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Troy Nahumko
Martes, 23 de mayo 2023, 08:45
Soy de una excolonia de lo que se ha dado en llamar el nuevo mundo. Es una tierra poco poblada, de vastos recursos e inmensas ... riquezas naturales. Sus materias primas fueron primero cosechadas por los europeos en nombre de los franceses y luego entregadas a los ingleses. A cambio, Canadá obtuvo una monarquía forastera de la que aún no se ha emancipado del todo.
Y aunque el recién coronado Carlos sigue siendo, nominalmente, el jefe de Estado, los británicos ya no acaparan toda su riqueza natural. Ahora, nuestros gigantescos vecinos han tomado el relevo. Ahora, los estadounidenses extraen alegremente los recursos de Canadá y los revenden con valor añadido una vez transformados. De este modo, la riqueza natural del país se desplaza de su lugar de nacimiento a otro lado.
Es una vieja historia colonialista de pillaje y saqueo. Una que debe sonar muy familiar a alguien de Extremadura. Porque también esta tierra ha sido drenada, literalmente en el caso de los embalses, por potencias foráneas, en un proceso de colonización interior de siglos.
En los cuarenta años transcurridos desde su creación, esta comunidad autónoma ha estado controlada por partidos externos y su destino nunca ha sido plenamente propio.
Lo han controlado dos partidos políticos que aparentemente tienen su base aquí, pero cuya base real de poder emana de Madrid. Extremadura nunca ha alcanzado la mayoría de edad política o económica debido a esa continua dependencia de decisiones tomadas en los despachos de Ferraz o, brevemente, Génova.
Ahora que se acercan las elecciones, ya es hora de salir de casa de mamá y papá y emanciparse. De no deberle nada a nadie más que a los habitantes de la región. De actuar, no en función de lo que es bueno para un partido nacional, sino por el bien de las personas que viven y crían aquí a sus familias. Estar representados por voces independientes, libres de tratos de trastienda y concesiones hechas en otros lugares.
Las colonias se adaptan y evolucionan, y llega un momento en que la ayuda exterior ya no es necesaria; Extremadura necesita confiar en sí misma.
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