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El Badajoz no puede alardear de haber desarrollado una destreza para adaptarse con fluidez cuando se ha visto obligado a salir de su zona de confort. Con escenarios propicios derrocha calidad y talento para imponer una autoridad que se le presupone, sobre todo si el guion le sonríe de manera prematura con un resultado a su favor. En esas situaciones, por la inercia que otorga la ventaja en el marcador y sus individualidades, se maneja con comodidad. Pero cuando la trama reserva vericuetos adversos sufre, se aturrulla y pincha en hueso.
Ha adolecido de cierta capacidad para remangarse y sumergirse en la espesura del otro fútbol, ese alejado de la verticalidad, la velocidad en las transiciones, el control, el aprovechamiento de los espacios entre líneas y la precisión. Esas vertientes del juego, si cristalizan este domingo (18.00 horas) en el estadio Antonio Amaya de Pueblonuevo, será de manera excepcional y anecdótica, porque las condiciones del terreno de juego obligarán a los blanquinegros a reciclarse, armarse de paciencia y a no empecinarse en un modelo de juego incompatible con los requisitos que exige el pleito. Se trata de un bastión duro y resistente, difícil de colonizar, así lo atestigua el dato de que en los 46 encuentros que ha albergado desde su regreso a la quinta división en 2022, solo ha perdido en doce ocasiones.
La irregularidad del césped del recinto en el que juega como local el equipo de las Vegas Bajas se verá acrecentada por la incidencia de las lluvias de estos días sobre la provincia pacense. Un factor que no ha pasado desapercibido para David González, entrenador del bloque blanquinegro, que se refirió a este asunto en varias ocasiones durante su comparecencia de este viernes. «Lo que esté en mi cabeza no se va a producir, eso es real, hay que adaptarse y a partir de ahí tratar de sacar los tres puntos», explicaba el preparador navarro sobre las premisas de un partido clave de cara a parapetarse en la zona de playoff. Y también lo es para romper con una dinámica peligrosa que le ha llevado a acumular casi dos meses de competición sin vencer a domicilio.
La última vez que celebró un triunfo lejos de sus dominios fue el día del famoso órdago de Oliver Sierra en Arroyo de la Luz, encuentro en el que se impusieron los visitantes por 0-2 después de que el preparador aragonés amenazara con marcharse.
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David González asume que lo táctico pasará a un segundo plano y la consigna es salir con intensidad, ser contundentes en los duelos y no bajar la guardia para evitar sustos. «En un campo tan complicado como este tengo menos incidencia como entrenador», insistía. Será un enclave hostil en el que, por ejemplo, no fue capaz de ganar el Jaraíz y en el que hincó la rodilla el segundo de la tabla, el Azuaga, «es un campo donde muchos se han dejado puntos o no han conseguido sacar nada y si queremos estar arriba tenemos que ganar en campos como el del próximo domingo».
Reconoce que durante las últimas sesiones han intentado simular situaciones que pueden ser determinantes bajo esas condiciones tan específicas, «hemos planteado la semana de entrenamiento en relación al campo que nos vamos a encontrar, obviamente es difícil porque no disponemos de esas instalaciones». Dejó patente sus desvelos al respecto, teniendo en cuenta además las ausencias en su plantilla, «no se va a poder jugar bonito con buenos jugadores y encima con las bajas tan importantes que tenemos». Lobato, Bermúdez y Jorge Barba se perderán el envite al cumplir el ciclo por acumulación de tarjetas amarillas.
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