Marco A. Rodriguez
Badajoz
Miércoles, 7 de agosto 2024, 12:14
Para defender el oro cosechado en Tokio, Alberto Ginés estaba obligado a remontar este miércoles en las semifinales de la combinada, pero en esta ocasión en un hábitat que le es más amable y donde hay pocos como el extremeño, la disciplina de dificultad, también ... denominada cuerda. En ella se siente más cómodo, nada que ver con un boulder (bloque) que el lunes se le atragantó al escalador cacereño conminándole a una preocupante decimocuarta posición y del que hasta se quejó respecto a la enorme complejidad que en París impusieron sus diseñadores. Fueron pocos los adversarios que alcanzaron tops (premiados con 25 puntos), así que la clasificación no dejó diferencias insalvables. Ginés, (con 28,7 puntos) tenía algo más lejos al grupo de cabeza comandado por los japoneses que sí lograron algún top (Anraku, 69), pero no era tanta la distancia para al menos entrar entre los ocho primeros que dilucidarán las medallas en las finales del viernes. Por ejemplo, el séptimo era el belga Van Duisen, con 34,3. Lo tenía a tiro refugiándose en su prueba predilecta y así lo hizo, sellando el pase a la final tras concluir su participación en la cuarta posición con 100,7 puntos. Fue el mejor de todos, nadie subió tan arriba como él y en la combinada acabó cuarto, por detrás del japonés Anraku, líder con 137 puntos, el británico Roberts, segundo en dificultad tras Ginés con un total de 122,3 puntos y el checo Ondra, con 116,8.
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Muy pronto se pudo comprobar que la gestualidad del extremeño era muy diferente a la de los primeros compases de la semifinal de bloque, donde sus caras de decepción ante los casi imposibles trazados de obstáculos fueron una constante. Esta vez se le vio más metido en la competición del abarrotado Centro de Escalada de Bourget, y con más confianza. Sabía que era su momento y no debía desaprovecharlo. Además, los primeros rivales que estaban en la frontera o incluso dentro de los ocho finalistas, como el belga Van Duisen o el norteamericano Grupper, no puntuaban en exceso, cayendo demasiado pronto y eliminándose de la pelea por estar en la final, algo que podía denotar que, como sucediera en la primera semifinal, el recorrido diseñado era más que complejo.
Los primeros obstáculos los fue superando con relativa comodidad y además con mucha velocidad pensando en alcanzar la mayor altura posible. Llegó hasta los 72 puntos justo cuando un error de agarre con las manos en una presa hizo que se soltara y se quedara colgado de la cuerda, pero para entonces ya había sumado esos 72 puntos que, añadidos a los 28,7 del bloque (100,7), le colocaban primero provisional, a falta de que compitieran los rivales destacados que sí lograron tops en la otra disciplina, pero con la final muy encarrilada. Ginés fue capaz de alcanzar la zona de los 60 puntos, donde antes nadie había llegado, y solo le faltó afrontar la cumbre y sus 100 puntos de premio. Otros posibles finalistas o rivales del cacereño iban cayendo con la cuerda sin subir tanto como el extremeño.
Ya con los favoritos en liza, se siguió confirmando la dureza en el diseño de la pared. El francés Avezue fue una de sus primeras víctimas y apenas cogía altura, muy lejos del extremeño. Ondra cayó casi en el mismo punto que Ginés rozando los 70 puntos y colocándose líder por delante suya por lo cosechado en el boulder. El alemán Megos también se soltaba del muro, con lo que aseguraba la final para el extremeño. Faltaba por conocer la posición en la que se clasificaba nuestro representante, según como se comportaran los líderes. Nadie llegaba hasta la cuarta y última zona de presas, la de los 100 puntos, es decir nadie superaba a Alberto Ginés, y algunos de los grandes, como el surcoreano Nagasaki, se quedaba fuera de la lucha por las medallas ya que un solo fallo te condena.
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Porque hablamos de una disciplina muy diferente al boulder, donde los escaladores tienen hasta seis minutos para subir lo más alto posible una pared mucho más alta. La resistencia es clave pues el cansancio puede hacer mella, mientras en el bloque los movimientos son más explosivos. Cuanto más suban superando las presas más puntúan y los puntos diferenciales están muy arriba, donde nadie llegaba este miércoles. Eso sí, no se puede cometer un fallo grave que te haga caer porque no habrá más oportunidades, como sí ocurre en el bloque.
Con la final en el bolsillo, Alberto Ginés cumplió con parte del trabajo pero le queda lo más difícil si quiere reverdecer aquella mágica gesta de hace tres años en Tokio cuando con sus 18 años se convirtió en el atleta español más joven de la historia en colgarse la presea más dorada y codiciada. La cita será este viernes con las finales, a las 10.15 la de bloque y a las 12.30 la de dificultad. Quien sume más puntos entre ambas se adjudicará un oro que estará muy caro.
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El deportista extremeño tiene ante sí una doble misión si quiere acceder al podio o incluso defender su título olímpico. De un lado, necesita una actuación descomunal en su especialidad preferida para poder sumar la mayor diferencia posible ante sus principales rivales. Y de otro, debe mejorar sus prestaciones en el bloque para que esos enemigos no tomen demasiada ventaja en la clasificación, poniendo imposible si quiera la pelea por el podio. Por lo visto el lunes, los cuatro bloques diseñados por la organización fueron una trampa demasiado esquiva para que el cacereño sumara algún top, que es donde se logran los puntos y las distancias en la tabla, pero por lo visto este miércoles la dificultad estaba incluso más inaccesible, algo que le beneficia. Ginés se tuvo que conformar en el bloque con puntuar en sus zonas medias y bajas, pero de nuestro campeón olímpico siempre se puede esperar lo mejor.
Alberto Ginés se mostraba muy satisfecho tras cumplir el objetivo. «Mejor de como lo he hecho hoy no sé hacerlo, no puedo escalar mejor. Sabía que en la cuerda tenía que rascar los máximos puntos y así lo hemos hecho, estoy muy satisfecho». El cacereño tuvo una previa de esta semifinal bastante dura en lo psicológico. «Han sido muy duras mentalmente las horas previas, pero menos mal que tengo muy buena gente a mi alrededor, como mi entrenador, fisio, familia y amigos, con gente así puedo darlo todo. Si hubiese sido el último me seguirían queriendo igual», comentó al micrófono de Televisión Española. Alberto se quiso quitar presión diciendo que no vino a París pensando en defender el oro de Tokio y sobre la final tiene esperanza de poder mejorar en el bloque.
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