Rosa Romero y Christine Giampaoli, en el podio de la Baja TT Dehesa Extremadura. Avatel Racing Team
El podio no es propiedad de hombres
Motor ·
Christine Giampaoli y Rosa Romero, equipo compuesto solo por féminas, vencieron con el Avatel en la categoría T1N de la Baja TT Dehesa de Extremadura. Dos luchadoras y pioneras que han pasado momentos duros en un mundo del motor donde cada vez están menos solas
Christine Giampaoli y Rosa Romero son de esas mujeres que ubican el futuro en el presente, que se adelantan en el tiempo y logran que la futura 'normalidad' se convierta en contemporánea. Ambas luchadoras, ambas pioneras en un gremio del motor donde abren la puerta a muchas otras que vendrán. Un mundo restringido a hombres en el que cada vez tienen más cabida las mujeres. También en el podio, como ha ocurrido a mediados de junio en la Baja TT Dehesa Extremadura, donde la piloto italoespañola y su copiloto catalana se alzaron con el título en la categoría T1N con el Avatel Racing Team siendo el único equipo compuesto exclusivamente por féminas.
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Pese a la dureza del trazado, el calor asfixiante y un fallo mecánico en la dirección asistida que obligó al esfuerzo muscular extra, cosecharon un sonoro triunfo en la cita extremeña del Campeonato de España. Tan inesperado como brillante, pues es una pareja que se estrenaba, casi sin rodaje, y que ha hecho bueno el dicho futbolero de que es más difícil superar a once amigos que a once compañeros de vestuario. Su buena relación –aunque casi acababan de conocerse– es pieza básica en el engranaje de un motor que les ha conducido al éxito, como reconocen. Rosa ha superado hace poco el medio siglo de vida y aporta la veteranía, la tranquilidad y el saber estar, la paciencia y sabiduría que le proporciona una mochila de ocho Dakars. Christine, de 28, representa el ímpetu, la ambición y el espíritu joven y aventurero de quien quiere llegar lejos, cueste lo que cueste. «Somos personalidades un poco opuestas y nos complementamos. Todavía no tenemos broncas», asegura Christine en la conversación a tres bandas mantenida con este diario.
«Las dos íbamos con idea de aprender, de conocernos, y ganar no lo esperábamos porque había gente muy buena. Fue muy duro quedarnos sin dirección a falta de 40 kilómetros porque llevamos un 'autobús' de 2.500 kilos y no fue fácil, pero Rosa me tranquilizó mucho y fue cantando y motivándome. Cuando llegamos y nos dijeron que habíamos ganado me eché a llorar porque pensé que no lo conseguíamos», recuerda Christine de lo sucedido en tierras extremeñas. «Disfruté mucho de la carrera y el recorrido, muy bien señalizado por la organización. Fuimos a probarnos porque no habíamos competido juntas y me lo pasé muy bien. Ella iba con un ritmo muy bueno y acabamos pese al problema técnico. La escuchaba por el micro y la pobre sufrió mucho porque para girar hay que hacer mucha fuerza, y más con el calor. Ya estamos trabajando en eso para la próxima», apostilla Rosa.
Christine, preparada para la Baja TT extremeña.
Avatel
El Dakar es el gran sueño de Christine, aunque advierte de que hasta que no esté preparada al cien por cien no lo acometerá dada su extrema dureza. Bien los sabe Rosa, que participó en siete con su moto, una de las grandes pioneras junto a Laia Sanz. Y bien lo sabe también su marido, el bicampeón Nani Roma. El último lo hizo en la modalidad de 'side by side', unos todoterrenos menos duros que las dos ruedas, como copiloto de Camelia Liparoti. Un accidente en su última aparición motera dakariana significó el cambio de tendencia. «Tuve una lesión que pudo ser más grave y mis tres hijos sufrieron mucho y me dijeron que no les hiciera sufrir tanto. Fue un gran cambio. Te haces mayor y tienes que replantearte cosas. Antes era duro irnos Nani y yo juntos al Dakar porque los niños era pequeños, pero ahora también. Cuando vas en moto vas muy sola y todo te pasa a ti, sola. Ahora los problemas se resuelven en equipo y nos ayudamos en los momentos difíciles, como hacer dunas por la noche con poca visión».
Perfil de Twitter de Giampaoli.
Christine GZ
«Estoy en un punto de mi vida muy bonito en el que disfruto de mi pasión y encima trabajo en ello. He trabajado mucho por esto y, como todo el mundo, he pasado por obstáculos hasta lograrlo. Lo tenía muy claro desde pequeña»
christine giampaoli
Para Rosa Romero, que se multiplica en su actividad diaria como madre y responsable de la fundación de su marido, la condición de ser las dos mujeres puede ayudar a la hora de competir, un apoyo en momentos complicados pues se conocen mejor sus puntos débiles y cómo superarlos. Lo cierto es que ya se están viendo equipos completos de féminas y no únicamente mixtos. «Cada día somos muchas más y están pisando fuerte. Ya es una normalidad. Gente como Cristina Gutiérrez o Laia Sanz tienen ya mucha experiencia y grandes resultados. Espero que podamos ser un espejo en el que mirarse las que se inician ahora», argumenta Christine. «Cuando empecé con la moto no existía categoría femenina. Corría contra chicos y a veces pensaba que era injusto, porque en motos la fuerza física cuenta más que en coches. En la última carrera que hice de enduro éramos diez chicas. Hacemos cursillos con la federación y cada vez vienen más chicas de cinco y seis añitos que empiezan a la misma edad que los niños. Cuando tengan 16 estarán en igualdad con ellos», subraya Rosa, quien, cuando pudo comprarse su primera moto, la estrenó con una aventura turística en Marruecos.
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Una «nómada» sobre ruedas
Nacida en India, de familia italiana, y, como se define, toda una «nómada», Christine Giampaoli recoge ahora los frutos de su perseverancia. Vive en Fuerteventura y sus padres la enviaron a estudiar Economía a Inglaterra, pero aquello duró un par de semanas y probó con una ingeniería de la automoción porque el virus del motor llevaba ya años en su mente. Simultaneaba varios trabajos, uno de ellos en un taller donde quería construir sus propios bólidos y convertirse en piloto de rallies. A su madre le decía que estaba jugando al volei-playa, hasta que la pillaron. No era normal llegar a casa tan manchada. «Ahora sí estoy jugando al voley, de verdad», bromea. Hizo hasta una campaña de crowdfunding para lograr apoyo económico y del campeonato canario –la primera mujer que lo conquista– probó fortuna en las Américas para competir con un buggy y ganarse un puesto entre chicos, algo que consiguió hasta que el dichoso covid la trajo de nuevo a España, donde fichó por el Avatel. «Estoy en un punto de mi vida muy bonito en el que disfruto de mi pasión y encima trabajar en ello. He trabajado mucho por esto y, como todo el mundo, he pasado por obstáculos hasta lograrlo. Lo tenía muy claro desde pequeña. A veces es duro, no puedes quedar con tus amigos y eso, pero es tu sueño», relata Christine, para quien es «un lujo» tener a Rosa en la cabina. Las dos tienen ya en la cabeza el Mundial de Rallies Cross Country que supone la Baja TT Aragón y Giampaoli el Autocross de Carballo (Galicia).
«Me gustaban mucho las motos y cuando se mete algo entre ceja y ceja lo persigues. Me costó muchos años y de un sueño pasó a ser una realidad»
rosa romero
El triunfo en la Baja TT fue coral del Avatel Racing Team. La escuadra de la empresa de telecomunicaciones obtuvo otro podio con el tercer puesto de Pablo Cantó y Jorge Gómez. Otra chica, Mónica Plaza, fue quinta junto a David Nadal en la categoría T2 y además la escudería probó el eléctrico EcoPower, la primera vez en un Campeonato de España. Las dos están convencidas de que el futuro contempla ese horizonte más sostenible, aunque aseguran que si eso llega, echarán mucho de menos el ruido de los motores actuales. «Somos más vintage», aprecia Christine.
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La constancia es denominador común en la charla con ellas. «Me gustaban mucho las motos y cuando se mete algo entre ceja y ceja lo persigues. Me costó muchos años y de un sueño pasó a ser una realidad. Amigos con el mismo sueño no corrieron el Dakar, así que me siento afortunada», asevera Rosa, campeona de España de enduro dos veces y subcampeona del mundo cross country. Rosa y Christine, dos mujeres podio en romper moldes.
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