La cesta de la compra relaja en Extremadura –de la misma forma que en el conjunto de España– su presión sobre las economías familiares. Un ligero respiro que no puede ocultar que desde antes de la pandemia –tomando como referencia agosto de 2019– la inflación de los alimentos supera el 37% en Extremadura.
Esos encarecimientos han provocado que el presupuesto para alimentación ha aumentado en casi un 15% entre 2019 y 2023 en la región. El pasado ejercicio, el gasto per cápita en Extremadura fue de 1.422 euros, la cifra más reducida del país. Algo que se explica porque las familias extremeñas están tradicionalmente entre las que menos alimentos adquieren en las tiendas y supermercados: el año pasado 535 kilos, 44 kilos menos que la media nacional y un 5% menos que en 2019.
Menos cantidades, pero más gasto. La causa, la inflación de los alimentos.La inflación es la principal causa para que los hogares extremeños hayan tenido que adaptar su cesta de la compra. «El lenguado, que es el pescado que mejor comen mis hijos, está al doble de precio», dice una madre de familia.
Los pescados y la carne, pero también las frutas y las verduras, tienen una presencia cada vez más reducida en los menús de los extremeños. Alimentos más baratos, como el arroz y la pasta sí ganaron presencia en las compras de las familias extremeñas, mientras que la bollería y las galletas permanecen estables desde 2019. De la misma forma mantienen las conservas de pescado sus niveles de consumo. Incluso algunos productos, como la caballa, han ganado peso en las listas de la compra.
Aunque también la buena marcha del mercado laboral y el cambio en las tendencias de consumo está llevando a las familias a optar con más frecuencia por los productos precocinados. Con más personas trabajando en los hogares hay menos tiempo disponible para dedicarlo a la cocina, lo que hace que algunos de ellos deban recurrir a alimentos ya elaborados para sus comidas. Los datos así lo reflejan y en los últimos cuatro años los platos preparados ya suponen más del 2,6% del total de la cesta de la compra de las familias.
Curioso es el caso del aceite, el producto que se ha destacado como el paradigma de la inflación. En conjunto, su consumo ha bajado más de un 11%, pero ha sido más acusado en el caso del girasol que en el de oliva. Además, mientras el aceite de oliva virgen extra se compró un 25% menos en 2023 que en 2019, el virgen aumentó sus ventas un 8%.
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