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Marco A. Rodríguez
Domingo, 24 de enero 2016, 08:32
Nada más poner un pie en el piso de abajo aparece sobre una columna un póster de Muhammad Ali, icono que trasciende los cuadriláteros cuyo 74 cumpleaños fue el pasado domingo. Las referencias al púgil más grande de todos los tiempos se repiten en la 'Escuela de Boxeo Borja Pinna', en Badajoz, que tiene un coqueto ring con los colores oficiales azul, blanco y rojo. Se ve desde la calle y cuando anochece la luminosidad interior provoca que muchos curiosos se detengan a mirar. Los abueletes los que más, bromean desde dentro. Junto a las cuerdas, una especie de tatami adornado con todo tipo de artilugios de entrenamiento, como el 'punch' o las combas, y espejos, muchos espejos. Subiendo las escaleras, un batallón de sacos de diferente tamaño. En resumen, el paraíso para los amantes de un deporte que gana adeptos en Badajoz.
Desde que Pinna la abrió a finales de 2015 el goteo de socios fue incesante. Ya son 250 y es necesario hacer listas de espera porque para entrar antes hay que dejar salir. Como premio al éxito y confianza, el entrenador nacional, excampeón de España en el 94 y subcampeón de Europa 96 -como dice él, «pero de la UEFA»- convenció a su amigo hispanoruso Petr Petrov para que impartiera ayer en la escuela un curso para mostrar una técnica que le ha llevado a ser el dos del mundo del peso ligero en la Organización Mundial de Boxeo. «Es un bombazo que esté en Badajoz. Pronto se irá a Los Ángeles a pelear por el título y ha firmado un contrato millonario con la HBO. Viene de visita y cobrando sólo gastos cuando podría cobrar un gran caché», celebra Pinna. «Me comenta Borja que tiene muchos alumnos y eso es muy positivo. Realmente no lo sabía. No conozco Badajoz y no sabía que había tanta afición. Me alegro mucho porque es un deporte muy completo que puede practicarlo cualquiera», añade Petrov.
Pensada como escape para la gente que trabaja, la clientela del centro es muy variada. No crean que van cuatro gamberros que quieren perfeccionar sus fechorías. Hay de todo, desde grupos de niños desde los seis años a los que los padres apuntan para las clases de boxeo educativo, hasta chicas con mano de hierro (31 nada menos) o gente de mayor edad -hasta 55 ó 60 años- de todos los estamentos sociales. Y es que la cosa ha cambiado. Ahora, hasta las modelos más prestigiosas reciben clases. «Tengo gente de altas esferas de la sociedad a quienes entreno personalmente y que sorprenderían», asegura Borja Pinna, que enseña a boxear a toreros de elite de los que también prefiere guardar el anonimato. «Los padres nos dejan encantados a sus hijos. El boxeo les hace crecer en seguridad y autoestima, les ayuda a defenderse además de ponerles en forma y eso les viene muy bien ahora que por desgracia está de moda el bulling en los colegios», explica el propietario.
«No me imaginaba tanto éxito. Me voy de aquí muchas veces a las once de la noche y por las mañanas también abrimos. Estamos casi desbordados y por eso hicimos las listas de espera. Para ver a Petrov me han llamado desde todos lados, pero el aforo es limitado y no caben todos. Tengo que dar prioridad a mis socios», continúa el exboxeador, que aprovechó un hueco en su otra carrera profesional en la gerencia de cadenas hoteleras para con sus ahorros invertir en la que siempre fue su gran idea. «Llevaba mucho tiempo intentando dedicarme a lo que me gusta. Por circunstancias de la vida no pude hacerlo». Se trata de una escuela especializada en boxeo, no un gimnasio que incluya su práctica como una especialidad más. Eso la hace única en Extremadura, según asegura. «Nadie se atreve a poner en el letrero en grande la palabra 'boxeo'; si hasta los vecinos se llevaban las manos a la cabeza».
No precisa demasiada ayuda. Algunos de sus alumnos más avanzados colaboran en los entrenamientos del resto mientras su mujer, Marina, se ocupa de la logística, el papeleo, la fichas, etc. La intención es crear una especie de «club de amigos», todos con el boxeo como denominador común.
Veladas y equipo extremeño
La historia de Pinna en el boxeo viene de lejos. En 2007 abandona la federación regional por motivos laborales. Regresa en el 2011 pero la federación sigue sin coger forma mientras se intenta un campeonato extremeño que fracasa. En Badajoz, en la escuela, está ahora la sede de la Federación Española de Boxeo y el propósito es retomar las veladas -inéditas desde 2004 en el pabellón Juancho Pérez- al tiempo que Pinna entrena a un grupo de jóvenes boxeadores a los que quiere llevar como selección al Campeonato de España, no como un mero equipo sparring.
Uno de sus seis pupilos es Alberto Pulido, natural de Badajoz con 24 años y 61 kilos, para quien el boxeo es una gran afición que no puede ir a más porque es muy complicado alcanzar la gloria. «Un amigo me lo recomendó y me enganché. Me gustaría ser profesional, pero es muy sacrificado entrenar ocho horas. Yo con dos horas me vale. Aquí todos somos amigos y sales muy contento, la competición sí gusta menos en mi entorno. Pero yo incluso temo más al miedo escénico que al riesgo de recibir golpes». De momento, el golpe lo está dando su entrenador acordándose de un deporte olvidado por muchos y elevado a arte por pocos.
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