El Mérida pierde pero encuentra el camino

El Real Murcia, que cuadriplica el presupuesto del Mérida y se encuentra muchos peldaños por encima en cuanto a calidad y profundidad de plantilla, tiró de practicidad y oficio para llevarse ramplonamente los tres puntos del Romano. Jugó a defenderse y a esperar el fallo del rival y el plan le salió perfecto. Bastó un fallo para que Rodri Ríos encajara en la red la única que tuvo en todo el partido. Todo muy cruel, por lo visto y por el panorama.

Porque, para como llegaba el Mérida al partido, cogido con pinzas por la enfermería y zarandeado en lo anímico, su primer tramo fue muy aseado. Se le notaba sin confianza en las diferentes acciones, pero siempre quiso más que su rival y siempre jugó en campo contrario, sin conceder absolutamente nada. De hecho, Palomares no existía y lo más peligroso del conjunto pimentonero era el duelo de Rodri Ríos con Bonaque. La única del Murcia en la primera parte fue una casi llegada de Álex Rubio al segundo palo después de que Bonaque cayese segundos antes en área pequeña tras un zarandeo con el propio Rodri Ríos.

El Mérida, en cambio, tuvo algunas más. La más clara una de Akito en el 33', cuando se aprovechó del resbalón de uno de los centrales rojillos para forzar un mano a mano con Manu García. Pero el japonés estuvo tan lento que se cerró espacios y no le quedó otra que disparar casi desde el punto de penalti muy pegado al palo. Tras esa ocasión, el propio Akito disparó peligrosamente desde el balcón del área en el 36' y Llácer, en una contra tras córner del Murcia al filo del descanso, obligó a emplearse a Manu García en el primer palo.

No cambió el partido el paso por los vestuarios. En los inicios de la segunda parte, colgado del partidazo perpetrado por Acosta y Ben Hamed, el Mérida continuaba igual de aseadito, pero con mucha más confianza. No le daba para generar ocasiones claras de gol, pero sí para mantener al Murcia aún más alejado todavía del área de Palomares. Tan mal lo vio Munúa, el técnico rojillo, que cambió a medio equipo al cuarto de hora: cuatro cambios a la vez para darle oxígeno y fútbol al equipo.

De poco le valió. Encima, Tomás Bourdal encendió al Romano tras un latigazo desde media distancia que acabó estrellándose en el palo y provocando una triple ocasión con sus correspondientes rechaces y segundas jugadas. Y cuando el Mérida se creyó que podía ganar y la grada empezaba a empujarle con sus palmas, llegó el despiste atrás que provocó que Rodri Ríos controlara dentro del área. Y ahí, este tipo, no falla nunca. Con un requiebro y un tiro seco heló en un suspiro el alma del Romano en el 66'.

A partir de ahí, con más corazón que cabeza, el Mérida se volcó sobre el área de Manu García. Pero el Murcia tiró de oficio y picardía y empezó a parar el partido todo lo que podía. El colegiado tuvo que descontar al final casi diez minutos. Y a tirones, los de Rocha merodearon tanto el área murciana que merecieron, mínimo, el empate. Lo más peligroso fue un remate de Bonaque al larguero en el 83' y un disparo a quemarropa a la media vuelta de Chuma en el 88' que se topó con la panza del guardameta murciano.

Así que, para su pesar, el Mérida le echó más tierra a su momento, pero con el convencimiento de que ha encontrado el camino. Puede perder, pero de esta manera ganará más puntos de los que perderá. El punto de inflexión sería poder mantenerlo en cada jornada.