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Inés e Isidoro entrenan uno contra el otro pues no tienen rival en Orellana. :: hoy
Los hermanos Bryan de Orellana
Tenis

Los hermanos Bryan de Orellana

La final alevín por equipos de los Judex la ganaron a otros dos mellizos entrenados por el hermano, también mellizo, de su preparador

Marco A. Rodríguez

Viernes, 1 de mayo 2015, 08:52

Una norma no escrita aconseja que los periodistas no repitamos la misma palabra en los títulos y subtítulos de las noticias o reportajes, pero en esta historia manda tanto el vocablo 'mellizos' que es obligado esquivarla. Es el relato de dos hermanos de Orellana la Vieja, los mellizos Inés e Isidoro Durán Guisado, de once años, cuya coincidencia genética se trasladó años después al amor por el tenis. Los dos son campeones de Extremadura alevines por equipos con el Club de Tenis Cabezarrubia en los Judex (Juegos Extremeños del Deporte), un baremo clave para confeccionar el ranking regional de cada categoría. Da la casualidad de que la final de los Judex 2015 la disputaron con éxito ante otra pareja de mellizos del Sportocio entrenada a su vez por el hermano, también mellizo, del profesor de tenis de los chicos de Orellana, Gustavo Moreno. Un lío, es cierto, pero con una segunda lectura el cielo se suele despejar.

Además de ser campeones con su club, Inés es la número 1 de Extremadura y la 15 de España, mientras su hermano Isidoro es el 4 de su tierra. Aunque juegan en individual, no en pareja, tal vez algún día puedan compararse a los míticos hermanos estadounidenses Bryan, el dueto más laureado en la historia de este deporte y que eran gemelos. Aunque no lo logren, tiene mucho mérito lo ya alcanzado. No es fácil asomarse desde una pequeña y aislada población de 3.000 habitantes como Orellana, donde sólo disponen de una pista de tenis y donde no encuentran rivales de cierto nivel para entrenar. De hecho, practican y mejoran el uno contra el otro.

«Me conformo con lo que han hecho hasta aquí, porque ya es mucho. No soy exigente con ellos porque lo que quiero es que disfruten. Es un mundo muy difícil el del tenis y donde han llegado ya es demasiado», comenta Isidoro padre, un gran aficionado y antiguo jugador amateur que asegura tenerles «verdadera envidia sana», y se enorgullece de contar que a su hija no le ha ganado nadie de su edad. «Sólo ha perdido contra gente mayor. Le han concedido la Beca Excellentia dada su media académica de diez y no ha caído en ningún partido en diez fases consecutivas de los Judex que abarcan desde el pasado año a éste», apunta.

No fue el primer juguete

El tenis lo descubrieron tarde, con poco más de ocho años, así que la raqueta no fue el primer juguete de los hermanos ya que su pasión arrancó hace dos años y medio cuando el padre iba a recoger a Isidoro, que entonces jugaba al fútbol. Inés esperaba junto a él y un buen día se puso a enredar con unas paletas de playa y enseguida el padre se percató de que su pequeña tenía un don. «Al día siguiente fuimos al Carrefour a comprar raquetas y el niño también empezó a darle», recuerda. Isidoro padre ve llamativo que dos hermanos puedan tener al unísono tanta calidad y que ese talento no se haya visto mermado por los escasos medios con que han contado hasta la fecha. «Esto requiere mucho esfuerzo y entrenamiento diario y suele tener recompensa», añade.

Nadal, el icono

Desde el primer instante de la charla con los pequeños uno se da cuenta de que estos niños tienen muchas cosas en común. Tanto él como ella admiran a Rafa Nadal y contestan de inmediato con un 'sí' al ser cuestionados sobre si el balear es el espejo donde mirarse. «Me gusta porque es español y porque juega muy bien», dice Isidoro. «Me gusta su mentalidad ganadora», completa Inés. A los dos les encantaría ser tenistas profesionales dentro de unos años aunque la familia es consciente de que la lista de los elegidos para la gloria es muy corta. «Sí, quiero ser profesional porque me gusta mucho este deporte», dice Inés. «Me gusta mucho el tenis», misma línea argumental para Isidoro.

En lo único que discrepan es en quién es el mejor. «Yo», es la respuesta inmediata. Ambos llevan muy bien eso de tener al hermano como compañero único de entrenamiento y, según el padre, se pican bastante. «Como mellizos se quieren mucho, pero no sé cómo se han aguantado tanto al jugar siempre uno contra otro. Son muy competitivos y se pelean por cada punto», explica el padre. No pasa nada, seguro que Nadal las luchaba todas.

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