo se acostó con 12 puntos, a dos de la salvación.