El Romano rebota y rebota

Con el 2-1, el autor del gol se autoexpulsó en apenas diez minutos: primero por una protesta y luego por una falta absurda por detrás a Climent. La superioridad numérica no tranquilizó al equipo de Sergi Guilló, que a falta de tres minutos incurrió en un posible penalti sobre Barbu. El lateral zurdo del Fuenlabrada lo protestó, vio amarilla y tres minutos después frenó una contra de Liberto para ver la segunda al límite del 90'. Sólo a partir de ahí empezó a respirar el Mérida, que celebró con su gente terminar el año, a falta de los partidos de mañana, en puestos de playoff de ascenso.

Los primeros tres minutos del duelo fueron un sabroso espejismo. Como una de esas películas que en sus primeros fotogramas apuntan a culto y al final rompen en filme de sobremesa. Los dos primeros minutos fueron un vendaval de fútbol del Fuenlabrada, que monopolizó el cuero y obligó a intervenir a Palomares, que salvó con valentía el 0-1 después de no lograr atajar un centro lateral. Tan solo un instante después, Doncel provocó una falta tras internarse por el balcón del área y Lucas Díaz tuvo que poner a calentar su manopla para impedir el gol de Pablo Ganet en el lanzamiento.

Y cuando la grada se frotaba las manos, el partido se paró. En seco. Como si los dos equipos coincidiesen en que todavía era demasiado pronto para sacar el kalashnikov. Y en una de esas jugadas en las que parecía que no pasaba ni iba a pasar nada, Liberto se sacó una combita perfecta desde la izquierda que acabó con el lateral madrileño Barbu metiéndose un golazo por la escuadra. El centro era tan exquisito que, mientras volaba, Barbu temió por un remate desde segunda línea y sus nervios acabaron traicionando a su equipo y adelantando al Mérida.

A partir de ahí, con más o menos dominio, con más o menos salidas, con más o menos finalizaciones, el Mérida controló todas las facetas del partido. Palomares vivió muy tranquilo toda la primera parte. Tan tranquilo que lo siguiente que le pasó al partido fue un golpe de suerte: Pablo Ganet lanzó una falta desde el balcón del área, Lucas Díaz repelió el cuero en su palo y el rechace le fue tan directo y fuerte al cuerpo de Falcón que rebotó y salió repelido hacia la red.

Así que, mirando el 2-0 del electrónico, la segunda parte arrancó con cierto pelín de relajación, lo que provocó varias llegadas en ambas áreas. Lucas Díaz le sacó el tercero a Eslava en un tiro malintencionado desde la frontal y poco después Manu Garrido empujaba otro centro perfecto de Dani Rueda desde la izquierda para acortar distancias. Y aunque poco después se quedó con uno menos por la expulsión del goleador, el Fuenlabrada nunca le perdió la cara al partido. Por eso al Mérida le empezaron a quemarle sus nervios. Salivaban Liberto, Doncel y Eslava con los espacios que había, pero nunca supieron aprovecharlo. De ahí que los madrileños se creciesen con el paso de los minutos. Tanto que Palomares salvó a su equipo con un paradón en el 82' y en el 87' los madrileños reclamaron un posible penalti por agarrón de Prevedini.

A partir de ahí, el Mérida dijo que ya no se jugaba más. Y entonces el Romano terminó el año sufriendo, pero botando… y rebotando.