![Los jóvenes se alejan de la compra y dos de cada diez familias ya viven de alquiler](https://s1.ppllstatics.com/rc/www/multimedia/2025/02/13/viviendqa-k5MC-U230849269427SZD-1200x840@RC.jpg)
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Vivir de alquiler, compartir piso o, incluso, estar de prestado. La imparable subida de los precios de la vivienda en España comienza a destapar un ... claro giro de tendencia del mercado, con jóvenes cada vez más reacios a formar parte de la vorágine de un país de propietarios, sobre todo por la imposibilidad de hacer frente al pago de la entrada para una casa.
Pese a que las familias españolas siguen siendo fieles al ladrillo, cada vez hay menos gente dueña de su propia vivienda y cada vez un mayor número apostando por el alquiler, aunque los precios en este segmento hayan subido a una velocidad más potente que los de los propios inmuebles. Según datos de Pisos.com, el alquiler medio en España ha pasado de 898,34 euros mensuales en enero de 2020 a los 1.125 euros actuales. Es decir, un encarecimiento de más del 20% en el último lustro, espoleado por factores como el crecimiento de la población en grandes ciudades, que ha acelerado la escasez de oferta para cubrir toda la demanda.
Es cierto que los propietarios de viviendas suponen todavía un 73,6% de todas las personas independizadas en España. Pero ese porcentaje ha descendido de forma notable desde el 75,1% de 2023 y desde el 76% que rondaba antes de la pandemia. Se estrecha así la brecha con nuestros vecinos europeos, donde solo el 69%son propietarios, según Eurostat.
El 'bajón' de dueños de un inmueble en España se detecta especialmente entre los más jóvenes, con solo un 27% de los que tienen entre 16 y 29 años registrando una vivienda en propiedad. Son cinco puntos menos que en 2020, cuando el peso rondaba el 32%, según la última Encuesta de Condiciones de Vida del INE publicada este jueves.
Si se sube un escalón –entre 30 y 44 años, donde debería ser más factible poder comprarse una casa– la situación es similar. El peso de propietarios en ese tramo se situó en 2024 en el 52,9%, desde el 55,3% del año anterior y muy lejos ya del 60% que se rozaba antes de la crisis sanitaria.
Más allá de suponer un obstáculo para el acceso inicial a una casa, el repunte de los precios también está provocando que muchos inquilinos no sean capaces de afrontar el pago de sus mensualidades. El INE apunta a que un 10,3% de las familias ya presentaban en 2024 retrasos en los pagos relacionados con su vivienda principal. Una cifra que se mantiene estable por encima del 10% desde 2022, con un ligero repunte de tres décimas en el último ejercicio. Pero ese porcentaje sí implica una enorme brecha si se compara con el 6,9% que suponía en 2018, justo antes de la pandemia, cuando el dato volvió a superar el doble dígito.
Con las cifras de morosidad que presenta el Banco de España –actualmente en el 3,4%, mínimos de 16 años, con cifras muy bajas también en hipotecas- parece evidente que este repunte de impagos viene por el lado del mercado del alquiler. Al fin y al cabo, y frente al descenso de los propietarios, el peso de las familias alquiladas subió al 20,4% el pasado año, máximo de la serie histórica del INE.
Según las estadísticas, un 17% eran inquilinos de una vivienda a precio de mercado y un 3,4% por debajo de esos precios. El resto, por tanto, vivirían alquilados en viviendas a precios por encima del mercado.
En el caso de los más jóvenes, los indicadores se disparan. El 58,5% de entre 16 a 29 años vivía de alquiler, con un 14,5% que tampoco paga nada al ser viviendas, por ejemplo, cedidas, pues los datos del INEse refieren a personas de referencia del hogar, no que vivan con sus familiares (con los padres).
«Los repuntes de precios van expulsando a los inquilinos que, para ajustar la renta a su presupuesto, buscan en barrios en los que, en un primer momento, habían descartado vivir, ya sea por falta de ciertos servicios, por no conocerlos o por estar lejos», tal y como expone Ferran Font, director de Estudios de pisos.com.
Para el experto, «este desplazamiento forzado por cuestiones económicas, cambia la configuración de las zonas céntricas, donde el alquiler turístico y temporal se va haciendo fuerte, pero también de las periferias, con alquileres muy por encima de la media histórica y con cada vez más pisos que se alquilan por habitaciones».
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