A este Mérida no le llega

Y no le llega porque no tiene la calidad suficiente ni la confianza necesaria. Tira sólo de coraje cuando marca y el viento le sopla a favor o cuando se siente perjudicado por una decisión arbitral. Siempre que aparece la suerte, la moneda le sale cruz, como en el disparo del Sandoval al larguero que hubiera supuesto el 2-2. Y luego que le ha tocado un tramo de calendario infernal, terminando su triple etapa reina con el segundo clasificado.

Más allá de todo eso, aún tiene tiempo para reaccionar… pero tiene que mover mucho el árbol. Y en la primera parte, más que moverlo, lo dejó quietecito. Ante las bajas inesperadas de Felipe Alfonso y Beneit y las esperadas de Ismael Gutiérrez y Diego Parras, lo primero de Ruano en el banquillo del Romano fue incrustar a Luis Acosta entre los centrales, darle el mando del equipo a Ben Hamed y Busi y cambiar de banda a Padilla y Sandoval. Y no le valió de nada, porque la confianza del equipo en cada pequeño detalle, en cada nimia acción, se asemejaba más al Mérida de El Arcángel que al Mérida de las dos últimas jornadas.

Salvo una buena jugada a la que Llácer llegó una milésima tarde para embocar en área pequeña, el ataque del Mérida fue muy plano. A veces porque no podía, a veces porque no le daba. Y más con un Ibiza enfrente que, sin apretar la maquinaria, se fue al descanso ganando y con dos manos a manos que salvó Palomares. Lo que es este Mérida: Palomares salvó en dos ocasiones a su equipo de ir por detrás en el marcador en el primer cuarto de hora y fue el responsable directo del gol del Obolskii a la media hora, saliendo tarde y mal.

A la segunda parte el Mérida salió igual de insuficiente. Por eso el Ibiza se aprovechó del desajuste que provocó la lesión de Llácer y la entrada de Elo para hacer el 0-2 con una jugada que remató solo y a placer en el segundo palo Roberto Arroyo. Reaccionó rápido el Mérida gracias a un golazo de falta de Chuma, pero con el equipo emeritense y su grada enfervorecida el Ibiza tiró de veteranía y mató el partido todo lo que podía. Y entre que los cambios como los de Elejalde y Escardó llegaron muy tarde y que emocionalmente el equipo está al borde del precipicio siempre, el Mérida volvió a perder, un domingo más. Y, lo peor de todo, justamente y con la sensación de que aún está muy lejos para poder ganar.