Marco A. Rodríguez
Badajoz
Lunes, 18 de julio 2022, 20:49
Para cualquier extremeño, ser el séptimo o el catorce mejor del mundo en un trabajo o disciplina es un enorme éxito. Pero hay excepciones. Para Álvaro Martín y Javier Cienfuegos, nuestros dos grandes colosos del atletismo –aunque hay un tal Zurita por Badajoz que promete emociones– puede suponer una decepción, extensible al resto de personas que siguen sus evoluciones. Nos han malacostumbrado y ya parece que es obligación para ellos estar en la pelea por un podio o dar por hecho una clasificación para la final entre los doce mejores del planeta. El de Llerena y el de Montijo no esconden su contrariedad por no haberles salido las cosas como esperaban en el Mundial de Eugene, Estados Unidos. Una decepción que debería ir entrecomillada.
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Álvaro Martín era una de las grandes esperanzas de medalla en el Mundial norteamericano para la expedición española. Cuarto en los Juegos y campeón de Europa eran sus credenciales. El marchador llerenense arrancó con fuerza, siempre en los puestos de privilegio, pero en la última fase de la prueba fue incapaz de mantener el demoledor ritmo de los favoritos, especialmente el de la pareja japonesa que copó las dos primeras posiciones, con Toshikazu Yamanishi revalidando su título. «La carrera fue muy dura porque hacía mucho calor, cerca de los 30 grados, y el ritmo fue bestial con los constantes cambios. Pero es un Mundial, tiene que ser así. No puede ser una carrera 'a la carta'», contesta Martín a este diario de vuelta ya en España. Respecto a los nipones, añade que «están un escalón por encima, sí. Pero no están muy lejos y es únicamente llegar con un pelín más de fuerza los últimos kilómetros. Nadie es imbatible».
El campeón continental valora que la séptima posición no es desdeñable, pero le sabe a poco. «Está claro que el resultado no es malo, pero tampoco estamos muy satisfechos. Creo que es posible mejorar ese séptimo». Cuestionado por esa bendita presión que deben sentir él y Javier Cienfuegos por pugnar por lo máximo, Álvaro Martín aduce que es una responsabilidad que les conduce a ser más exigentes. «Hablo por Javi, pero creo que ambos daríamos la misma respuesta: es nuestra responsabilidad. Somos los primeros que somos exigentes con nosotros mismos, y por ello, si no cumplimos con nuestras expectativas, nos sabe mal».
El lanzamiento de martillo se está poniendo cada vez más caro. No hablamos de los metales, que por supuesto, sino de acceder a la final. En Chile, por ejemplo, andan muy contentos porque uno de sus compatriotas, Humberto Mansilla, entró en la lista y acabó undécimo. Hay una competencia feroz y el extremeño Javier Cienfuegos fue víctima de ello al ser apeado el viernes terminando en el puesto 14 con un mejor lanzamiento de 74,25 metros, muy por debajo de sus mejores registros.
Si a Álvaro Martín los japoneses le quitan el sueño de bañarse en metal, al lanzador montijano son los inalcanzables polacos. Pawel Fajdek, con 81,98 metros –su mejor marca de la temporada– fue oro en Oregon, seguido de su paisano Wojciech Nowicki (81,03), mientras que el bronce fue para el noruego Eivind Henriken (80,87), obligado a lograr marca personal. Eso es otro mundo inaccesible para Cienfuegos en caso de haberse metido en la ansiada final, de la que quedó fuera por menos de medio metro.
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«La verdad es que fastidian esos 40 centímetros para entrar en la final, pero es cierto que este año no hemos tenido la continuidad de años anteriores y hemos pecado de eso en este campeonato. Cada año es distinto y en este no ha ido bien, no sé si por los dolores, por la edad, porque el entrenamiento no lo asimilas tan bien..., tampoco hay que darle muchas vueltas a la cabeza», se lamenta Cienfuegos todavía desde la pista de Eugene viendo la actuación de los españoles como buen capitán del equipo. «Quieres estar entre los doce primeros, así que la primera lectura que haces es negativa, entre comillas. Ya decía que había que lanzar a unos 78 metros para estar entre los mejores. Estamos en un Mundial y el nivel está subiendo con una marcha muy rápida. Este año se ha dado así y no hay que fustigarse», continúa.
Tanto Javier como Álvaro ya dirigen sus miradas al calendario, donde tienen fijada entre el 15 y el 21 de agosto una cita europea que puede servir para lamerse heridas. «Tenemos un Europeo en un mes donde vamos a intentar llegar en el estado de forma que llevamos, que es muy bueno», apunta Álvaro. «Esto no ha salido por 40 centímetros y es una pena, pero hay que pensar ya en el Europeo. En Munich, compitiendo como lo he hecho aquí, vamos a estar en la final, no tengo duda, pero quiero lanzar más e ir ganando sensaciones y pasar de los 75 metros en la calificación y en la final ir a por el diploma», finaliza Javier.
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