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Marco A. Rodríguez
Badajoz
Lunes, 20 de mayo 2024, 21:02
Javier Cienfuegos Pinilla (Montijo, 15 de julio de 1990), ya es historia del atletismo español. El niño multideportista que se convirtió en atleta, el atleta ... que se hizo diputado y alcalde, el alcalde que conserva, cual tesoro bien ordenadas por año, un montón de medallas y recuerdos en casa de sus padres. El viernes por la noche en el Meeting de Andújar el montijano anunció una retirada definitiva que ya barruntaba meses atrás por sus dolencias en la espalda, confirmándolo en este periódico el mismo sábado. Hablamos de nuevo, con más pausa, con uno de los estandartes del deporte extremeño, nada menos que el mejor de España y con presencias en las grandes citas internacionales del lanzamiento de martillo: tres Juegos –Londres, Río y Tokio–, cuatro Mundiales –siendo séptimo en Doha 2019–, cinco Europeos, campeón Iberoamericano en la Trujillo de Perú y en La Nucía, más de una veintena de títulos nacionales, bronce europeo junior y plata continental sub 23, etc.
–Te emocionaste en Andújar cuando te pusieron las imágenes del récord de España...
–Sí, mucho. Es que no me lo esperaba. Fui medio 'engañado', pensaba que iba solo a ver el meeting, aunque es verdad que los que tenemos marcas allí hay como unos azulejos con recordatorios. El año pasado no pude ir. La verdad es que te emocionas al ver la gente que estaba allí. Fue justo antes de que dijera lo de mi retirada porque llevaba más de un mes sabiendo que no llegaba a los Juegos y pensaba cómo hacerlo. No sé si era el sitio idóneo, ni siquiera sé si hay un sitio para eso, pero pensé que ya que estaba ahí vamos a tirar hacia delante.
–Debe ser una pena tenerlo que dejar así, fuera de la pista sin que sea por motivos de edad, cansancio u otros objetivos vitales.
–Lo es, pero tampoco pienso demasiado en eso. Las circunstancias de la vida han sido así. Ahora tengo suerte de tener una vida paralela y no tener que reinventarme y pensar ahora hacia dónde tira mi vida. He intentado exprimirla demasiado tiempo.
–Una lástima porque tras la operación las cosas mejoraron e incluso lanzabas más lejos.
–La operación tras la lesión de 2017 salió fenomenal, los resultados deportivos mejoraron, pero operarme ahora del mismo sitio era más complicado que aquella vez. El problema ahora es que no solo tengo la hernia, tengo otra hernia por encima y una protusión por debajo. La columna está peor. Los discos están deshidratados, los cuerpos vertebrales con algo de artrosis. La operación no suponía que todo quedase bien. Me hubiera gustado retirarme en la pista, pero no pudo ser. Yo estoy feliz, tranquilo y contento con todos estos años. No me voy mal ni con resquemor.
–Es que al final ya no es solo un tema deportivo, sino de salud. Quedan muchos años por vivir.
–Exacto, exacto. No se puede jugar con la salud porque te puede quedar un dolor crónico para toda la vida. La espalda es la misma cuando tengas 70 años (tiene 33) y hay que cuidarla. He tenido momentos en invierno, de varias semanas, en que me levantaba con dolor y me acostaba y dormía con dolor. Era horroroso y no se lo deseo a nadie. Piensas entonces que sigues un poco más, que son solo unos meses hasta París, hasta que la cabeza te dice que hay que parar ya y por primera vez en tu vida escuchas al cuerpo.
–Cierto, aunque tengas que renunciar a unos Juegos, pero bueno, ya has estado tres veces.
–Sí, sí. Si no hubiera disfrutado de ninguno y estuviera cerca... a lo mejor. Me hubiera gustado estar en mis cuartos Juegos, y en cinco más, pero ya tengo esa experiencia o estar en una final olímpica. Es una pena siendo en París, más fácil para ir la familia.
–Supongo que te marchas muy satisfecho tras tu dilatada trayectoria, además en una disciplina donde en España estábamos en pañales.
–Me voy muy, muy, muy satisfecho. En España se ha mejorado. Cuando comencé se podía lograr una medalla de bronce con 62 metros y ahora solo en el ranking nacional los tres primeros pasan de los 70. El nivel medio ha subido. Querría despedirme en La Nucía y pegar tres o seis tiros allí, pero la lesión está como está.
–Nos comentabas el sábado que te gustaría retirarte, aunque sea a nivel amateur ayudando a algún club extremeño, pero que hasta eso te iba a ser casi imposible.
–Ahora mismo ni me lo planteo, porque en cuanto intento lanzar vienen los dolores. Tengo ese gusanillo, con el Capex o el Badajoz, que están ahí luchando, me gustaría ayudar, y si es extremeño, mejor, pero ahora prefiero que la espalda descanse y se resetee de arriba a abajo por si en el futuro me lo permite.
–¿Crees que existirá otro Javier Cienfuegos en un futuro, compitiendo con los Nowicki y compañía de ese futuro?
–Espero. Nuestra gran esperanza ahora es Alberto González. Es complicado pero nunca se sabe. Fíjate de donde yo salí en Montijo. Nadie daba un duro por nosotros. Hay una buena generación.
–Hablas de Montijo. ¿Qué os daban de desayunar allí? Habéis creado una factoría curiosa.
–Jaja. La campeona de España sub 16, Paula, es de aquí y tenemos más en otras categorías. Es que el trabajo de Antonio desde la base habla por sí solo. Ahora solo tenemos niñas y ojalá alguna disfrute de todo lo que yo he disfrutado.
–Te referías a Antonio Fuentes, persona clave en tu carrera junto con el añadido de Carlos Burón para alcanzar la élite.
–Tras Río 2016 pensamos que había que dar un giro radical y hablamos con Carlos. Antonio demostró la persona que es, porque otro no hubiera aceptado, e hicimos un gran equipo con el que tuvimos los mejores años.
Javier Cienfuegos
Atleta y alcalde Montijo
–Por qué es tan difícil en el martillo ofrecer la mejor versión de uno cuando llegan las citas importantes. En alguna, con tus marcas, te hubieras colgado medalla.
–Así es el deporte. Las competiciones son así porque si no nos darían las medallas por ranking nada más llegar. Hemos tenido mejores días y peores, pero siempre me he quedado con el trabajo diario. A veces, dos metros más o menos te salen por pequeños detalles, desde la temperatura, el descanso anterior, etc. El campeón canadiense mejoró en la final su registro, y eso es muy raro. Yo iba a dar el máximo y competir, sin excusas si no salía bien.
–¿Y dónde guardas las medallas?
–En casa de mi madre. Las tiene ordenadas por cajas y fechas.
–La familia es el otro pilar, además del equipo técnico.
–Casi te diría que es el más importante. El equipo va desde el entrenador a la familia, que te tiene que apoyar y comprender, por ejemplo, todo a lo que renuncias. Yo ahí no tengo ninguna queja y creo que ellos también han disfrutado conmigo de esta vida.
–El sábado me decías que querías renovar como alcalde pero que también te gustaría trabajar vinculado al deporte y, si es en el atletismo, mejor.
–Con la Alcaldía estoy muy contento. Se están haciendo bien las cosas. Voy día a día, con un ritmo frenético y sin objetivos a largo plazo, como en el deporte, de ciclo olímpico a ciclo olímpico como muy lejos. No más allá. Si los montijanos quieren, yo sigo con ellos otros cuatro años, pero es cierto que me gustaría trabajar en el deporte, porque es lo que me apasiona. Me gustaría ayudar al atletismo e intentar devolverle todo lo que me ha dado.
–Y cómo te cambia la vida cuando te conviertes en diputado regional y después en alcalde.
–Al final no te queda otra que aprender a marchas forzadas porque todo esto era un mundo nuevo para mí. Si tengo que dar un paso hacia delante, prefiero que sea firme y conocer las cosas, aunque no pueda controlarlo todo. Primero en la Asamblea como portavoz de Deportes impulsando todo lo que la gente, los clubes, etc., me contaban y luego como alcalde exactamente igual, escuchando sobre todo a la gente, que a veces más que dinero quieren apoyo para el pueblo.
–¿No habrás tenido que sacar el martillo en algún pleno?
–(Risas). ¡No, no!, lo tengo en el despacho de adorno, el del último Campeonato de España de Invierno. Aquí tenemos suerte y la gente es educada, sin cruzar líneas rojas. Hay buen ambiente.
–Los periodistas tampoco es que vayamos muy sobrados, pero, ¿cómo pueden hacer los políticos para que la gente cambie la imagen que tiene de ellos?
–Buff. (Se lo piensa un rato). Yo solo sé lo que yo haría y lo que yo hago. Por ejemplo, poner las cosas fáciles a la prensa, que hay compañeros que no lo hacen.
–¿Se vive mejor sin entrenar en serio?
–Jaja, el cuerpo es demasiado perro. Me pasaba en verano cuando paraba, que cogía kilos. Ahora es peor porque la cabeza te dice que no vuelves a entrenar. Entreno algo, pero por salud. Un rato, no tres horas como antes. Y encima me gusta comer.
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