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J. P.
Badajoz
Jueves, 6 de junio 2024, 10:42
Lo que había sido una auténtica fiesta dentro del estadio quedó empañada fuera al final del partido. Más de medio centenar de seguidores, la mayoría niños, esperaban a la salida para ver de cerca a sus ídolos, pero se quedaron con las ganas porque ... el autobús de la selección aguardaba dentro del estadio y salió sin que ninguno de los internacionales se asomara si siquiera a saludar al otro lado de las vallas custodiadas por un fuerte cordón de seguridad. Apenas eran unos metros y solo se les requería un pequeño gesto. Pero nada. Los más pequeños se fueron a la cama con el sofocón después de una noche que había sido mágica para ellos. Toda una ilusión hecha pedazos por esta nueva política de sobreprotección del futbolista profesional. Las estrellas han perdido su cercanía con el aficionado, el auténtico alma y que da sentido a este juego. Y la Roja le ha dado la espalda a la afición extremeña. Esos mismos que aplaudieron a rabiar durante un partido descafeinado y soso han despedido de Badajoz a la selección entre abucheos al grito de «¡Fuera, fuera!» por no reproducir otras expresiones de irritación más desagradables. Una pena que quienes manejan los hilos detrás de esta burbuja no cuiden estos detalles. La indignación era total.
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Casimiro Moreno
En la anterior visita a Badajoz en 2021 ante Georgia, esos cinco minutos que los internacionales les dedicaron mientras se subían al autobús les supo a gloria. Y había restricciones por la covid. Pero tan felices.
Por aquí han pasado Liechtenstein, Chipre, Georgia y ahora Andorra. Selecciones de perfil bajo que en una ciudad como Badajoz siempre va a colgar el 'no hay billetes'. Da igual el rival, importa España. En otros campos como el Bernabéu, Metropolitano o San Mamés en la primera habría habido pitos por el juego ramplón y falto de chispa. Pero en el Nuevo Vivero la grada era un jolgorio. Pura diversión. Por no venir no viajaron ni los futbolistas del Madrid ni Rodri, el único referente claro de una selección de caras desconocidas. Si hasta pusieron a Cucurella para la rueda de prensa. Tirón ninguno. Más bien cumplir el expediente de un partido lo más parecido a esos de la previa de Copa del grande contra el modesto de Tercera y rapidito para Las Rozas.
En Extremadura estamos tan faltos de todo que se muestra muy agradecida solo por haber venido. Aunque en esta ocasión haya sido un visto y no visto. Porque los internacionales apenas han tenido contacto con sus aficionados. Solo los diez minutos del aeropuerto en esos escasos metros desde que salieron por la puerta hasta subirse al autobús que esperaba justo enfrente. Y una sesión de firmas exclusiva por compromiso de uno de sus patrocinadores en la más estricta privacidad a la que no tuvieron acceso ni los medios. Bunkerizados en un hotel a las afueras han pasado su día en tierras pacenses aislados de todo. Alejados de la realidad. Del sentir de la calle. Cerrados a cal y canto. Hasta la RFEF hizo entrega de un reconocimiento a la FExF por su centenario en un acto íntimo en el antepalco en lugar de hacerlo extensible a todos los extremeños dándole visibilidad sobre el césped. Todo lo relativo a la selección en sus 24 horas en la región ha sido así, casi a escondidas. Por algo algunos medios nacionales llaman a Rocha el presidente invisible.
La próxima tocará San Marino o Gibraltar y ahí estarán los extremeños para entregarse como siempre a su selección. Extremadura ya se merece un España-Portugal, por ejemplo.
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