El Badajoz se queda con un pírrico empate sin goles en un partido en el que puso toda la carne en el asador, pero en el que el Illescas hizo todo lo posible Para que el fuego no prendiera. Empate con sabor a derrota por ... una nueva decepción pese a darlo todo. El Nuevo Vivero supo reconocer esas ganas y ese esfuerzo por buscar la victoria en todo momento y trató de subir el ánimo a unos jugadores desolados tras el pitido final.
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Se vació el equipo pacense para reencontrarse con una victoria que se le resiste desde hace ya diez jornadas sin que encuentre soluciones para poder cambiar esta corriente tan negativa. Y es que el Badajoz fue víctima de su propia mala sombra para no llevarse un partido que bien se mereció por méritos, argumentos y entusiasmo. Chocó contra su impotencia y el infranqueable muro rival. La jornada tampoco le sonrió al puntuar todos los de abajo. Al final ni hicieron acto de presencia los dos dueños, Guillermo Ritchey y Víctor Arana, ni hubo concentración previa de la afición como protesta contra su gestión y, en cambio, sí un apoyo incondicional al equipo desde la grada durante todo el partido.
El Badajoz salía con la presión añadida de que todos los de abajo habían puntuado con victorias del Montijo, Navalcarnero y San Fernando y empate entre Cacereño y Mensajero. Crecía aún más la necesidad para un equipo pacense ya de por sí con urgencias por ganar. Eso se trasladó al campo en un inicio volcado arriba para intentar resolver rápido. Iñaki Alonso había sorprendido dejando al capitán Miguel Núñez en el banquillo y darle el timón a Petcoff y Sandro Toscano. Esta variante situaba a Toni Jou de enganche con Álex Alegría. Tuvo el dominio, pero ese mayor control del juego no se traducía en ocasiones claras de gol.
El Illescas había cosido una tela de araña con una defensa de cinco en la que el Badajoz se veía atrapado. Los blanquinegros intentaron soltarse con los tirones de Adri Carrasco por la izquierda, el más incisivo de los locales en los primeros minutos. Pero el peligro se diluía como un azucarillo al llegar al área. El madrileño fue el protagonista del primer disparo a puerta a los 18 minutos. De fogueo, pero un aviso al menos. Poco después lo probaría otra vez en un robo de balón en el centro del campo que armó el Badajoz en una rápida transición sobre Adri Carrasco, que tras revolverse en la media luna lanzó flojo a las manos del portero. Estaba el Badajoz en situación de querer romper el partido y pudo hacerlo de no ser por el espectacular vuelo de Christian Gómez para sacar una mano prodigiosa a un disparo de Toni Jou a la misma escuadra. Dos más tarde golpearía mal solo en el segundo palo un remate que se marchó por la línea de fondo.
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CD Badajoz:
Óscar Santiago; Fran Grima, Borja López, Liza, Chacartegui; Saidou Bah (Fidel Ibáñez, min. 62), Sandro Toscano (Ewan Uriain, min. 72) , Petcoff (Miguel Núñez, min. 72), Adri Carrasco (Jurgi Oteo, min. 72); Toni Jou y Álex Alegría (Pablo Gálvez, min. 34).
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CD Illescas:
Christian Gómez; Ranera, Poveda, Cortázar (Marvin, min. 46); Edu Viaña (Piriti, min. 78), Christian Molina, Núñez (Marcos, min. 85), Collazo; Junior (Molina, min. 72), Javi Feria (Borona, min. 72) y Mingo.
Árbitro: Aranda Delgado (andaluz). Amonestó en el Ilescas a Cortázar y Poveda (88) (38).
Incidencias: 3.219 espectadores en el Nuevo Vivero. El Badajoz dedicó la acción solidaria del partido al comedor social El Propósito. Los jugadores pacenses lucieron un brazalete verde con motivo del Día Mundial Contra el Cáncer. El presidente Luis Díaz-Ambrona y el director general del club Miguel Leyva, en el palco acompañados por el concejal Juan Parejo.
Y ahí, justo cuando más insistía saltaron las alarmas. Álex Alegría salió trastabillado al recibir un balón dentro del área y cayó tendido sobre el césped. El Badajoz está gafado. Si no tuviera problemas ya de por sí para colmo se lesiona su fichaje franquicia a la media hora de juego. Iñaki Alonso recurrió a Pablo Gálvez como recambio en la punta de lanza de un abatido Álex Alegría.
El Badajoz pareció venirse abajo. Y el Illescas lo aprovechó para hacer sus primeras incursiones sobre los dominios de Óscar Santiago, pero sin mayor peligro que un inocente remate que fue a las manos del portero blanquinegro. Los visitantes jugaban con la necesidad local. El partido bajó en ritmo e intensidad como queriendo buscar algo de refresco en el descanso.
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Y salió con energía el Badajoz. A los cinco minutos, Pablo Gálvez se sacó un soberbio latigazo desde el pico del área que escupió con gran violencia el poste. El público se echaba las manos a la cabeza. La desesperación se apoderaba de la grada, mientras en el césped trataban de mantener la calma. Quedaba un mundo para caer en la precipitación. Pero el Illescas sabía que jugaba con el reloj a su favor y pronto empezó a tensar la cuerda. El Badajoz supo contener la compostura y seguir a lo suyo. Iñaki Alonso jugó sus cartas y cambió a un apagado Saidou Bah por un enchufado Fidel Ibáñez, a quien dejó de extremo. Los pacenses seguían intentándolo ya con un Illescas sin disimulo agazapado atrás. Pero el Badajoz no perdió los nervios. Adri Carrasco la tuvo con todo a su favor dentro del área pero en el momento de encañonar un contrario metía la punta de la bota para enviar a córner.
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Iñaki Alonso se la jugó con todo en un triple cambio para meter a Miguel Núñez, Jurgi Oteo y el debutante Ewan Urain. Quería ir a por todas. No le quedaba otra porque al Badajoz ya solo le vale ganar. Urain pudo tener el estreno soñado con un tremendo cabezazo a bocajarro que sacó como pudo el meta visitante. El Nuevo Vivero empujaba. El Badajoz insistía, pero el Illescas paraba el juego. Había un equipo que quería jugar, necesitaba los tres puntos y otro que hacía lo posible porque pasaran los minutos sin que sucediese nada, se conformaba con el empate. Los blanquinegros estaban desesperados. Buscó el gol nada más pisar la frontal con disparos lejanos. Y de nuevo Christian Gómez sacó una mano en la misma escuadra en un balón que llegaba envenenado de un rebote.
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El Badajoz quiso, pero no pudo en una mala jornada para sus intereses porque por abajo cada vez se aprieta más la cosa, aunque como consuelo queda que la salvación sigue a cinco puntos.
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