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«Nos dijeron que el club estaba de otra manera y lo que nos hemos encontrado es peor», comenta amargamente Alfonso Cerrato, que ha pasado ... de seguir las evoluciones de su hija Sheila desde la grada a integrar como secretario la junta gestora de un Santa Teresa a la deriva y abandonado a su suerte. Como él, Isabel Machuca, presidenta y madre de Andrea Tejeda, una de las capitanas del filial de Primera Nacional, y Emilia González, que es vocal y progenitora de Sheyla Venegas.
Mario Acedo lideró la junta gestora provisional durante varios meses tras prometer una cuantiosa inversión con altas miras, pero todo quedó en agua de borrajas y el primer equipo fue expulsado de Segunda RFEF y la Copa de la Reina. En ese momento varios socios levantaron la mano y tomaron las riendas para evitar la muerte de la entidad rojiblanca. Urgía una reconfiguración de la junta gestora como antesala a la convocatoria de elecciones, pero en la asamblea programada para establecer la hoja de ruta nadie se pronunció y el conjunto pacense quedaba abocado a la desaparición. «De la gente que estaba nadie daba un paso adelante y decidimos hacerlo nosotros. Algunos se han desentendido totalmente», cuenta Alfonso Cerrato. Los padres de las chicas del B se negaban a que se truncara el sueño por el que tanto habían luchado desde el verano. «Nosotros estamos por y para las niñas», añade.
Se han visto obligados a lidiar con la caótica situación de una entidad acuciada por sus deudas y cuyo futuro a medio y largo plazo es poco halagüeño, por no decir lúgubre, toda vez que el presente es incierto.
Y el objetivo ahora no es otro que «salvar la temporada» y que las jugadoras del segundo equipo puedan competir hasta el final, una quimera con los mimbres existentes. «Hay gente que aporta unos 500 o 600 euros y organizamos rifas durante los partidos para poder pagar los desplazamientos». Es el recurso improvisado para ir tirando, pero llegar hasta mayo así es inviable y precisan una solución inminente. Tienen claro que el tiempo se agota y que «no hay margen de cinco o seis meses sino de semanas».
No solventará todos los frentes abiertos, pero auguran que en 7-15 días quizás puedan activar alguna «palanca» económica que otorgue cierta estabilidad. «La situación sigue siendo crítica y la salvación pasa por que funcione alguna de las cosas que estamos haciendo».
Cerrato afirma que llevan meses llamando a decenas de puertas solicitando apoyos, «cada día al menos lo intentamos en uno o dos sitios» y actualmente existen «tres, cuatro y hasta cinco vías. Con una no te vale, necesitas dos o tres para llegar, pero la idea es esa, que nos ayuden y podamos tirar para adelante». Reconoce que «nos hemos encontrado deudas hasta debajo de la alfombra», pero las contraídas con Hacienda y Seguridad Social es el principal caballo de batalla que bloquea la entrada de liquidez proveniente de las subvenciones públicas para hacer frente los gastos más perentorios.
En el ramillete de posibilidades para aportar algo de oxígeno figura un inversor de fuera de la región que se interesó hace tiempo en entrar en el club, una intención que se ha ido diluyendo tras el curso de los acontecimientos, pero cuya colaboración sigue en pie, aunque involucrándose de un modo más secundario. También se reunieron con Joaquín Parra, expropietario del Badajoz, en el Hotel Río. «Llegó a mis oídos que estaba aquí y le conté las circunstancias del club y estuvo superamable y nos dijo que nos echaría un cable en todo lo que pueda». No se concretó nada, pero el empresario sevillano se solidarizó con la situación y mostró predisposición al respecto. «Dice mucho de la persona que es». El propio Alfonso Cerrato e Isabel Machuca se emocionaron con las palabras de Parra: «Se nos saltaron las lágrimas, con cualquier resquicio de luz te derrumbas». Pero hasta que la inyección de dinero no aterrice en las arcas del Santa no habrá nada que festejar. «Nos hemos pegado tantos chocazos que no podemos vivir de palabras y gestos de la gente. No nos hacemos muchas ilusiones porque no vemos aún nada palpable».
Sin nociones de gestión a estos niveles, reciben asesoramiento de un abogado deportivo amigo de Alfonso Cerrato y la gestoría con la que lleva años trabajando el club, unido a la ayuda de Enrique Estévez, uno de los socios, y de Manolo Guerra, presidente hasta que dimitió en agosto, «que se está moviendo en temas de patrocinios y de inversores, aconsejándonos por dónde podemos ir». Pero asumen que es terreno desconocido para ellos y que «nos la estamos jugando porque estamos metidos en un mundo que no es el nuestro y nos puede acarrear consecuencias».
Las futbolistas y sus progenitores han sublimado uno de los pilares fundacionales del Santa, su condición familiar, imponiendo la unión como su principal baza para no hincar la rodilla. «La piña de este vestuario la hay en muy pocos sitios. Podemos estar muy orgullosos porque están dando un ejemplo de que no se rinden nunca. Ojalá salga todo bien», anhela Cerrato.
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