Resignación en el Romano

Larga porque el Mérida necesita ganar y para ganar tiene que elevar sus prestaciones y, desgraciadamente, no es capaz de elevarlas más de lo que vimos ante el Atlético B. Con esta imagen, perderá partidos, algunos los competirá y unos cuantos los ganará porque la moneda le saldrá cara. Pero no está este equipo para enganchar muchas victorias en lo que queda de liga, que es precisamente lo que necesita para salvarse.

De hecho, por cómo fue la primera parte y por cómo terminó el partido, el punto, que vale para poco, le supo muy bien al conjunto emeritense. Porque, aunque en ocasiones claras estuvo la balanza nivelada, a puntos estuvo mejor el filial rojiblanco. En la primera parte no pasó absolutamente nada, pero siempre estuvo más cerca del área y del gol el Atlético, que encontró muy fácil al hombre libre y desbarató siempre la presión del Mérida, que saltaba tarde y mal.

A David Rocha le salió muy bien juntar de inicio a Eliseo Falcón y Damián Canedo en el eje de la defensa, porque ambos fueron tal vez lo más solventes del equipo; Acosta jugó uno de sus mejores partidos de la temporada acompañado por Beneit en la parcela central, sobre todo en la segunda mitad; pero no le salió al técnico emeritense lo de Escardó como hombre más adelantado. Ni fijaba a los centrales, ni fue al remate, ni fue capaz de asociarse con los medios para tener algo más de balón. Por eso en la segunda parte cambió a un 4-4-2 más clásico, con Javi Martín arriba y Busi en banda.

Esa mala presión y mal posicionamiento derivó en una posesión casi absoluta del Atlético, que manejó muy bien el cuero y creó muchos desbarajustes por bandas y centros laterales. Lo poquito que llegó el Mérida al área de Iturbe fue corriendo al espacio y centrando, pero nunca había nadie para rematar. La grada, muy fría en todo momento, se acordó de la expulsión de Chuma la jornada pasada, de las enésimas lesiones de Elejalde o de la no llegada a estas alturas del mercado de invierno de otro delantero.

Con el cambio táctico tras el descanso, la segunda parte fue otra. El Atlético fue capaz de crear ocasiones peligrosas y el Mérida capaz de responderle con tantas otras. Todo arrancó en el 53, cuando Niño le cogió la espalda a la zaga emeritense y se plantó mano a mano con Palomares. Gracias a que Eliseo Falcón encimó por detrás, el delantero rojiblanco lanzó fuera el disparo. Y un minuto después, contestó el Mérida con una internada de Sandoval por la izquierda que acabó en remate de Busi y puño milagroso de Iturbe para evitar el 1-0. Hubo más ocasiones en esos 60 segundos que en los 52 minutos anteriores. Y el partido se destapó.

Amenazaba uno y al instante contestaba el otro. En el 62, el ex del Badajoz Mariano Gómez sacó casi bajo palos un disparo de Javi Martín desde dentro del área. Y un minuto después, Palomares se inventó la parada del partido sacándole un mano a mano clarísimo a Sergio Guerrero. Y lo mismo sucedió en 70: pudo adelantarse el Mérida con un remate de Acosta en el segundo palo a la salida de un córner y a la contra siguiente Palomares volvió a sacar un mano a mano escorado a Abde.

Y a pesar de los cambios, el Mérida se desfondó en los últimos diez minutos. No podía más. De ahí que tanto el propio equipo como la grada rezaran por quedarse con un empate que valía de poco. Y así será hasta el final de temporada: hacer todo perfecto y aún así rezar para que la moneda te salga cara. O eso… o una mejora cuantificable y milagrosa del equipo.