La sombra del gafe es alargada

Se topó la afición a un Mérida futbolísticamente por debajo de lo esperado, pero fue más a causa del calor y de la seriedad del Ceuta que por el planteamiento y los jugadores utilizados por Juan García. Arrancó el duelo el técnico emeritense con dos extremos para toda la banda derecha, dos jugones en la medular y los dos delanteros puros que tiene y terminó el partido con todo lo ofensivo que tenía sobre el campo. De hecho, ya cuando el partido se desató por completo, el Mérida acabó mereciendo más de lo que cosechó, si bien el empate no fue injusto. El Ceuta demostró que es un equipo para luchar por los puestos de arriba y no para dar la imagen que dio en los primeros veinte minutos ante el Villanovense.

La primera parte fue tan negra como la camiseta que utilizó el Mérida, que tiró de segunda equipación para conmemorar el día de Extremadura. Ninguno de los dos equipos se desmelenó, no apareció ni la fluidez ni la profundidad en las jugadas y todo se redujo a intensidad en los duelos y en las disputas. El Ceuta solo inquietó con faltas en la frontal del área que no destilaban ni cosquillas, mientras que lo del Mérida se limitó a un cabezazo de Lolo Plá a las manos de Leandro. Aparecieron muy poco en la primera parte los dos delanteros emeritenses, y ahí se explicaron muchas de las cosas que sucedieron. No le llegaba casi nada.

Tras el descanso, el partido se animó. Porque el Mérida finalizaba jugadas y porque el Ceuta tejía ataques tan coherentes como peligrosos. Pero ya cuando entraron Gaspar y Álvaro Ramón el partido se desniveló a favor de los locales. Y por eso llegó el gol de Lolo Plá, que volvió a estar más listos que nadie y aprovechó un balón medio suelto en área pequeña tras los toquecitos de Gaspar e Higor Rocha. Parecía hecho, pero a los cinco minutos se relajó el Mérida en defensa y Alain centro cómodo y Pito Camacho remató solo en el segundo palo.

Quedaba tiempo, pero tocaba empezar de nuevo. Y aunque Juan García soltó toda la carne en el asador, al Mérida le faltó puntería y tranquilidad para acabar el gafe de las dos primeras jornadas. Gafe que no cesa y que se alarga cada año más.