Este miércoles (a las 21.30 horas, en el Nuevo Vivero de Badajoz) Extremadura renueva sus votos con la selección española en un partido frente a Andorra de preparación para la Eurocopa de Alemania que dará comienzo para el bloque de Luis de la Fuente ... el 15 de junio ante Croacia. La conmemoración del centenario de la Federación regional ha ejercido de bisagra para una cita muy esperada que colgó el cartel (virtual) de no hay billetes en apenas unas horas. Será la sexta visita de la Roja a tierras extremeñas, con tres precedentes en la capital pacense (1999, 2006 y 2021), una en Cáceres (1991) y otra en Mérida (2009).
Publicidad
Han transcurrido más de 30 años desde que el Príncipe Felipe albergara las primeras nupcias con la Roja, fue el 17 de abril de 1991, ante la Rumanía del madridista Hagi. Un partido que arrojó unos dividendos de 18 millones de pesetas a la Federación en concepto de taquilla y que vivió de manera especial el cacereño Manolo Sánchez, venerado por su gente. En la víspera, el pichichi de la Liga ese curso fue nombrado Hijo Predilecto de la ciudad recibiendo una placa a manos del alcalde, Carlos Sánchez Polo. «Estoy emocionado porque esto es lo mejor que me ha podido pasar», manifestaba el día antes de compartir titularidad junto a un tal Emilio Butragueño.
Noticia relacionada
El feudo verdiblanco se engalanó para la ocasión con varias reformas, incluida la explanada del aparcamiento, tamizada de baches y reservada a las autoridades, mientras que el resto de los más de 15.000 asistentes debieron usar el polígono de Las Capellanías. El tráfico se colapsó y muchos vehículos tardaron 45 minutos en recorrer los tres kilómetros que separan el estadio de la ciudad.
La expectación era máxima y al entrenamiento previo acudieron cientos de personas que abarrotaron la preferencia. El tirón era innegable pese a que aquella generación fue la última en quedarse fuera de un gran torneo internacional, no clasificándose para la Eurocopa de 1992. No en vano, España acudía a ese 'bolo' ya casi descartada para el evento continental y la derrota (0-2) frente a los rumanos precipitó la destitución del técnico Luis Suárez, muy en entredicho.
Publicidad
En los prolegómenos, no faltaron las anécdotas, con un periodista del país de los Cárpatos inmortalizándose con una pata de jamón o la interrupción de la reunión de la comisión de Urbanismo por parte del concejal José Lucio para fotografiarse junto a su hijo con varios futbolistas. Ya el día del partido, la banda de música de la Diputación tocaba los acordes de 'Paquito chocolatero' con la percusión aliada de 'Manolo el del bombo' mientras la gente hacía la ola. Toda una fiesta en la que no acompañó el fútbol, crispando a un público entregado que presenció una gris actuación que se rubricó con los tantos visitantes de Timofte y Balint en la segunda parte. Manolo estuvo cerca de ser profeta en su tierra, pero el palo se interpuso.
El azar quiso que España debutara en Badajoz el día de la festividad regional en 1999, el 8 de septiembre. Aquel duelo, clave para sellar la clasificación para la Eurocopa de Holanda y Bélgica, estuvo salpicado por la polémica. A nivel nacional, se extendió el rumor de que el césped del Nuevo Vivero era un patatal impracticable, lo cual suponía un hándicap para el juego y la salud de hombres como Guardiola, Guerrero, Luis Enrique, Valerón o el extremeño Morientes, que se convertía en uno de los atractivos principales: '¡Saca a Morientes, Camacho saca a Morientes!', le corearon al seleccionador. También significó el reencuentro de Pedro Munitis con su gente, ya que dos temporadas antes militó en las filas de la disciplina blanquinegra dejando su huella.
Publicidad
Una legión de periodistas (hubo 200 acreditados) de la prensa nacional acudió al entrenamiento con el morbo del estado del verde como carnaza, pero Raúl González zanjaba la controversia: «El césped está bien, está fenómeno», aunque matizó que era mejorable, opinión que compartían varios miembros de la expedición.
España se medía a Chipre, sorprendente rival en la pugna por la primera plaza que le sacó los colores en el primer choque costándole el puesto a Javier Clemente, que fue relevado por José Antonio Camacho, que ensalzó a la afición local: «Es una gran experiencia que el lunes estuvieran 7.000 niños con sus ídolos» en un acto celebrado en La Granadilla. El día del encuentro se dobló esa cifra en el estadio, entre ellos, los sub-21 chipriotas, que paradójicamente ondeaban banderas españolas. Cabe señalar que pese a la vigilancia de la Policía se manejaban cifras de 40.000 pesetas en la reventa.
Publicidad
El combinado nacional pasó por encima de su rival con un 8-0 que superó las expectativas de un optimista Juan Carlos Rodríguez Ibarra, presidente de la Junta, que vaticinó un 7-0. Dos 'hat-tricks' de Urzaiz y Guerrero y los goles de Hierro y César concedieron el pase y brindaron un espectáculo a los extremeños. Más allá de la lluvia de goles, fue protagonista una plaga de insectos (polillas, mosquitos y saltamontes) que incordió a los aficionados de tribuna y dejó una imagen icónica que se recordó durante los años posteriores.
El Nuevo Vivero repitió el 2 de septiembre de 2006 en plena fase de transición tras la eliminación frente a Francia en octavos en el Mundial de ese año. La crisis era evidente y la fiebre por la Roja estaba bajo mínimos pese a una hornada con mucho talento. A su llegada al aeropuerto de Badajoz, Puyol era cuestionado sobre su implicación con la selección, «el que dude sobre mi entrega tiene un problema». La tensión era evidente. Aterrizaban para medirse a Liechtenstein en el primer partido de clasificación para la Eurocopa de 2008 de Austria y Suiza. La apatía reinante no afectó a los pacenses, que arroparon a los jugadores en el entrenamiento acudiendo unos 8.000; 5.000 más abarrotaron el coliseo blanquinegro en el partido. A las nueve de la mañana los más madrugadores se apostaban a las puertas del NH Hotel Gran Casino de Extremadura esperando un tradicional paseo de sus ídolos que no se produjo. El afán por ver a la Roja era tal que unos 500 seguidores hicieron cola desde las cinco de la mañana de la jornada del choque con la esperanza de conseguir una entrada en taquilla sin éxito, porque a las ocho de la tarde eran informados de que no quedaba papel disponible. La previa quedó salpicada por la denuncia del padre de un niño golpeado por un agente de seguridad. También se recuerda la poca pericia del chófer del autobús de la selección, que dejó sin escapatoria al vehículo cuando se agolparon curiosos en busca de un autógrafo.
Publicidad
El compromiso finalizó con 4-0 y sería la primera piedra de la era más dorada del balompié español. Un doblete de Villa, Torres y Luis García firmaron la goleada en un encuentro en el que uno de los descartes fue Xavi Hernández, por entonces aún sin el peso específico que adquirió después, e Iniesta era suplente. Raúl jugaría en Badajoz su último partido con la Roja en territorio nacional, ya que sería uno de los señalados tras la sangrante derrota, apenas cuatro días después en Belfast, que removió los cimientos del combinado. Aquella propuesta aún en pañales que concibió Luis Aragonés dio sus primeros y dubitativos pasos en el Nuevo Vivero. Por entonces nadie calibraba la trascendencia de una fórmula que revolucionaría el deporte rey y que cautivaría a todo el planeta. Ante la falta de espectáculo, la grada cantaba '¡que bote el Vivero, que bote el Vivero!'.
Justo tres años después, el 8 de septiembre de 2009, le tocaba el turno a la capital autonómica en plena promoción del Romano como subsede en la candidatura de Madrid para los Juegos de 2016. La roja visitaba Mérida en plena efervescencia tras ganar la Eurocopa y aunque se preveía habilitar solo preferencia y fondo norte para la sesión preparatoria, una marea de aficionados desbordó todas las previsiones y algunos golpeaban las puertas para que abrieran una tribuna que a priori iba a permanecer cerrada. Poco importó la presencia de una inusitada lluvia.
Noticia Patrocinada
Medio millar de personas acudieron a recibir a los pupilos de Vicente del Bosque al hotel Tryp Medea y el salmantino elogió a Extremadura, «es una comunidad que siempre ha recibido muy bien a la selección en diferentes categorías, no me ha sorprendido». España cumplió y derrotó a Estonia (3-0) sellando así el pasaporte para el Mundial de 2010. El primer vértice de la estrella en el escudo de la casaca roja se bordó en Mérida. Marcaron Cesc, Cazorla –al que le dedicaron una simpática pancarta: 'Te cambio a mi hermano por tu camiseta'– y Mata.
Más de una década se demoró el siguiente paso del combinado español por la región. Fue el 5 de septiembre de 2021, con el mundo aún conmovido y sacudido por la pandemia de la covid. Bufandas y enseñas se mezclaban con mascarillas y geles hidroalcohólicos. El Nuevo Vivero acogía un encuentro valedero para la clasificación para el Mundial de Catar de 2022. Por esas fechas se permitía cubrir un 60% del aforo en recintos exteriores, pero la Junta aconsejaba no rebasar el 50 por los datos negativos de contagio en la región. El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud disentía y se venderían 1.500 entradas más, llegándose hasta las 8.500. Fue, quizás, el precedente más descafeinado por las limitaciones. El calor fue protagonista en una noche de trámite en la que el remozado grupo de Luis Enrique doblegó a la frágil Georgia (4-0). Anotaron Gayà, Soler, Ferran Torres y Sarabia en un equipo con pocas figuras reconocibles y nombres desconocidos para el público general como el de Abel Ruiz.
Escoge el plan de suscripción que mejor se adapte a tí.
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.