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M. Gª Garrido
Badajoz
Miércoles, 2 de abril 2025, 22:04
Hace cuatro años, la cabeza de Manuel Barrios 'Peri' (Fuente del Maestre, 13 de febrero de 1994) dijo basta cuando militaba en el ... Grupo Laura Otero de Miajadas, despidiéndose con honores y en loor de multitudes tras quedarse a un paso de ascender a la élite. Fue duro renunciar a su pasión, pero el trabajo fuera de la pista mandaba. Su corazón aún palpitaba con vigor bombeado por el voleibol, pero necesitaba parar. Guardó en un cajón las zapatillas y las rodilleras, pero ni siquiera dio tiempo a que el polvo las abrazara con una grisácea capa de olvido. Una llamada de Luis Miguel Díaz rompió con un barbecho que fue pasajero, muy efímero. El CV Almendralejo le permitía estar a diez minutos de casa para atender su negocio como agricultor y ganadero. Conocía a la directiva, el compromiso y la seriedad del proyecto, y su cuerpo seguía destilando devoción por el vóley.
Decidió volver al parqué, pero el campo nunca da tregua y demanda una dedicación plena que él debía repartir estirando las horas del día. El desgaste mental pronto hizo mella. Su implicación era máxima, pero sus ocupaciones laborales le imposibilitaban conciliar ambos universos y no es un hombre de medias tintas. En estos cuatro años se ha perdido citas importantes, más de las que tolera su sentido de la responsabilidad, «he fallado en partidos que no me gustaría». En otras ocasiones se ha visto obligado a recurrir a favores para que alguien le cubriera en el trabajo y poder jugar, de modo que el curso pasado se plantó. O eso pretendía. «Intenté dejarlo y no me dejaron, porque me convencieron».
Reconoce que esta campaña no ha podido alcanzar su estado de forma más óptimo en ningún instante, «no puedo ir al gimnasio como debería, falto a entrenamientos y todo eso se arrastra». Se iba gestando una decisión que fue definitiva cuando apareció en la ecuación un factor diferencial, su paternidad: «Se ha sumado que voy a ser padre ahora en mayo», una experiencia de la que no quiere perderse ni un ápice y que aglutina toda su ilusión.
Lo comunicó hace unos meses a las altas instancias y el pasado sábado pudo despedirse de su gente con el duelo que cerraba la temporada ante el Benidorm en el pabellón San Roque. Hasta esa fecha se mantuvo abstraído de la vorágine que se avecinaba, pero conforme se acercaba la cita, las emociones afloraron. «Ese día, a partir de que termino el trabajo y me voy para casa, me empieza a rondar en la cabeza todo; el calentamiento ya no es el mismo, en el partido ya no estás en muchos puntos a lo que tienes que estar».
La entereza se resquebraja con el empuje de una nostalgia incipiente que asoma con su primer brote tras el pitido que anunciaba el punto y final a su carrera. «Te cae un poco encima todo. Sabes lo que viene y es duro». Su epílogo en la capital de Tierra de Barros es positivo, aunque con asteriscos; a pesar de sellar la permanencia con antelación y finalizar séptimos, considera que podían aspirar al podio de Superliga Masculina 2 quedando terceros, pero las lesiones han lastrado mucho.
Echando la vista atrás, atesora vivencias de toda índole, pero no desecharía ninguna de ellas pese a haber sufrido de lo lindo en ocasiones, como en la agónica 2023/24, con el descenso y el yugo de la desaparición apretando la soga hasta aquel estertor final que les aferró a la vida. «Yo me lo he pasado muy bien, he disfrutado muchísimo todos los años», dice, aunque reconoce que se despide sin cumplir un sueño que acarició con la yema de los dedos, «me habría gustado ascender a Superliga. Lo he intentado, he jugado tres fases de ascenso y en las tres me he quedado cerca; es lo único que habría pedido». Es, quizás, la única mácula en un historial envidiable, con más de diez años en la división de plata en los que ha acumulado playoffs y clasificaciones para la Copa Príncipe. Además, se proclamó subcampeón del mundo con la selección española junior en Argentina, disputando los Juegos Olímpicos juveniles.
El legado de 'Peri' trasciende a sus cualidades como opuesto en la cancha por su condición de líder nato, «los años te dan una experiencia extra en todos los deportes y la sabiduría de aprovechar para tener un poco de conexión de grupo». Y esa condición se extrapola a la grada, porque la afición se identifica con los jugadores con un aura especial. Él ha demostrado serlo y la veneración ha sido máxima, «no merezco todo lo que me han dado», relata con modestia.
Manuel Barrios posee el privilegio de haber defendido los colores de los cuatro clubes punteros a nivel regional. Se formó en la AD Cáceres, donde recaló siendo un niño, en Miajadas jugó nueve temporadas forjando toda una leyenda, en las filas del CPV estuvo solo un año y el broche llegó con las cuatro campañas en el CV Almendralejo, «para mí es un orgullo haber jugado, haber hecho amigos y haber conseguido cosas en los cuatro clubes», aunque tres de ellos han quedado varados en sus dificultades económicas en fechas no tan pretéritas. Sobre ese ramillete, no esconde cuáles le han dejado más honda huella, «en Miajadas está medio corazón y el otro medio, en Almendralejo, son dos clubes totalmente idénticos porque son familiares, muy cercanos».
Apenas han transcurrido unos días y en las palabras de 'Peri', con 31 años recién cumplidos, pulula un vértigo indisociable de los cambios de ciclo y cincela de soslayo un sutil resquicio para retomar un episodio deportivo al que, quizás, aún le resten líneas por escribir. «No me cierro a volver a una pista, pero eso sí, a nivel extremeño y que haya que entrenar poco, porque no tengo tiempo». También se muestra receptivo a debutar en los banquillos, «creo que tengo muchas cosas en la cabeza que si puedo me gustaría enseñarlas a los que vengan».
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