El Romano que nunca se rinde

Ante el Recreativo de Huelva, en la primera jornada de Liga, salió cruz… y qué cruz. Pero es que desde entonces, los instantes finales casi siempre le han sonreído al Mérida de Sergi Guilló, uno de los equipos de la categoría que más goles mete y menos encaja en el último cuarto de hora de los encuentros. A partir del minuto 75, el Mérida ha celebrado hasta seis goles y, a excepción del primer día ante el Recre, sólo ha recibido uno, en Marbella.

Ese gol de Segura en propia puerta en Marbella en el 82 le robó un punto. Pero los tantos de Busi ante el Algeciras (84), Liberto ante Ibiza (90) y Alcoyano (92) y Juanjo y Felipe Alfonso contra el Intercity (79 y 91), le han granjeado hasta ocho puntos más en la clasificación al cuadro emeritense. Y sin contar con el de Pablo García en Sanlúcar en el 82 porque el choque ya transcurría 0-2. Y salvo este último, todos los demás tantos se han gritado en el estadio Romano.

«Si tiramos la moneda una vez y te sale cara, eso sí sería buena suerte. Pero lo nuestro no es casualidad», explica Sergi Guilló. «Que el equipo compita siempre en los últimos minutos no es casualidad, porque siempre está enganchado a los partidos, de ahí que la mayor parte de los goles los consiga en el tramo final. Son datos. Contra diez o con diez, ganando, empatando o perdiendo… siempre intentamos atacar».

El dato y la adrenalina final habla excesivamente bien del estado físico de la plantilla, por un lado, y de la tenacidad de los jugadores por el otro, independientemente de su estado físico. «Es que hasta con jugadores tocados y arriesgando con ellos, el equipo ha apretado y aguantado muy bien los instantes finales de los partidos. Por ejemplo, este último sábado: Pipe y Liberto sólo entrenaron el viernes, Raúl Beneit sólo dos días, Doncel llegaba muy justo… Y luego los que entran desde el banquillo, que siempre responden».

Dicen que un hombre solo puede ser valiente cuando tiene miedo… y parece que el Mérida tuvo el sábado mucho miedo a encadenar su novena jornada sin ganar. Al principio ese miedo le paralizó y al final le avivó. «La precipitación y la ansiedad de los jugadores en la primera parte lo achaco a que se estaban viendo otra vez por detrás en el marcador, con la gente impacientada, sin hacer ocasiones… Todo eso cuesta a nivel mental. Hicimos un trabajo desde el cuerpo técnico para intentar reflotar eso, que no le hicieran mucho caso a la crítica y siguieran por el camino».

De hecho, al descanso del partido, el equipo fue despedido con una pitada por parte de sus aficionados. No porque fuese perdiendo, sino por cómo estaba jugando. «El público puede mostrar su opinión porque llevábamos tiempo sin ganar y cualquier aficionado quiere que su equipo gane, y más en casa. Encima no estábamos ofreciendo el fútbol que sí habíamos ofrecido en jornadas anteriores. Y el aficionado se puede expresar, aunque al futbolista eso le ayuda menos. Pero esto es fútbol, y hay que superar esa presión. Por eso incidí en el descanso en que nos alejásemos del ruido para tomar decisiones, porque al final de la primera parte tomamos decisiones a la ligera, sacando rápido de banda, pasándonos de toques al principio de la jugada, dando últimos pases en zonas muy alejadas…».

Así que, entre la estadística y la victoria, el Mérida trabajará más tranquilo la semana previa a su visita a Valdebebas este próximo sábado (21.30 horas).