![Los trofeos de la Roja en Badajoz aglutinan el interés en la 'fan zone'](https://s1.ppllstatics.com/hoy/www/multimedia/2024/06/04/Fan-RgRhebdpDeNojNCTvO82awJ-1200x840@Hoy.jpg)
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En los veladores del paseo de San Francisco de Badajoz, madres que habían dejado a sus pequeños en la guardería, funcionarios en el descanso matutino y algunos jubilados apuraban con parsimonia su media de cachuela y daban un sorbo al incandescente café que no se ... atemperaba por las altas temperaturas. Degustaban el desayuno con la mirada clavada en los distintos tenderetes y espacios habilitados con un color completamente predominante, el rojo. Algunos abandonaban el confort de su rutina mañanera para curiosear, con rumbo aleatorio, mano en el mentón y entrecejo arrugado tratando de identificar aquellas atracciones. Ese «tinglado» que los despistados no descifraban era la 'fan zone' de actividades con motivo de la visita de la selección española de fútbol a la ciudad.
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A ese grupo de espontáneos a los que le pilló de sorpresa la novedad en su entorno habitual de asueto, se le empezaron a unir pequeñas hordas que iban incrementando su frecuencia y magnitud conforme avanzaba el mediodía, pese a que el sol invitaba a perseguir otros menesteres que huyeran de la intemperie. El interés se congregó inicialmente en una portería gigante hinchable con varios orificios señalados con puntuaciones para colar el balón. ¿Cuál es el premio si las meten? «El orgullo de conseguirlo», comentaban con hilaridad dos de las organizadoras, que iban entregando mochilas rojigualdas a todos los que se atrevían a asumir el reto de chutar. Pero había otros alicientes en ese desafío, «lo tiro a lo Panenka y con eso ya tengo para Instagram», deslizaba a sus amigos un adolescente que necesitó varias intentonas para quedar satisfecho con el resultado. Y ni aun así. «En esa posición parezco más gordo», deslizaba mientras se agolpaban los ansiosos tiradores. Venían en pandilla unos 8 chavales, «teníamos la hora libre», se justifican optando por una estrategia defensiva para evitar represalias, un 'catenaccio' en toda regla. Risas traviesas y miradas cómplices que denotan unos novillos de manual.
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Uno se pone nervioso y se pasa de rosca dando un punterazo a la moqueta, «¡vas a desmontar el chiringuito!», le espetan entre carcajadas generalizadas. Pero no solo la juventud se aventura y un señor ataviado con un polo rojo (lo más parecido a la equipación de la selección hasta el momento), Miguel, de 76 años, pide la vez como en la carnicería. Coloca el esférico, coge carrerilla, apunta, dispara y la pelota no levanta el vuelo tras perder el equilibrio. Alguien le ha agarrado del brazo en plena mecánica de tiro, «¡es falta!», vocifera, «repito, esa no ha valido», se lamenta, mientras alguno le dice que pida el VAR para revisar la jugada. Segundo intento y rosquita con efecto exquisito. «Claro, es que yo jugué en la cantera de un equipo de aquí, luego me marché a Alemania a trabajar y allí me enrolé en un equipo equivalente a la Primera Regional». Pero un embrollo burocrático truncó su carrera a su regreso, «quise meterme en un equipo con unos amigos, pero no me habían dado la baja federativa allí y no podía darme de alta».
Otro punto neurálgico es la carpa de los e-sports, con el Fifa como reclamo, chicos de 16-17 años se echan un pique y se vacilan por doquier. Una pachanga la protagonizan el City y el Real Madrid, un clásico de Champions de los últimos años, pero otros optan por mimetizarse con el ambiente y ponerse en clave de la Roja. «Morata al banquillo, que es un paquete», espeta el virtual relevo de Luis de la Fuente. Un España-Alemania como final anticipada con poco tiki-taka y muchos errores atrás que permiten a los germanos disponer de dos penaltis. No pinta bien. En ese momento aparece un grupo de amigas y un avispado aprovecha la guardia baja de su rival para marcarle, «¡me he distraído! Aprovecharse de eso es de rata». Se caldea el ambiente.
A las 12.00 llega uno de los momentos más esperados. Desembarcan los trofeos de las Eurcopas, el Mundial y la Nations League bien protegidos y pertrechados primero en unas protecciones metálicas y luego en urnas. «La copa del mundo es muy pequeña, me la esperaba más grande», comentan en la cola que se empieza a formar para el fotomatón 360 con los títulos. Y, por fin, una casaca de la selección entre los presentes, muchas del Badajoz, pero hasta ese instante, ninguna del combinado nacional. «Es lo suyo, aquí hay que venir bien uniformado». Adán aguarda su turno y cuenta que esa camiseta azul se la regaló hace un par de años su padre, «la tenía por ahí y le pregunté si me la podía quedar». José Antonio, su progenitor, aparece y completa la historia. «Es la del Mundial del 1998, aquel en el que perdimos contra Nigeria en el primer partido 3-2. Me la regaló mi mujer». Ambos acudirán este miércoles al partido en el Nuevo Vivero y José Antonio narra que ha estado muy vinculado al fútbol, porque perteneció a la comisión de Segunda B de la Federación Española en Las Rozas en tiempos de Juan María Villar.
Una legión de unos 15 chicos del colegio la Juventud aparece en escena y aporta bullicio y vitalidad al enclave. Son alumnos de quinto y sexto de Primaria, de la mano de su directora, Fátima Hermosell, que admite que era una actividad interesante para ellos, pero que «las fechas no eran las más favorables pero hemos conseguido cuadrarlo». Al día siguiente vendrá otro grupo para aprovechar también la jornada de convivencia y ejercicio por tiempo de una hora y media.
En la zona de la plaza pegada a Correos hay un recorrido de agilidad, puntería, reflejos y saltos, que es la antesala para poder jugar en la pista de 3x3. Rellenan un folleto en el que se van colocando pegatinas conforme van completando las distintas pruebas y luego se entrega para poder jugar y además entran en el sorteo de entradas para el España-Andorra.
Alejandro es el participante más pequeño, de apenas un año, que se mantiene en pie a duras penas, pero ya se atreve con el balón. Su padre lo retira en brazos y el pequeño llora desconsoladamente porque quiere seguir practicando su disparo de empeine frontal, «habrá que dejar a los demás también», le trata de disuadir su padre.
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