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¿Qué ha pasado hoy, 9 de febrero, en Extremadura?

Yo sé lo que vi

Javi Pérez

Badajoz

Lunes, 10 de febrero 2020, 13:47

Yo sé lo que vi y nadie me tiene que convencer de lo contrario. El pasado sábado se produjeron unos hechos muy graves en un partido de benjamines. Fue tan bochornoso y lamentable que me sentí en la obligación de denunciarlo públicamente, primero como padre y después como periodista. Al principio pensé en dejarlo pasar porque se trataba de un asunto desagradable con dos menores de por medio. La reacción del niño se puede entender como una pataleta infantil propia de los nervios y la impotencia. Pero en cualquier caso no se puede justificar. Como tampoco la actitud exaltada de ciertos adultos (en ningún caso el padre del chaval) hacia un árbitro que además es menor de edad. Eso es lo más grave de todo esto y la verdadera lacra del fútbol base. Y lo que parece olvidarse y quedar al margen de toda esta bola de nieve. Yo sé lo que vi.

Las redes sociales también son un peligro donde todo el mundo es libre de opinar sin conocimiento de causa y crucificar a cualquiera. Pero hay que saber diferenciar y dar valor a lo que realmente lo tiene. Se prende la mecha y la pólvora corre sin control. Se emiten juicios y condenas. Pero son las autoridades competentes las que tienen que actuar y tomar las medidas oportunas. La violencia en el deporte es un tema que despierta alarma en la sociedad y afortunadamente hay cada vez mayor conciencia social.

Han querido hacerme ver -y de convencerme- que si yo no llego a subir el tuit (con mayor o menor acierto) todo habría quedado en una desagradable experiencia, sobre todo para el árbitro y los padres del niño, y que no habría trascendido. Incluso ni siquiera hubiese sido recogido en el acta y por tanto sin llegar al conocimiento de la Federación Extremeña. Puede ser. De hecho, cuando el árbitro contacta conmigo esa misma tarde admite que su primera intención era no poner nada en el acta porque no quería más líos. Normal porque se encontraba asustado, nervioso y sus tiernos 16 años. Pero creo que silenciar y tapar las vergüenzas no es el camino para erradicar este gran problema en el fútbol base. Si no se actúa y ponen medidas volverá a pasar en otro campo. El árbitro contactó conmigo quizás porque al saber que estuve allí encontró cierta protección y respaldo para pedirme ayuda porque quería denunciar la situación vivida para que se conociera y aportar su testimonio para que no se volviera a repetir con otros compañeros. No era partidario, como al principio de esta desagradable historia, y se lo dejé claro. Le indiqué que lo pusiera en conocimiento de la Federación y que ya tomaría las medidas oportunas. Pero en cierto modo, siendo yo testigo directo no me quedaba la conciencia tranquila. Yo sé lo que vi.

Ahora se ha dado la vuelta a todo y parece que la responsabilidad recae en el árbitro y este periodista en esa corriente de buscar la división de opiniones para justificar lo injustificable y defender lo indefendible, un reflejo de esta España nuestra. Pero no hay que mezclar las cosas. Que el comportamiento de ese padre fuera correcto y ejemplar no quita de la actitud que tuvieron otros hacia el árbitro. Yo sé lo que vi.

Quizás me pude precipitar o equivocar al atribuirle en el primer tuit a ese padre el término 'insultar' cuando en realidad pudiera ser 'hacer observaciones'. Y pido perdón por ello. Ya lo hice personalmente y ahora lo hago públicamente. No le conozco, pero lo que pude hablar con él por teléfono percibo que es buena persona y además alguien muy implicado con el fútbol base. Ese padre reprobó a su hijo por la reacción que tuvo y después le llevó a que pidiera disculpas al árbitro. Algo digno de resaltar y aplaudir. El club emitió al día siguiente un comunicado lamentando lo sucedido y condenando todo tipo de violencia. También muy loable. Lapiden a este periodista si quieren, pero dejen en paz a ese pobre padre que bastante sufrimiento tiene encima. Llevo dos noches pensando que si esa atrocidad la comete mi hijo se me parte el alma, por eso puedo imaginar el tremendo disgusto y la difícil situación que estarán pasando esos padres. Pero vayan a la raíz del problema. La violencia, física y verbal, en los campos de fútbol. Que un árbitro sea malo, se equivoque, tome mala decisiones, incluso sea un provocador no puede servir de excusas y, sobre todo, de ningún modo justifican las faltas de respeto y los insultos.

No hay que olvidar que el árbitro es un niño, tiene 16 años, y como nuestros hijos está en formación. Vamos a cuidarles. La Federación ha tenido una gran iniciativa de crear una escarapela para identificar a esos árbitros menores de edad. Vamos a ayudarles. Los niños, los árbitros, los entrenadores... están en periodo de aprendizaje. Participemos de ese proceso. Los padres también necesitamos seguir formándonos en los valores de la vida. Dejemos disfrutar a nuestros hijos de un juego, de su pasión.

Si se aprovecha las circunstancias para desviar la atención y mirar para otro lado sin reconocer los hechos y con paños calientes es darle coartada y ser cómplice de los violentos. Así no se ataja el problema del fútbol base. Pero allá las conciencias de cada uno. Los adultos tenemos la responsabilidad de estirpar este tumor. Nos corresponde. Y eso ya no es un juego.

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